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C. J. VINAGRE
Martes, 15 de mayo 2012, 02:41
Fue a por agua pero el vigilante de seguridad de Carcesa, en Mérida, se quedó con las ganas de beber. Eran las cuatro de la mañana del sábado día 5 y en las instalaciones de la industria cárnica no solo estaba él. Cuatro fornidos intrusos se habían cubierto parcialmente sus rostros con pañuelos y estaban armados con gruesas mazas de hierro. Habían entrado a robar. El objetivo, el interesante botín que presumiblemente tenía que haber en la caja fuerte que estaba en un despacho. Los ladrones rodearon al vigilante, lo ataron de pies y manos a una silla y uno, el único que hablaba en castellano, le advirtió que borrase de su memoria lo que estaba viendo. «No me mires a los ojos si no quieres que te pase algo», le espetó. En la caja fuerte no había más de 700 euros. Es lo que se llevaron. En realidad algo menos porque en su huida dejaron en el suelo un sobre con 30 euros.
«Lo mejor es que puede contar la historia. Se ha llevado un susto muy gordo», resumió ayer a este diario un empleado de Carcesa, la agroindustria referente de Extremadura que intenta salir hacia adelante tras el estado crítico en que la dejó la gestión de la familia Ruiz-Mateos. Hace diez días, algunos ladrones, extranjeros con casi toda seguridad, pensaron que en la fábrica emeritense podían encontrar fajos de billetes y no solo latas de patés y magro.
Diálogo
Seguramente entraron por la zona de atrás de las nuevas instalaciones, de menos de una década de existencia, y buscaron una oficina en la que, no muy escondida, había una caja fuerte. Una vieja caja fuerte para ser exactos. En el camino se toparon con el vigilante que iba a refrescarse.
Según ha podido saber este diario, los ladrones, grandes como «armarios empotraos», no llevaban ni pistolas ni cuchillos. Su 'instrumental' eran mazas para reventar la caja fuerte. El encargado de seguridad fue reducido. Tres de los cuatro ladrones intercambiaron un breve diálogo en un idioma irreconocible para el guarda. Extranjeros posiblemente de algún país del este de Europa. El cuarto le dio el 'consejo' de que no se quedara con lo poco que se podía ver de su cara toda vez que estaba cubierto, como los otros tres atracadores, con pañuelos que solo dejaban visibles los ojos, y con dificultad por ser de noche. No se veían ni las cabezas ni las bocas.
Lo ataron a una silla y comenzaron a aporrear la caja de caudales. Se abrió y se encontraron con apenas 700 euros. Ni en esa caja ni en otras dependencias de Carcesa hay importantes cantidades de dinero. En la fábrica apenas hay dinero en efectivo para hacer frente a pequeños gastos.
Los delincuentes ataron al vigilante de pies y manos a una silla. Así estuvo durante una hora aproximadamente, hasta que pudo zafarse de las cuerdas. No sufrió ningún tipo de daño más. Al poco tiempo llegaron efectivos policiales y se puso en marcha una investigación de la que no han trascendido detalles.
Carcesa, en concurso de acreedores desde 2011, ha sido comprada por la Sociedad Gestora de Productos Agroalimentarios de Extremadura, compuesta por las cooperativas Acopaex y Tomates del Guadiana y la sociedad pública Avante Extremadura, la antigua Sofiex. En mayo se hicieron cargo de su gestión en régimen de alquiler para que la actividad no cesara.
La Junta dio el viernes el visto bueno a la conversión en acciones de la deuda por préstamos que la Sociedad Gestora de Productos Alimentarios tiene con Sofiex, y que asciende a 3,598 millones de euros. Gestora aún está negociando con las entidades financieras los créditos necesarios para comprar los activos de Carcesa.
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