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Sábado, 3 de noviembre 2012, 02:59
La muerte de Katia Esteban, Cristina Arce y Rocío Oña y el estado en que se encuentran la menor Belén Langdon y María Teresa Alonso a causa de la parada cardiorrespiratoria que sufrieron por aplastamiento en la madrugada del jueves en el Madrid Arena exige un pronto esclarecimiento de los hechos y la inmediata adopción de cuantas medidas contribuyan a evitar otra tragedia en las mismas circunstancias. Lo ocurrido apunta a la posible concurrencia de irregularidades administrativas y de responsabilidades penales que dieron como resultado tan fatal desenlace. En ningún caso puede ser presentado como si se tratara de un accidente casual, puesto que el relato de lo acontecido permite descubrir conductas que por acción u omisión son reiteradas en la organización del ocio masivo. Un aforo que se ve superado por la posible venta excesiva de entradas o la mala organización interna. Jóvenes que irrumpen en el recinto creyéndose con derecho a disfrutar de aquello para lo que no adquirieron pase alguno hasta provocar un colapso. Medidas de seguridad exiguas para afrontar las necesidades y los imprevistos de una concentración tan multitudinaria. La salvaje acción de quienes hicieron estallar artefactos pirotécnicos en medio de tanto gentío. El acceso franco de menores de edad a una fiesta en la que la venta y consumo de bebidas alcohólicas ocupa un lugar central. Es un cuadro que se repite todas las semanas en infinidad de sitios de España. En una primera reacción práctica, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, anunció ayer que el Ayuntamiento no volverá alquilar recintos municipales para fiestas o conciertos de similares características al del origen de la tragedia. A esta medida hay que objetar que más que prohibiciones, estas lamentables situaciones exigen que la normativa vigente se cumpla de forma escrupulosa y que las autoridades correspondientes garanticen su eficacia, ya sea en un recinto municipal, una plaza de toros o un estadio de fútbol. También habrá que comprobar si los requisitos de seguridad deben ser más rigurosos y la actuación institucional más diligente, sobre todo cuando se espera semejante aglomeración de personas jóvenes en un evento nocturno.
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