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Puri con los papeles de su antiguo piso de la calle Ródano. :: MARISA
«Ahora, mi marido y yo dormimos en un colchón en el suelo»
CÁCERES

«Ahora, mi marido y yo dormimos en un colchón en el suelo»

Concepción Silva, la primera desahuciada de este año, lleva cuatro meses viviendo con unos familiares en Aldea Moret

MANUEL M. NÚÑEZ

Martes, 23 de octubre 2012, 03:53

Concepción y Jesús tardarán mucho tiempo en olvidar la mañana del martes 12 de junio. Aquel día, poco después del amanecer, agentes de la Policía Nacional y Local tomaron literalmente un tramo de la calle Ródano. Minutos más tarde este matrimonio de Aldea Moret se vio obligado a abandonar precipitadamente su casa. El primer piso del bloque 5 fue desalojado y Jesús y Puri, como conocen todos en el barrio a esta mujer de 62 años, se convirtieron en los primeros desahuciados en Las Minas por la Consejería de Fomento y Vivienda.

El Gobierno extremeño ya había avisado días antes: la intervención estaba garantizada, se había acabado la política de hacer la vista gorda con los impagos de los recibos mensuales. Ellos tenían una deuda de 6.000 euros. Sin embargo, además del primero, ese desahucio no fue uno más. El marido sufre una minusvalía, carecen de recursos, ambos tiene más de 60 años. Incluso la propia alcaldesa, Elena Nevado, se interesó por el expediente.

Concepción Silva siempre se ha mostrado agradecida a la regidora, sobre la que reconoce que en alguna ocasión incluso ha pagado de su propio bolsillo alguna de las facturas de la luz que tenía pendientes de pago. No obstante, han pasado ya cuatro meses y la situación sigue exactamente igual. «Nos dijeron que nos iban a buscar un piso, que nos darían una solución, pero por ahora estamos esperando», relata la afectada, que se gana la vida vendiendo romero por las calles.

El jueves tenía previsto acudir al Instituto Municipal de Asuntos Sociales (IMAS) y entrevistarse con la concejala. Lo que no sabía Concepción e s que ese día se celebraba pleno municipal por lo que no lo tenía fácil para que Marisa Caldera le diese respuestas. En el propio IMAS han confirmado a este diario que continúan las gestiones para que el matrimonio tenga un nuevo hogar. Eso sí, admiten que no van tan deprisa como la propia familia querría. «Llevamos cuatro meses fuera de casa ya. Nos ha acogido mi nuera. Pero somos siete personas. Mi marido y yo nos acostamos en un colchón en el suelo», explica Concepción Silva, con buen ánimo a pesar de todo.

El disgusto que supuso el desahucio ha tenido luego continuación. En realidad, Asuntos Sociales llegó a ofrecer una de las viviendas sociales del Ayuntamiento a este matrimonio, pero el recibimiento que tuvieron en el bloque no fue ni mucho menos el esperado: «Nos lo dieron el mes pasado y cuando fuimos a verlo todo se complicó. Los vecinos no querían tener gitanos allí y nosotros tampoco quisimos problemas», confiesa. Jesús y Concepción continúan viviendo en otro piso social de la Junta de Extremadura en la calle Juan García. Eso sí, «de prestado», recuerda, con sus nietos, su hijo y su pareja.

«No es agradable estar así, sin tu casa, sin nada. Lo peor es que nos dijeron que esto se iba a arreglar pero vemos que pasa el tiempo y nada. El Ayuntamiento hace lo que puede. Saben que no fue justo lo que tuvimos que sufrir», repite de forma insistente esta mujer a la que apenas le quedó tiempo de recuperar sus enseres básicos cuando fueron desalojados.

«No pude salvar nada. Solo los cuadros de mi hija -que había fallecido-», relataba a HOY el 13 de junio, solo unas horas después del desahucio.

«¿Vamos a robar para poder pagar?», se preguntaba Jesús Hernández Montaño, de 63 años, al ser despojado de su casa. Ahora él y su mujer se hacen otra pregunta: cuándo tendrán un techo propio y una cama sobre la que dormir.

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