Piden 20 años en el psiquiátrico para el supuesto asesino de Navalvillar de Ibor

La imagen que describe el fiscal encargado del caso del crimen de Navalvillar de Ibor llama bastante la atención. Un hombre de 62 años, Leónides M. F., apostado en la puerta principal de su casa de planta baja. Escondido tras la cortina de canutillos de la entrada, con la puerta abierta y con una escopeta de caza en las manos. Así esperó hasta que pasó frente a la puerta, a cinco o seis metros de distancia, la mujer a la que quería matar, su vecina Esperanza, de 59 años. Cuando la vio, se acercó la escopeta a la cara con sangre fría, sacó el cañón entre las hileras de la cortina y disparó.

Ocurrió a las tres y media de la tarde del 27 de abril de 2010. El fiscal indica que el tiro de Leónides fue certero y mortal. El proyectil penetró por la axila izquierda de Esperanza, perforando el pulmón izquierdo, el corazón y el pulmón derecho. La muerte fue inmediata.

Tras el disparo Leónides se encerró en la casa, con sus dos escopetas de caza, para las que tenía licencia, y una caja de cartuchos. Hubo momentos de tensión en el pueblo, que esperó a la Guardia Civil. Al llegar los agentes, los familiares del presunto asesino convencieron a éste para que no siguiera disparando. Entregó la escopeta que había usado por una de las ventanas de la casa antes de que entraran los guardias a por él .

En la Audiencia de Cáceres ya están preparando el tribunal de jurado para este supuesto caso de asesinato. El juicio comenzará el 10 de diciembre. Los ciudadanos que formarán el jurado tienen que analizar todas las pruebas que rodean a este drama. Sabrán que Leónides vivía en el número 55 de la calle José Antonio de Navalvillar de Ibor, con una hermana que tiene una discapacidad psíquica. En una casa situada solo a 40 metros vivía la víctima con su marido.

La fallecida, muy querida en el pueblo, estaba casada y tenía cuatro hijos. Ella se preocupaba por la hermana de Leónides, y le llamaba la atención por no tratar mejor a su hermana. Eso, según algunos vecinos, fue el motivo de que Leónides le cogiera manía y se llevara mal con la fallecida.

En el juicio los miembros del tribunal tendrán que decidir si el acusado estaba bien mentalmente cuando ocurrió el crimen. Para el fiscal, Leónides padecía un trastorno delirante crónico; estaba bajo una auténtica psicosis que anulaba su responsabilidad. Considera que cometió un asesinato y que al ser peligrosa su enfermedad, debe ser ingresado 20 años en un psiquiátrico. También pide que indemnice a los familiares de la fallecida con 370.000 euros.