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FRAN HORRILLO
Miércoles, 27 de febrero 2013, 09:52
Con el sabor del mejor vino de pitarra, de elaboración estrictamente casera, muchos campanarienses disfrutaron hace unos días del flamenco en estado puro. Y lo hicieron en el transcurso del concurso de vinos de pitarra, organizado por la Peña Flamenca 'Duende y Pureza-Pepe el Molinero' de Campanario, y que este año llegaba a su décima edición.
En la localidad campanariense son muchas las personas las que hacen vino para consumir en familia y sobre todo en las fiestas navideñas o en las de primavera, como la romería de Piedraescrita o el día de la Caseta. Un vino ideal para acompañar platos típicos, como las migas extremeñas o una caldereta.
La artesanal recolección y cuidados a los que son sometidos, y la escasez e incluso inexistencia de productos químicos, dotan a este vino de agradables sabores y aromas. Aunque muchos de ellos también se caracterizan por sus altas tasas de graduación alcohólica.
Partiendo de esta idea, desde hace diez años se viene celebrando en Campanario este concurso, al que concurren numerosos caldos locales. Este año concurrieron una treintena, aunque cabe destacar que el número de secos presentados fue bastante superior al de dulces, como ya se preveía desde un principio. Y es que, según los entendidos, esta cosecha ha sido más de 'vinos duros'.
Para dirimir los mejores caldos, se formó un jurado estuvo compuesto por el enólogo Ramón García y el socio local José Sánchez Díaz, a quienes en esta ocasión se le sumaron dos enólogas foráneas, que destacaron la dificultad que tuvieron a la hora de seleccionar los mejores vinos en cada categoría. Al final, en vinos secos, el primer premio fue para Isidro Calvo; el segundo fue para Antonio Carmona, mientras que el tercer premio fue a parar para un vino de Gaspar Sandía. En el apartado de dulces el primer premio fue para Julio Ciudad; el segundo para Braulio Ramírez y el tercero para Anastasio Pajuelo. Todos ellos obtuvieron un trofeo como recuerdo.
A continuación los asistentes pudieron degustar unas extraordinarias migas elaboradas por varios socios de la peña flamenca. En esta ocasión se consumieron tres calderos que hicieron las delicias de la concurrencia.
Como no podía ser de otra manera, y dado que el concurso lo organizó la Peña Flamenca, el cante, el toque y el baile se hicieron presentes durante varias horas en la sede de la peña, que es donde se celebró el acto. En definitiva, una jornada de convivencia donde la gastronomía extremeña y el arte flamenco fueron de la mano una vez más.
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