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ANA LUZ MANZANO
Lunes, 20 de agosto 2012, 11:15
«La gente ahora está viendo lo mal que están las cosas, por eso aumentan los donativos», afirma Sor Julia Figueredo, directora de Casa Betania, el comedor social de Cáritas Diocesana. «Pero nunca es suficiente porque cada vez estamos peor y atendemos a más personas. Nos traen alimentos y estamos muy agradecidos, pero también necesitamos algo de dinero para gastos», explica Sor Julia.
Cualquiera de los siete días de la semana, a eso de las 11.30, la actividad es frenética en la oficina y en la cocina del comedor, situadas en la calle Trujillo. Nuevos usuarios entregan los documentos requeridos, otros acuden a informarse de qué hacer para ser atendidos. Como novedad, el comedor está en proceso de informatizar todos sus archivos, numerosos expedientes del seguimiento que se les hace a cada una personas atendidas.
Un equipo de cinco voluntarias atiende estos trámites administrativos. Mientras, cinco más preparan en la cocina todo lo necesario para atender a los comensales, que comienzan a llegar sobre las 12.00 y van acudiendo hasta las 13.30. Unos 32 diarios para almorzar en el comedor de Casa Betania y una docena de familias más que recogen una media de cuatro raciones cada una y se llevan la comida a su casa. Así, unas 80 personas recurren cada día a esta entidad para alimentarse. Sin contar a las familias que reciben productos del banco de alimentos.
Con el empeoramiento de la situación económica de la ciudad, el número de usuarios del comedor ha aumentado. Pero también la solidaridad de los placentinos, que hace posible que estos necesitados coman cada día. Según informa Sor Julia Figueredo, ha crecido el número de voluntarios y la cantidad de donativos. «Cada martes un frutero anónimo nos trae fruta y 20 personas se han unido para poner una cuota. Nos llaman para ver qué necesitamos, lo compran y lo traen», explica. Aunque «quizás lo peor está por llegar», opina. Cuenta que «cada vez atienden a más personas que vivían bien, parados de larga duración» que agotan las prestaciones y cuya situación se complica cada día. «Animo a todas las personas que lo necesiten a pedir ayuda, que no les dé vergüenza», recomienda la directora.
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