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J. LÓPEZ-LAGO
Domingo, 18 de noviembre 2012, 01:58
Cañería y depuradora parecen dos conceptos opuestos, pero solo lo parecen. Villalba de los Barros (Badajoz) tiene una depuradora de aguas residuales, como cualquier otro municipio de su tamaño, pues la normativa europea es cada vez más exigente sobre vertidos que llegan a los ríos. Pero hasta esta instalación situada a las afueras del pueblo el trabajo ya viene casi hecho. Se trata del único municipio de España que empieza a depurar bajo los pies de sus vecinos, desde las propias alcantarillas.
Se trata de un proyecto piloto impulsado por el consorcio medioambiental Promedio, por el cual la red subterránea de conducciones incluye varios dispositivos -hasta siete- estratégicamente colocados. Así las aguas que vierte el pueblo hacia el río Guadajira llegan lo más limpias posibles antes de su tratamiento habitual.
Esto no solo ahorra costes al eliminar la mitad del fango que llega a la planta de tratamiento sino que reduce olores a los vecinos pues el proceso dedicado a recuperar el agua limpia se inicia en el propio pueblo, no a las afueras, donde está situada la Estación de Depuración de Aguas Residuales (EDAR).
Como en Nueva York
Este sistema se está probando en Estados Unidos, concretamente en Nueva York, donde se ha comprobado que la red de saneamiento puede ser, además, una gran depuradora.
En España esta tecnología americana -llamada in-pipe- ha empezado a probarse en Extremadura dentro de un proyecto piloto y la elección de Villalba de los Barros no es casual. Según cuenta Rafael Castillo, jefe de planta de la EDAR de esta localidad, el río Guadajira es muy castigado a su paso por Tierra de Barros cuando llega la campaña de la uva y la aceituna.
En esa época, las cooperativas están a máximo rendimiento y los residuos de las bodegas de vino (vinaza) y almazaras (alpechín) multiplican la contaminación del agua por cinco, de modo que la infraestructura prevista para un pueblo de unos 1.800 habitantes debe soportar unos residuos extras durante agosto y septiembre que equivaldrían a los de un municipio de 10.000 habitantes. «Este impacto repentino en el proceso rompe el equilibrio de la depuradora», explica Castillo.
En Villalba el remedio a esto empieza bajo la tapa de varias alcantarillas del pueblo, de donde cuelga un cajetín. Ahí dentro está la clave del proceso. Contiene un bote con un compuesto orgánico líquido y una bomba al lado que inyecta gota a gota las bacterias que destruyen la materia orgánica del agua sucia que corre por los colectores.
Estas bacterias son el empleado perfecto: resultan inocuas al ser humano y mueren al realizar su trabajo en la planta de tratamiento.
Pero para que el sistema sea eficaz hay que insistir todo el año, no basta con aplicar este método solo cuando se aproxima la campaña de la uva y las industrias vitivinícolas empiezan a contaminar. Por eso un operario se encarga cada mes de rellenar el bote con el compuesto orgánico y de cambiar las baterías para que la bomba haga su trabajo.
Este pretratamiento de modo continuado crea una película sobre la cañería -denominada biofilm- que contribuye decisivamente a que la idea tenga éxito.
En realidad un río hace este trabajo de forma natural pues sus aguas contienen esas bacterias que matan la materia orgánica. Una depuradora solo acelera este proceso pues la presión de las actividades industriales es demasiado alta hoy día. Ahora la novedad es que las cañerías de Villalba ayudan a la depuradora y van anticipándole trabajo, explica Antonio Palma, técnico de Promedio.
Ahorro en la factura del 10%
Como se sabe, Promedio es un consorcio medioambiental perteneciente a la Diputación de Badajoz que, entre otras funciones, ayuda a los municipios a gestionar sus aguas residuales. También vigila la calidad de su depuración debido a que la mayoría de pueblos pequeños no tienen personal cualificado ni capacidad económica para esta tarea.
Según explican desde este consorcio, los beneficios no solo se limitan a la mejora del tratamiento en la depuradora. La actividad de los microorganismos en los colectores reduce la corrosión de las tuberías y evita atascos en la red al acumularse menos fango.
Pero lo más importante, destaca Rafael Castillo, es el ahorro energético, el gran objetivo del proyecto . Según sus cuentas, después de una temporada de funcionamiento ha rebajado la factura mensual en casi un diez por ciento.
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