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La misteriosa muerte de las abejas
REGIONAL

La misteriosa muerte de las abejas

Palpable desde 2004, el problema se ha recrudecido este año, más dañino para los apicultores por la sequía

CELESTINO J. VINAGRE

Domingo, 3 de junio 2012, 03:17

Dijo Albert Einstein que si la abeja desapareciera del planeta a la especie humana solo le quedarían cuatro años de vida. ¿Por qué? Porque no habría polinización, y las plantas, los animales y los hombres irían desapareciendo en cadena. Se calcula que la tercera parte de los alimentos humanos son polinizados por insectos, fundamentalmente abejas. No sabemos todavía si el Premio Nobel de Física tenía razón, pero los pesimistas sostienen que vamos camino de poder comprobarlo más pronto que tarde.

Desde el año 2004, las abejas se mueren sin un diagnóstico certero. La mortandad es aún peor desde 2009. En Extremadura y en el resto del mundo. A ese serio problema, los apicultores extremeños suman ahora otro lastre: la peor sequía desde hace décadas. Unas 1.000 explotaciones extremeñas y 850 familias están en vilo. Si una producción normal se sitúa en los 5 millones de kilos al año, en éste se llegará como mucho a los 3,5.

Fernando Domínguez tiene 40 años y es de Cambroncino, una alquería de poco más de 200 vecinos dependiente de Caminomorisco, en el corazón de Las Hurdes. Junto a la de La Siberia, son las dos grandes comarcas productoras de miel y polen. Fernando ha llegado a trabajar en la hostelería y en la construcción pero desde hace nueve años se dedica profesionalmente a la apicultura, de la que se ocupaba un hermano antes de que cesara en su actividad agraria.

«La primavera ha venido mala, lo mismo que el invierno. Las abejas se mueren desde hace años sin saber por qué, la producción de este año es algo que no se sabe y los costes han subido muchísimo», resume inquieto cuando se le cuestiona sobre sus perspectivas profesionales. Tiene unas 600 colmenas y, al igual que el 90% de los apicultores extremeños, es trashumante. Para conseguir una producción no buena sino al menos decente se ha tenido que mover dejando sus cajas por tierras de La Vera, Plasencia, Zamora, Segovia y Salamanca.

«Es lo que hay que hacer para mantenerse. Si no es muy difícil. Si no sales no tienes flores y sin ellas no hay nada», insiste Domínguez.

«El gasóleo de automoción que utilizamos no es subvencionable y hemos tenido que arrimar bastante dinero para la alimentación de la abeja con pasta de azúcar por la sequía», detalla este joven apicultor, en la práctica un ganadero más con evidentes diferencias.

Investigación

El apicultor extremeño más frecuente es el que se mueve con sus colmenas por Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana. Lo hace desde finales de enero y hasta el verano. «Pero este año ninguna región se ha salvado de la gran sequía. Lo que nos faltaba», se lamenta otro 'ganadero' de las abejas, Antonio Prieto, de Fuenlabrada de los Montes, en La Siberia, que también es el responsable de ganadería de la organización agraria UPA-UCE.

Aunque es muy difícil de contabilizar, Prieto avanza que desde 2004, cuando se empezó a detectar, la mortandad ha afectado a entre un 40% y un 45% de las abejas en España. Es lo que se llama el despoblamiento de las colmenas.

«Ha investigado todo el mundo pero nadie sabe a ciencia cierta por qué pasa eso. El despoblamiento de las colmenas se produce a finales de invierno pero a partir de ahí poco se sabe más. Y si no sabes las causas, no tienes la solución», asevera. Apunta que se juntan un cúmulo de circunstancias para su desaparición. La climatología de cada año, el cambio climático, el uso de pesticidas en los campos, enfermedades como la varroasis... Estos serían algunos de los motivos.

Como esperanza, afirma que esa notable mortandad se puede mitigar en parte con un final de primavera normal, que puede llegar a recuperar entre un 15% y un 20% de la población fallecida. Por normal entiende que la lluvia sea la justa y no haga mucho calor. Sin embargo, lo último no se está cumpliendo y tampoco se puede decir que haya llovido bien a lo largo del último trimestre.

Debido a estos factores, la mortandad de este año se ha llevado por delante entre un 30% y un 35% del censo de Extremadura y no se va a reponer, ni de largo, el porcentaje antes avanzado.

Ante esta panorama, la producción real no se sabrá hasta mediados de este mes. Respecto a los precios, más o menos se mantienen en los 2,4 euros por kilo en el caso de miel de milflores.

Para intentar atajar esa crisis sanitaria, la Comisión Europea (CE) ha destinado 3,2 millones de euros para financiar estudios de control sobre la evolución de las colonias de abejas en 18 estados miembros, incluidos 205.000 euros para España, ante el aumento general del despoblamiento.

El objetivo de los estudios es tener un mejor conocimiento sobre el alcance del problema por la creciente desaparición de las colonias de abejas en la Unión Europea, cada vez más frecuente y que podría estar relacionado sobre todo, según Bruselas, con el uso de determinados pesticidas.

La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria reconoce que los sistemas de vigilancia en los Estados miembros son todavía débiles en términos generales y que no existen suficientes datos científicos comparativos. Por ello la CE apuesta por hacer un estudio a escala continental con el que determinar si son necesarias nuevas medidas de protección y exactamente de qué tipo.

Bruselas puede limitar pesticidas en caso de que se verifique que tengan un efecto negativo en estos insectos y también quiere revisar las normas veterinarias para asegurar el control y protección de las abejas. España, con cerca de 2,5 millones de colmenas, abarca un 17,5% del total de colmenas en la Unión Europea. Recibe 5,5 millones de euros al año de las arcas comunitarias para el desarrollo de su plan nacional para la apicultura.

Agrupaciones y apoyos

De una colmena -en Extremadura hay unas 445.000- se obtiene miel, cera, pólenes, propóleos, jalea real y componentes para industrias como la cosmética o la sanitaria. La apicultura tiene múltiples bondades: es una herramienta básica para mantener la producción alimentaria ya que es imprescindible para la polinización. Por estos motivos los apicultores ponen el dedo en la relevancia de su oficio.

«El asunto está mal pero gracias a que no nos pagan mal de todo y estamos en la cooperativa vamos tirando para adelante. Es lo que nos salva», añade Fernando Domínguez, que es socio de Apihurdes, una de las tres cooperativas extremeñas del sector.

Radicada en la localidad de Pinofranqueado, cuenta con 140 socios que aportan más de 800 toneladas de miel y 300 toneladas de polen. Mientras, Sierra Miel, en Torrecillas de los Ángeles, agrupa a unos 100 apicultores y la tercera cooperativa, la más grande, es Montemiel, de Fuenlabrada de los Montes, con 250 profesionales de la apicultura en la actualidad. Produce anualmente más de millón y medio de kilos de miel pura.

Las tres sociedades están, a su vez, agrupadas a una cooperativa de segundo grado, Euromiel, una entidad que engloba al 60% de los apicultores extremeños, 260.000 colmenas y tiene una facturación anual de 10 millones de euros.

«Gracias a las cooperativas se puede sobrevivir y también puedes diseñar planes de exportación que nos hacen crecer», incide Antonio Prieto. «Son las que nos salvan al final», agrega el apicultor natural de Cambroncino.

Por su importancia, el sector apícola cuenta con ayudas directas como la conocida como prima de polinización, que se puso en marcha en la campaña 1989/1990. Conlleva un máximo de 2.500 euros (serán 1.500 en éste ejercicio) para un mínimo de 100 y un máximo de 500 colmenas. Para este ejercicio, la Junta de Extremadura ha bajado la partida presupuestaria para la prima, pasando de 1,6 a 1 millón. Todavía no se ha publicado la orden de ayudas por lo que no se puede solicitar.

También existe otro tipo de subvenciones para inversiones en infraestructuras, a partir de una inversión máxima de 3.500 euros, que cubre como máximo un 40% del coste total. La UE pone el 50% de los fondos, mientras que Gobierno central y el Ejecutivo autonómico colaboran con un 25% cada uno.

Por último, los apicultores se han beneficiado históricamente de las ayudas agroambientales, entre 3.000 y 5.000 euros por explotación de un tamaño de entre 300 y 500 colmenas, aunque para este año están en el aire, según el dirigente de UPA-UCE.

«Que nadie se piense que con esto se cubren todos los gastos. Lo importante para nosotros es realmente la producción. Es lo que nos mantiene. Lo otro es una ayuda», agrega Domínguez, quien insiste en que la apicultura es algo más que un simple actividad y considera que las administraciones deben hacer todo lo posible para que nadie tenga que dejar esta profesión fundamental para el ecosistema.

Estimaciones

A punto de iniciarse el verano, y aunque sea con bastantes interrogantes, aparecen las primeras estimaciones sobre lo que será la producción nacional de miel en este 2012. Dicen que estará entre los 28 y los 29 millones de kilos, menos que en la anterior campaña. Extremadura es uno de los puntos en los que la caída se anuncia mayor. La comunidad extremeña aporta entre el 12% y el 15% de la cantidad total española.

A pesar del potencial productivo de nuestro país, España es deficitaria y debe importar hasta el 30 por ciento de la miel que consume. Sus principales proveedores son China, Argentina y Uruguay.

«Pero no hay nada como la miel extremeña. Y no lo digo porque sea de aquí sino porque es la realidad», tercia el apicultor hurdano, para quien el futuro de la profesión va unido directamente a la supervivencia de las abejas. «Que encuentren algo, porque nos estamos quedando sin ellas», finaliza. «Todo lo que se investigue es poco. No hay que escatimar», sentencia Prieto.

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