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Valverde convence a Botín
Artista cacereño

Valverde convence a Botín

Carlos Valverde recibe una beca de la Fundación Botín para desarrollar su proyecto y otra para viajar a Japón

CRISTINA NÚÑEZ

Miércoles, 4 de julio 2012, 11:37

Salió de Cáceres hace siete años y lo hizo para expandir sus horizontes artísticos y vitales. Primero al País Vasco, a Bilbao, en donde se licenció con honores en Bellas Artes y luego a Barcelona, en donde estos días termina un máster en producciones artísticas e investigación. En medio, otro fértil año de estudios en Berlín. No es el País Vasco un sitio habitual de emigración universitaria para los jóvenes extremeños, pero él buscaba «un lugar grande pero no tanto y una universidad en la que tuviera importancia el sector de lo audiovisual», explica en una entrevista con este diario. «En Bilbao aprendes a trabajar, porque tienen una cultura del trabajo muy fuerte, Barcelona es distinta, es más burguesa, se trabaja menos para conseguir las cosas», afirma desde una mirada que ha experimentado habitar ambas ciudades con personalidad.

Puertas que se abren

La biografía de Carlos Valverde da cuenta de cómo el tiempo es una goma que se puede estirar mucho si uno se lo propone. Él solo tiene 25 años pero ha participado ya en 15 exposiciones colectivas en el País Vasco, Madrid o Cataluña y ha mostrado su obra individualmente en dos muestras, en Vitoria y Bilbao. 2012 parece ser su año: ha sido seleccionado por la Fundación Botín para llevar a cabo un proyecto artístico. También vivirá tres meses en Japón con la beca Tokio Wonder Site, es un centro de arte basado en la promoción del arte y la cultura contemporánea.

Su propuesta para la Fundación Botín, que le ha aportado 16.000 euros para ejecutar su trabajo, es «someter una arquitectura a todo tipo de experimentación espacial, como si fuera un laboratorio, trabajar el arte en el espacio para entender qué es lo que ocurre la relación entre soportes físicos y las audiencias». Cada tres meses realizará un acontecimiento público en ese lugar transformado. Él documentará los cambios que irá experimentando la nave, pero habrá una parte del trabajo que será privada, para que nadie sepa lo que está pasando hasta que no abra las puertas de esos espacios. Estas actividades pueden desarrollarse en diversas ubicaciones, e incluso en distintos puntos geográficos. Valverde se considera un escultor y un artista multimedia. Trabaja la fotografía y el dibujo en relación directa con la arquitectura.

En Cáceres ha expuesto poco, asegura, que porque no se ha dado la oportunidad. «Me gustaría, pero está difícil». Le hicieron una propuesta para el Embarcadero y el mandó su proyecto aunque no recibió respuesta. Sí estuvo en la feria Foro Sur. Le encanta el Museo Vostell y también la Fundación Helga de Alvear, igual que la galería Casa Sin Fin.

La situación para la cultura en estos tiempos sin blanca añade una nueva complicación a un mundo difícil de por sí. Carlos Valverde contempla cómo en Cataluña están cayendo las fuertes ayudas que se dedicaban a la creación. «No es que sea la nada absoluta, porque siempre de lo que dicen las voces del pánico a lo que luego en realidad hay una gran distancia, pero hay sitios que están desapareciendo». La solución puede estar en la iniciativa privada, que debería también fijarse en los nuevos valores, arriesgando, sostiene. «Tendría que haber un buen equilibrio, en ocasiones solo se apuesta por los grandes nombres para fanfarronear, pero hay cosas económicas y que resultan interesantes, y ahí está el artista joven y emergente».

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