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La familia Pereira en las instalaciones que Placonsa tiene en Plasencia. :: ANDY SOLÉ
ASUNTOS DE FAMILIA
REGIONAL

ASUNTOS DE FAMILIA

Las empresas familiares son mayoría en la región, con un volumen de negocio equivalente al 80 % del PIB regional

PILAR ARMERO

Domingo, 9 de diciembre 2012, 14:47

El 85 % de las empresas de la región están en el grupo de las denominadas familiares, negocios en los que más de la mitad de la propiedad se encuentra en manos de una misma familia, cuyos miembros ocupan cargos de gestión. En el caso de que el negocio cotice en Bolsa el porcentaje mínimo de propiedad para ser empresa familiar pasa del 51 % al 25 %.

La inmensa mayoría de las empresas de la región se pueden considerar como familiares, y su volumen de negocio asciende a unos 14.500 millones de euros, lo que equivale al 80 % del producto interior bruto (PIB) total regional.

Estas cifras facilitadas por la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar (Aeef) bastan para advertir del peso económico y social que tienen y su importancia como motor económico, más aún en tiempos de crisis.

Por el momento, se mantienen a flote a pesar del temporal gracias al tesón de sus gestores, que han mamado el negocio en casa desde que nacieron y no están dispuestos a dejar que lo que crearon el padre, el abuelo o el bisabuelo se vaya al traste.

Los expertos consideran que representan una oportunidad única para poner en valor y potenciar la figura del empresario; y al mismo tiempo para animar a las jóvenes generaciones a que edifiquen su propio futuro dando continuidad al negocio. Su importancia ha llevado incluso a crear una Cátedra de Empresa Familiar que funciona desde hace seis años en la Universidad de Extremadura.

«En estos momentos de crisis estas empresas están apostando con su patrimonio familiar para intentar sobrevivir, haciendo más esfuerzos por mantener los puestos de trabajo de sus empleados, ya que suelen llevar mucho tiempo trabajando para la empresa familiar», indica Ascensión Barroso, de la cátedra universitaria extremeña, desde la que se les recomienda que tengan un protocolo por escrito en el que se determine la sucesión.

«Están teniendo problemas de carácter familiar porque ningún sucesor quiere hacerse cargo debido a los difíciles momentos que se atraviesan. Ocurre sobre todo en las que no tienen prevista la sucesión, que según nuestros estudios son la mayoría de las que están funcionando en la región».

En algunos de estos negocios sin embargo se ha dado paso ya a la cuarta generación de trabajadores. Ocurre en el Grupo Laura Otero de Miajadas, dedicado a la distribución eléctrica y fundada a finales del siglo XIX, concretamente en 1893 por Juan Antonio Otero Doblado. Su consejero delegado es actualmente su bisnieto, Eugenio Manzano Otero, que está seguro de que tendrán relevo con una quinta hornada de empresarios de la misma sangre. «Son todavía muy jóvenes pero ya se van encaminando hacia ello. Tengo la certeza al cien por cien de que continuarán con nuestra labor», dice.

En Eléctricas Pitarch andan por la tercera generación, con empleados que son familia de los primeros trabajadores con los que se fundó hace ya 80 años en Cáceres. Un detalle que pone de manifiesto que la familiaridad no afecta solo a los patronos, sino también a la relación entre estos y sus trabajadores.

«La existencia de una empresa familiar te anima a seguir en ella porque en ella has visto trabajar a tu familia y tienes esa inquietud», apunta Alfonso Pitarch, nieto del fundador.

En la capital autonómica, BigMat Tevisa se encuentra ya en manos de una segunda generación, los De la Villa Vega, sucesores de su padre, Lorenzo, que en 1950 abrió un pequeño taller en el que elaboraba piedra artificial, terrazo y revestimientos de fachadas y escaleras.

«Algunos miembros de la tercera generación son profesionales libres pero colaboran con la empresa de forma habitual», indica su administrador, Andrés de la Villa, que cree que es conveniente que los más jóvenes estudien y se profesionalicen fuera de la empresa para adquirir conocimientos y experiencia.

«Posteriormente la colocación deberá estar basada en su capacitación para desempeñar el puesto al que concurra, y sobre todo su predisposición a acatar las normas y defender los objetivos de la empresa y de la familia», indica.

Hay también comercios, los más tradicionales de cada localidad, en los que la estela de la familia también se extiende muchas veces incluso en el nombre de pila de sus responsables, que se hereda de padres a hijos. Al frente de la pacense Sastrería y Confecciones Velázquez se encuentra desde hace tiempo Felipe Velázquez, de 44 años, hijo del fundador, que se llamaba de la misma forma.

«Murió hace año y medio. La abrió en 1956 y durante muchos años fue taller». Felipe hijo se recuerda desde pequeño en este ambiente, «viendo cómo tomaban medidas, probaban, cortaban patrones... Me encantaba». De hecho y a pesar de su paso por la Facultad de Derecho, ha acabado al frente del negocio.

Uno de los aspectos que más les preocupa a estos empresarios es garantizar una continuidad de calidad. O lo que es lo mismo, que la empresa familiar no se convierta en un 'colocadero', en un destino seguro independientemente de que se valga o no para ocuparlo.

Luis García Torremocha es uno de los empresarios 'cachorro' de la región, que con 31 años forma parte de la empresa familiar Movilex, dedicada a la gestión de residuos. Además, preside el Foro de Jóvenes de la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar, al que pertenecen los menores de 40 años que ya se han incorporado al negocio de los suyos. Asegura que a esa edad la mayoría están desarrollando tareas de gestión, una circunstancia que destaca como importante por lo que supone de relevo generacional.

«En momentos de crisis como el actual se advierte de una manera especial la fortaleza de estas empresas respecto a otras. No estamos dispuestos a dejar que lo que crearon nuestros abuelos o nuestros padres pueda perderse, de manera que luchamos al máximo por mantener ese legado».

Sienten la empresa de una manera especial y la interiorizan hasta el punto de que les cuesta trabajo desenganchar cuando cierran la puerta del negocio para abrir la de su casa. «Es muy difícil hacerlo. De hecho, yo no lo he conseguido», asegura este joven empresario que mantiene que uno de los valores que pasan de generación en generación es el de la unión.

«Es lo que vemos desde pequeños, una forma especial de vivir el negocio que te anima a participar de la gestión y a luchar por los intereses generales de la empresa familiar».

El Foro de Jóvenes de la asociación extremeña organiza visitas a empresas con sus asociados, «para conocer formas de trabajar únicas o diferentes» de las que sacar provecho aplicándolas al propio negocio. Organizan encuentros, jornadas, comidas... con el fin de compartir experiencias con quienes se dedican a la misma tarea tanto en esta como en otras regiones.«No podemos quedarnos parados, menos todavía ahora», señala.

Una generación de jóvenes que tiene mucho que ayudar en el que, junto a asegurar el relevo generacional, es el otro gran objetivo de la empresa familiar extremeña: la internacionalización.

«Hace diez, quince años, nuestro reto era el desarrollo tecnológico, incorporar nuevas herramientas de gestión, pero ahora está en buscar nuevos mercados en los que colocar nuestros productos. La supervivencia de la empresa familiar pasa por ahí», indica el presidente de la Asociación Extremeña de la Empresa Familiar, Alfonso Pitarch.

Apunta, además, que una reivindicación histórica de estos grupos familiares es que se suprima el impuesto de sucesiones y donaciones, un tributo que consideran de escasa recaudación y que creen que si se dejase de cobrar favorecería la generación de empleo.

Evitaría también la descapitalización de las empresas extremeñas que prefieren fijar su domicilio fiscal en aquellas comunidades autónomas que no lo cobran y con ello dejan de tributar en la tierra de origen.

No es la única petición que lanzan a las autoridades. Flexibilizar una burocracia que a veces desespera, estabilizar el marco jurídico para facilitar las inversiones y fomentar el espíritu emprendedor desde la más temprana etapa educativa, son otros objetivos que aseguran que beneficiarían su progreso y con él, el del resto de la sociedad.

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