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M. ÁNGELES MORCILLO
Domingo, 2 de diciembre 2012, 10:21
Los ciudadanos de Mérida tendrán que acostumbrarse a la imagen de camiones de gran tonelaje cargados hasta arriba de camalote transitando por el Puente Romano. Lo seguirán haciendo durante los próximos meses.
Un trasiego que ha preocupado desde el principio a los responsables del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida por el efecto que este tráfico pueda tener en el monumento emeritense. Efectos que pueden traducirse en daños irreparables para la obra de ingeniería romana si no se toman las medidas necesarias a la hora de desempeñar los trabajos.
Para seguir un protocolo adecuado y coordinar los trabajos, el pasado 23 de noviembre se reunieron los responsables del Consorcio con los de la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Un encuentro en el que se acordaron diversas pautas de actuación para hacer sufrir al puente lo menos posible y evitar posibles daños.
Así lo confirma el director del Consorcio, Miguel Alba. Asegura que aunque el Puente Romano siempre ha tenido grietas, una de las medidas que se ha tomando en los últimos días es la colocación de varios testigos a lo largo de la estructura del monumento, sobre todo en los lugares donde se han localizado las pequeñas fisuras. «Los testigos son unas pequeñas franjas o cintas de argamasa de cal. Las hemos insertado en varias partes del puente. Si a lo largo de los días observamos que en ellas se ha producido algún cambio en su estado, es decir, aparece en ellas alguna grieta, eso nos dará la pista de que el paso y el peso de los camiones por el puente está perjudicando seriamente su estructura», explica Alba. Añade que, al menos hasta el momento, no se han notado incidencias en ninguno de ellos.
De todas formas, confirma que si en algún momento se notara una rotura en alguno de los testigos se interrumpiría totalmente el paso de los vehículos por el puente. En este caso, la Confederación del Guadiana tendría que buscar una manera de trasladar el camalote a los lugares donde se deposita sin pisar el monumento.
Uno de estos testigos puede verse en uno de los arcos del puente situado al lado del descendedero de la barriada de San Antonio. Es una pequeña muestra, porque el personal de Consorcio los ha instalado a lo largo de todo el puente, sobre todo en la parte del descendedero más próximo a la Alcazaba.
Que no vuelva a pasar más
El director del Consorcio afirma también que en la reunión con la Confederación del Guadiana se habló de varias cosas. «Dijimos a sus responsables que tienen que hacer lo posible para que lo que ha pasado este año con el camalote no vuelva a suceder más. Les pedimos que otros años se prevenga la invasión de la planta poniendo muchas más barreras río arriba».
Otro de los puntos que se acordaron en el encuentro es que, en la medida de lo posible, no circulen por encima del puente, al mismo tiempo, más de dos camiones. Además, no deben hacerlo juntos o a una corta distancia, sino alejados lo más posible el uno del otro. «Esto evita que se cargue mucho peso al mismo tiempo en un mismo punto de la estructura, por lo que se evita que sufra», explica Alba.
También se quedó en que el Consorcio mandaría personal al Puente Romano. Un equipo de seguimiento que supervise los trabajos y verifique que los acuerdos a los que se han llegado con la Confederación Hidrográfica se cumplen.
Alba también asegura que se han comprometido desde la Confederación a que los deterioros que se están produciendo en el puente por el tránsito continuo de vehículos pesados, como es la rotura de adoquines o el hundimiento de la calzada y de una parte del descendedero, se repararán, y que se devolverá al monumento al estado en el que los trabajadores se lo encontraron antes de iniciar las obras. «La remodelación se hará una vez se haya retirado todo el camalote de esta zona del río», añade Alba.
También será necesario hacer una exploración de la cimentación del puente. Se rellenará de arena las partes del cauce del río que hayan variado a causa del efecto de las corrientes que han pasado por lugares por donde anteriormente nunca lo habían hecho, algo que ha sido provocado por la presencia de camalote. «Hay que conseguir, o al menos intentar, devolver el lecho del río a como estaba antes de sufrir el ataque invasivo de esta planta», finaliza Alba.
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