

Secciones
Servicios
Destacamos
PILAR ARMERO parmero@hoy.es
Lunes, 25 de febrero 2013, 11:40
Cada 15 de agosto y cada 1 de noviembre los hijos de Granadilla se juntan en este pueblo del norte de Cáceres que se desalojó hace 47 años por la construcción del pantano de Gabriel y Galán. Son dos fechas, la celebración de La Asunción y de Todos Los Santos, que no pasan por alto las familias que entonces no tuvieron más remedio que marcharse. Dos días de fiesta hacia los que intentan arrastrar también a sus descendientes, a pesar de que muchos de ellos ya no nacieron allí.
«Es mucho lo que nos sigue uniendo a nuestro pueblo. Lo llevamos en la sangre, siempre que podemos regresamos», asegura Eugenio Jiménez, presidente de la asociación Hijos de Granadilla.
El pintor Enrique Jiménez Carrero también es granadillano y vivió en la localidad hasta que tuvo nueve años.
«Allí hice la primera comunión, me fumé mi primer cigarro y me tomé el primer vino. Tengo muchos recuerdos, muy bonitos y muy claros», rememora a través del teléfono desde su casa de Madrid, desde donde cada vez que puede se desplaza hasta su pueblo, a unos 50 kilómetros de Plasencia en dirección a Salamanca.
Además de ellos y de los turistas que se asoman por este privilegiado enclave, cada verano desde hace 28 años lo han venido llenando estudiantes de toda España que participaban en un programa de recuperación arquitectónico que el Gobierno central ha decidido dejar aparcado. Han sido miles los que lo han venido haciendo pero desde este estío ya no vendrán y no se sabe si algún día se recuperará esa iniciativa que el Gobierno central puso en marcha en 1984. Por eso en la Junta se está pensando en organizar alguna actividad que permita poner en valor este enclave, darle más contenido del que tiene.
«Se están manteniendo conversaciones con el Ministerio de Educación y Cultura», indican en una nota en la que también recuerdan que Granadilla no les pertenece sino que depende del Organismo Autónomo de Parques Nacionales, que a fin de cuentas es el que tendría que dar permiso para poner en marcha cualquier iniciativa.
El caso es que el pueblo queda ahora más vacío de contenido, como un mero museo que se podrá visitar de 10.00 a 13.00 y de 16.00 a 19.00 horas excepto los lunes, que es la oferta actual y eso es algo que no quieren ni la asociación ni tampoco quienes están ligados por una u otras razones a este lugar. Creen que si no se le dota de algún aliciente más puede llegar a perder interés a pesar de las posibilidades sobre todo turísticas que se le atribuyen.
«Me parece el sitio ideal para instalar el Museo Nacional de la Emigración o para organizar congresos y combinarlos con actividades turísticas. Granadilla es una fuente de turismo impresionante y eso lo alentaría todavía más, pero tengo la impresión de que los políticos no son muy conscientes de ello», indica Jiménez Carrero.
En el mismo sentido es crítico el portavoz de la asociación Hijos de Granadilla cuando dice que «ni los políticos que estaban antes ni los que están ahora han sabido darse cuenta de las posibilidades de este espacio» y de ahí que cada vez se vaya sumiendo más en un abandono que puede no llegar a tener remedio. «De los que nacimos allí cada vez vamos quedando menos y a nuestros hijos intentamos con todas nuestras fuerzas inculcarles el amor por nuestra tierra, pero no podemos exigirles que lo amen igual que nosotros. Mis hijas por ejemplo ya nacieron en Madrid y no van a sentir lo mismo».
Por eso piden a las administraciones que reaccionen, que se pongan en marcha y activen proyectos que devuelvan la vida a un lugar que se quedó sin ella hace ya casi medio siglo. Planes que resulten atractivos y animen a visitarlo a todo el mundo.
Entre las propuestas que se lanzan desde la asociación está la de favorecer el turismo cinegético creando un hotel en las afueras del pueblo, diseñar recorridos en barco por el pantano que hagan fonda en Granadilla pero también en lugares como Casar de Palomero, para dar de esta manera paso a Las Hurdes o que se favorezca igualmente el acceso a esta última comarca alargando hacia ella la carretera que lleva a Granadilla y allí mismo muere.
Quienes quieren de corazón a esta localidad temen que el abandono del programa de recuperación la convierta todavía en más fantasmagórica de lo que ya lo es y no quieren que suceda.
«Para empezar habría que eliminar la cancela desde la que se entra porque eso permitirá por ejemplo que un hijo de Granadilla entre cuando quiera para enseñarle a sus amigos dónde nació, en lugar de tener que esperar a que llegue la hora de que abran la puerta».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.