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Detalle de la tumba del matrimonio en el Monasterio, es de alabastro y de estilo gótico tardío. :: HOY
BALBOA Y SU SEÑOR DON PEDRO (Y II)
SOCIEDAD

BALBOA Y SU SEÑOR DON PEDRO (Y II)

FELICIANO CORREA

Lunes, 17 de septiembre 2012, 02:09

Entre las importantísimas familias que tenían presencia en Xerez cerca de Badajoz en los siglos XV y XVI, estaban los Portocarreros. Era el suyo un protagonismo de oro y alcurnia; ellos y otros significados nobles harán que la villa alcance la categoría de ciudad tempranamente, en 1525, mientras que Llerena, capital de la orden santiaguista, no la obtendrá hasta 1640.

Es mi intención aquí desatacar la importancia de un apellido vinculado por las cuatro esquinas a las áreas de máxima influencia social. Así, Alonso de Cárdenas, elegido Maestre de Santiago en 1477, en Azuaya, -aunque ya se llamaba Maestre antes-, y enterrado en la iglesia de Santiago, en Llerena, con su esposa Leonor de Luna, viene de la vieja rama de los Señores de Vizcaya, y casará a su hija Juana con Pedro Portocarrero, 'el Sordo', hijo de Juan de Pacheco, Maestre de Santiago, Marqués de Villena, y de María Portocarrero. Basten esas referencias del tronco genealógico para hacerse idea del poder que va a tener la persona a la que servirá Balboa.

Hay que pensar en la fortuna enorme de quien entra al servicio de señor tan principal, y por ello a pesar de nacer en una villa de interior tan alejada a las ciencias de la navegación, escuchará noticias marineras acompañando a su señor

Parémonos ahora en el testamento de don Pedro, 'el Sordo' a fin de catar algunos matices que aporten solidez a lo que aquí planteamos. El original forma parte de los fondos del Archivo de Medinaceli, y la trascripción del traslado de la apertura del mismo se conservaba en el Monasterio de Santa Clara, en Moguer, y en la actualidad está en el Archivo diocesano de Huelva, según me informa el investigador y director del AHM de Moguer, Diego Ropero-Regidor. El testamento se abre en Xerez el día 27 de julio de 1519, año en el que en la otra orilla era decapitado Balboa, y se lee dentro del castillo jerezano ante el teniente corregidor de la villa Antón Rodríguez y el escribano Ruy Gonçalves. Están presentes sus hijos Juan Portocarrero, Alonso de Cárdenas y Alonso Pacheco, los cuales testimonian que, en efecto, había fallecido en esta villa el día 20 de julio de ese mismo año, pero habiendo otorgado este testamento el día 16 mayo de 1518 en Villanueva del Fresno ante el escribano Juan de Mata. El documento tras declarar su credo católico, dispone ser enterrado en el Monasterio de Moguer -donde ha profesado su hija Catalina-, «en la capilla mayor de dicho Monasterio donde están enterrado mis abuelos e que abran un arco en la pared de la dicha capilla a la mano derecha del sagrario donde quepan nuestros bultos de doña Juana de Cárdenas, mi mujer y mío». El guía turístico del lugar Francisco J. Rodríguez Reyes me ha proporcionado información y fotos de los enterramientos, que agradezco. Al testar indica su preocupación por la villa de Xerez y por sus fidelidades religiosas al sitio; así manda hacer y perfeccionar tres sagrarios, mencionando en primer lugar a la iglesia que está frente a su propia casa, la de San Bartolomé. Estos documentos en la Baja Edad Media atendían a cuestiones de caridad para merecer el mejor descanso del alma, ocupándose de los desvalidos, doncellas huérfanas o pobre. Y son tanto los miles de maravedis que menciona en su reparto que dan idea de la inmensa fortuna de la familia. De los allegados al cuerpo de la casa pocos se mencionan, no obstante nos resulta curioso cuando indica: "Y mando que Jorge y Juan Peres, cocinero y Pedro Corto e Alonso de Toro e Alonso de las Andas y Baltasar y Pero Pastelero, nuestros esclavos que son cristianos, que sirven a mí e a la dicha Juana de Cárdenas, mi mujer. después de mi fallecimiento e della sean libres." otros no citados entiende el testador que ya tenían bastante con poder comer cada día en hogar tan bien equipado. Son enormes las mandas de cientos de misas y rogativas, para acercarle al paraíso.

Cuando muere don Pedro, Balboa lleva ya dos décadas fuera de Xerez, pues embarcó con Rodrigo de Bastidas en 1501 en Sevilla, y no se tenían noticias sobre sus andanzas en esa ancha maraña de rumores sobre el nuevo mundo, salvo los allegados a las peripecias del jerezano. Sí hay otras referencias a Xerez en el testamento, pero ninguna significativa para aportar luz sobre el descubridor. Así que ante la ausencia de otros datos aludimos a otros Portocarrero de prestigio pues con ello reforzamos nuestro aserto del protagonismo del apellido en estos territorios. Su hijo Juan Portocarrero fue alcalde mayor de Sevilla, comendador de Estepa y Segura de la Sierra en la Orden de Santiago. Rodrigo Portocarrero, clérigo, otorgó testamento en Xerez el 27 de noviembre de 1535. Francisca Portocarrero testó en el Valle de Matamoros el 21 de enero de 1561, casó en 1513 con don Juan de Sotomayor, Señor de Alconchel.

Muy destacado fue Pedro Portocarrero, 'el de la Goleta', Capitán General de la Goleta de Túnez, donde falleció prisionero de los moros en 1574. Otro Pedro Portocarrero, apodado 'la Muerte', recibió de Felipe II el título de Comendador de las Casas de Córdoba de la Orden de Santiago; fue sepultado el 14 de mayo de 1609 en la capilla Mayor de la parroquia jerezana de Santa María, donde había nacido.

Es enorme la nómina de personas influyentes de esa familia, pero para no alargar más esta relación me referiré a Alonso Pacheco Portocarrero, III Señor de las Sirgadas, que falleció en Jerez el 15 de enero de 1587, siendo enterrado en la Capilla Mayor de la Iglesia de Santa María. Este poderoso personaje casó dos veces, primero con doña Ángela de Arellano, hija del Conde de Castelar, y en segundas nupcias, en 1577, con doña Mariana de Céspedes. La enamoradísima Mariana esculpió en latín un singular epitafio que debería figurar en las antologías de la literatura romántica. Merece la pena leerlo.

Como colofón referiré que Alonso Portocarrero, VI Señor de las Sirgadas, fue capitán de caballos de corazas, regidor perpetuo de Jerez, donde nació y Alguacil de la Inquisición en Llerena.

Pocas familias en Jerez y su dilatado término tuvieron tanta fuerza y poderío. En aquella villa de tierra adentro, que los Templarios hacen famosa y los Santiaguistas la hacen grande, nace Balboa en un momento afortunado. Es verdad que seguían las enormes diferencias de clase propias del Antiguo Régimen, pero algunos villanos e hidalgos se beneficiaban a la sombra de sólidos blasones. Para Vasco Núñez los Portocarrero resultaron una buena escuela de entrenamiento. Eran días de luces donde el Renacimiento con sus inventos insuflaba caminos inéditos, y ello quebró las encadenadoras fronteras del conformismo. Parecía abrirse un tiempo de esperanzas y en esa oportunidad estuvo Balboa, una persona que de no haberse tropezado en la vecindad de la parroquia con sus señores, hubiéramos perdido su rastro y su nombre se habría desvanecido entre las costuras amarillas de la historia.

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