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ÁNGELA PÉREZ
Sábado, 18 de agosto 2012, 03:56
Encontrar un paraíso a tan solo 20 minutos de casa es todo un lujo y un privilegio del que disfrutan muchos pacenses. El camping del 'Clube de Campismo de Lisboa', en la localidad lusa de Campomayor, se ha convertido en el refugio de los vecinos pacenses que buscan tranquilidad y un entorno rural.
Celeste, la encargada del mismo, es como una madre para las 64 familias que se instalan en el camping, bien sea de forma esporádica, durante los fines de semana o incluso de manera permanente. Al pasar la verja que lo separa del camino que llega hasta el pantano 'Barragem do Caia', la melodía musical, de una emisora española, y un conjunto de banderas rojas y amarillas ondeando dejan intuir que este recinto está 'conquistado' por los pacenses. «Más del 80% de nuestros inquilinos son de Badajoz», explica Celeste. Aunque, tal y como recalcan los campistas, la verdadera magia de la 'gran familia' que allí se ha creado es la mezcla internacional.
Juan está prejubilado. Por ello, hace dos años y medio decidió hacer su maleta y trasladarse a este lujoso paraje natural de forma permanente. Allí vive y aprovecha el inmenso pantano, que tan solo está a 3 minutos de su nueva 'casa', para practicar una de sus mayores aficiones: pescar. Tiene una barca, que guarda en la parte superior de su caravana, y dos remos con los que recorre las aguas mientras disfruta de la tranquilidad y sosiego que le proporciona el lugar. «Y cuando necesito ir a la ciudad, cojo el coche y en 20 minutos estoy en mi piso de Badajoz», destaca.
Frente a él viven Fernando y Lina. Esta pareja también abandonó el estrés de la ciudad para comenzar una nueva vida rodeado de naturaleza el pasado mes de febrero. Allí, junto al pequeño jardín que cuida Lina, a quien le encantan las plantas, sus perros y sus pájaros, pasan cada día. El porqué eligieron este lugar para vivir es muy sencillo. «Aquí todo es tranquilidad. Los vecinos son geniales, somos como una gran familia», recalca Fernando.
A ambos les gusta la naturaleza, y un buen baño cuando el calor aprieta, así que los días que Fernando no tiene que trabajar, que lo hace en Badajoz, a donde va por la mañana para volver con su mujer a la hora de comer, desayunan juntos y dan un paseo hasta el pantano, donde pasan casi toda la jornada.
A unos 20 metros se encuentra la caravana de Joaquina y Juan José, aunque más que caravana parece un chalet en mitad del campo, como casi todas. A la entrada tienen un pequeño patio con sus mesas, sillas y un balancín que les encanta a sus nietas. Desde abril, esta joven pareja de abuelos va cada fin de semana hasta su 'casita'. «Antes acampábamos en los pantanos pero como ya no se puede, hemos preferido venirnos aquí, que está a 20 minutos de nuestra casa en Badajoz y así se aprovecha más el tiempo», explica Joaquina.
Su marido trabaja en la capital, así que deben volver los domingos. «Yo a veces intento alargar mi vuelta al martes. ¡Esto me encanta!», añade. Pero no solamente les encanta a ellos. Sus nietas de 2 y 6 años son de las que más disfrutan del lugar. «¡La de dos no sale del patio y la de seis no entra!», comenta entre risas Juan José, quien explica la seguridad que supone para padres y abuelos que sus pequeños estén en este camping. «Pueden salir todo el día porque sabes que estarán jugando por aquí con sus amiguitos y que no les pasará nada».
Su nieta es amiga de Andrea, hija de Paco y Fabiola, un matrimonio pacense que también ha elegido este paraje para sus fines de semana. «Cuando sales el viernes de Badajoz, dejas allí tus problemas. Olvidas las preocupaciones y parece que todo se arregla», resalta Fabiola.
Ese argumento es compartido por Julia, otra vecina de fin de semana a quien acompañan su marido, sus tres hijas, su madre y su suegra. «Estas sí son las verdaderas vacaciones pero para todo el año, y una auténtica calidad de vida».
«Vivir así no tiene precio», añade Carlos, quien pasa los festivos en su caravana del camping luso con su mujer y sus dos nietas, Aroha y Sara. Aunque en realidad lo tiene, pero muy bajo: afincar en este paraje, en la conocida como 'playa' más cercana a la capital pacense, cuesta menos de 100 euros de alquiler al mes, más el coste de la caravana. También ofrecen para visitas esporádicas un bungalow de madera, caravanas y espacio para tiendas.
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