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Fernando Hernández, Javier Candeleda, Javi Montoro, José Manuel Ramos y Raúl Delgado, en el andén de la estación de RENFE de Badajoz. :: PAKOPÍ
A la espera de un nuevo tren
BALONMANO

A la espera de un nuevo tren

La plantilla del equipo pacense lleva desde que empezó el año sin cobrar un euro Cinco jugadores del Escubal narran los problemas de una temporada crítica en lo económico y la incógnita sobre si el proyecto continúa un año más

MARCO A. RODRÍGUEZ @hoy_marcoarn

Domingo, 27 de mayo 2012, 10:57

Estación de RENFE de Badajoz. Superado el mediodía de una mañana muy calurosa. El tren espera paciente, aunque con el motor arrancado. Hay mucha calma, poco trasiego de viajeros. Quedamos allí con cinco de los jugadores más representativos del Escubal, el equipo de balonmano pacense. No esperan ese tren. Sino otro. Otro relacionado con la incógnita del futuro del club. Buena metáfora del estado del deporte regional en estos tiempos de vacas flacas.

Como el resto de compañeros, Fernando Hernández, Javier Candeleda, Javi Montoro, José Manuel Ramos y Raúl Delgado cierran una temporada para olvidar. Si es que pueden. No han visto un euro desde enero, así que las peticiones de ayuda a la familia o a amigos, el recorte de gastos -incluso de comida-, coger menos el coche para ahorrar combustible o no festejar el cumpleaños de un hijo imperan en su vida cotidiana.

En cualquier vestuario del mundo, un agujero de cinco meses sin cobrar hace mella. Es imposible que una carencia así no se traslade al desempeño diario. En el Escubal apostaron, con precisión quirúrgica, por que perjudicara lo menos posible. «Normalmente se desconecta en los entrenamientos o el trabajo, porque como mezcles esas cosas en la pista, al final no se hacen bien las cosas. Hay gente que viene aquí con familia y deben pensar en el futuro», argumenta el portero Raúl Delgado. «Hay gente que vive del balonmano y que pasen los meses sin recibir dinero y no tengas casi ni para comer te preocupa mucho. Eso hace que no estés en las mejores condiciones ni para entrenar ni para competir. Te prometen ayudas desde fuera que te empujan a salir con el equipo, pero luego esas ayudas no llegan», apostilla el exinternacional Fernando Hernández.

La crisis fue y es grave. Buena parte de la plantilla ha necesitado ayuda de la familia o amigos para salir adelante. Los primeros de mes hacen estragos y hay facturas que pagar. Y el tiempo pasa inexorable. «Una cosa es estar un mes, o dos. Hay quienes tienen remanente y pueden solucionarlo. Pero cinco meses es demasiado», lamenta el lateral Javi Montoro, ya retirado. «Es muy duro. Significa no tener ni para comer. O que tengas que comer arroz o tomate porque sea más barato. O no tener para el gasoil del coche. Que tengas que llamar a tu casa para que te adelanten dinero para el viaje de vuelta a casa como les ha pasado a los extranjeros. O no tener dinero para celebrar el cumpleaños de tu hija. Se pueden recortar algunas cosas. Se hace y no pasa nada, pero hay cosas que son esenciales para sobrevivir», añade el extremo José Manuel Ramos.

Perjudicial coincidencia

Por una negativa coincidencia, la crisis económica ha lastrado el proyecto más interesante de balonmano en la historia del deporte extremeño. Mala suerte que dicho proyecto fuera coetáneo al peor momento para llamar a una empresa o institución para solicitar apoyo. Y eso que el club se mueve mucho. El Escubal tuvo que denominarse así porque la firma Pines, su mecenas privado, cortó el grifo asfixiada por la debacle de la construcción. «En otro tiempo cualquier empresa se hubiera subido al carro y esto sale bien. Necesitamos que aparezca un jeque, como el del Málaga, que venga aquí, deje caer el dinero y nos salve la vida», bromea Ramos. «Aquí, con un buen proyecto, hecho con tiempo y no en septiembre, se puede aspirar a más. El año pasado estábamos arriba, aparecieron los problemas económicos y la gente se desenchufó un poco y bajamos varias posiciones. Este año hemos dado la cara ante rivales importantes de arriba, así que es un proyecto del que se puede disfrutar y pensar en cosas más importantes», considera Hernández. «Es una pena que en Badajoz, que es la ciudad más grande de Extremadura, no haya alguna empresa, pequeña o mediana, que no invierta en un deporte como el balonmano, que es muy vistoso para la gente porque siempre tiene tensión. Yo quiero hacer un llamamiento para que cualquier empresa se anime a participar. Además, esto no es como el fútbol, no se requiere una inversión importante incluso en la máxima categoría», explica el pivote Javier Candeleda.

Prueba de compromiso

Justo a la vuelta de las vacaciones de Semana Santa se vivió un episodio que demuestra a las claras el grado de compromiso de esta plantilla. Desde el club se les comunicó que si alguno no regresaba de casa lo entenderían, dadas las deudas. Pero todos volvieron. Fue una decisión consensuada. «Cuando comienzas una temporada te comprometes desde el principio con lo que haces. Somos un equipo y si uno no puede venir afecta a los demás. Puede afectar a gente que a lo mejor necesita más el dinero que el que decide no volver. Entre todos decidimos que teníamos que continuar y acabar la temporada con los objetivos cumplidos. Es la manera de poner sobre la mesa lo que tenemos en nuestro poder para que todo salga bien», recuerda Javi Montoro.

Montoro era capitán y uno de los veteranos del cuadro pacense. Después de cinco temporadas en Badajoz se retira del balonmano en busca de una nueva vida. La enumeración que hace de sus lesiones es interminable abarcando rodilla, ligamento, tobillo, espalda, etc. «Estoy muy cascado y tengo que dejarlo. Espero no echarlo de menos», señala. En el último encuentro doméstico recibió un sentido homenaje a modo de despedida.

Seguimos con el compromiso porque los jugadores siguen relatando lo ocurrido. «Por nosotros no iba a quedar. No íbamos a ser los jugadores los que hiciéramos desaparecer al equipo. En enero decidimos seguir entrenando y ayudarnos los unos a los otros para sacar todo adelante», indica Delgado, portero que ha dado un enorme resultado al técnico Raúl Caballero.

«Regresamos al trabajo porque es lo que nos gusta. Todos empezamos a jugar a este deporte desde el colegio. Algunos se han dedicado más profesionalmente y han llegado a vivir de ello. Otros lo hacemos más porque nos gusta, incluso aunque no recibiéramos una compensación. Si la tiene, mejor. Si no nos gustara o no hubiésemos sido una piña en ese vestuario no hubiéramos vuelto después de Semana Santa. Pero estamos muy unidos, hay muy buen rollo con el entrenador, en los cumpleaños nos juntamos, etc., y todo ese buen ambiente nos ha ayudado a pasar este tiempo sin cobrar», comenta José Manuel Ramos.

Pese a tanto sobresalto económico, en lo deportivo se consiguió una permanencia que no siempre estuvo zanjada. El fantasma del descenso asomó buena parte de la temporada, con mayor incidencia en la recta final. «Después de todo lo que hemos sufrido lo logramos pese a lo complicado de la categoría y que tenemos muchos jugadores de la tierra», apunta Ramos. «Hubo demasiados problemas y trabas. El mayor el tema económico, pero también en el apartado deportivo, porque recuerdo que empezamos la temporada con muy pocos jugadores y sin entrenar», añade Montoro. Hernández va a más: «El objetivo se ha cumplido de sobra. Con todo lo ocurrido. Cinco meses sin cobrar un duro, con gente a la que le cuesta dinero venir a entrenar porque tiene que viajar... Hablamos de salvar la categoría lo primero y que después ya veríamos, y lo hemos conseguido. Fue en las últimas jornadas, pero con un gran partido del equipo en Pozoblanco».

¿Y ahora qué?

Como sucede en buena parte de los clubes de la región. El Escubal está en un son de espera de cara a lo que esté por venir. Nadie sabe lo que ocurrirá. De momento, la intención del club, con el presidente Juancho Pérez a la cabeza, es liquidar la deuda que pesa sobre este ejercicio. Para ello no para de hacer gestiones con la intención de que lleguen las ayudas comprometidas. Una vez se cobren, lo primero es saldar dicha deuda. Los jugadores importantes, como Fernando Hérnandez, han avanzado que quieren continuar, pero en otras condiciones, es decir, que no se repita lo de esta temporada. El problema es que el futuro, en especial la ayuda institucional al deporte, no es nada alagueño. «Yo quiero seguir. Estoy contento en Badajoz y en el equipo, pero no se puede seguir así. Tengo dos niños y debo mirar por mi familia. Si no tengo más garantías tendré que volver a casa y trabajar en lo que sea. Vamos a terminar este año lo mejor que se pueda y ya habrá tiempo de pensar en el siguiente o plantearme la retirada», confiesa el exinternacional, una de las caras más conocidas del plantel y que permanece en Badajoz hasta que sus dos hijos terminen el colegio. «Es que no se sabe de qué dinero se podrá disponer. Primero de patrocinadores privados, que es muy difícil encontrarlos. Y segundo de las instituciones, que si habían recortado en esta temporada se supone que en la próxima más todavía. No te puedes aventurar a preparar un proyecto que no sabes si tendrá viabilidad. Así que es una incógnita», continúa Ramos.

«Yo creo que la clave es la ciudad. La ciudad tiene que mover al equipo. No el equipo a la ciudad. Si tienes a 1.500 personas o más en el pabellón cada fin de semana, o tienes 1.500 socios o te echan por la tele, al final las empresas te apoyan. Pero la verdad es que nos ha costado mucho meter gente en La Granadilla. En ese sentido nos sentimos algo decepcionados con Badajoz. Yo creo que es el carácter de los extremeños», sigue el extremo.

Fernando Hernández no está del todo de acuerdo con su compañero. Entiende que la afición debe apoyar y cuanto más lo haga mejor le irá al club, pero aclara que a la gente hay que engancharla. «A la gente hay que motivarla. No hacerle ir a ver balonmano solo por jugar balonmano y poco más. Si la gente ve que el equipo tiene opciones de luchar por una fase de ascenso o por cosas buenas seguro que responde mejor. El balonmano es el deporte más fácil y barato para en poco tiempo subir a una categoría importante». Montoro pone como ejemplo que él en cuatro años ha vivido dos ascensos en la entidad pacense. «Habría que vender que este equipo puede competir o luchar por entrar en Asobal», concluye Delgado. Entre todos quedamos en que se trata de un círculo vicioso, porque para obtener el éxito ambas ecuaciones se necesitan.

«Una cosa es un mes o dos, pero cinco meses sin cobrar es demasiado»

«Hago un llamamiento a las empresas para que colaboren con este proyecto»

«Me gustaría seguir, pero, si es así, prefiero retirarme y trabajar en otra cosa»

«Hay gente que viene aquí con familia y tiene que pensar en el futuro»

«Es muy duro no tener ni para comer, o para gasoil, o pedir dinero a la familia»

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