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«San Andrés fue lo mejor de Badajoz»
BADAJOZ

«San Andrés fue lo mejor de Badajoz»

«Me han ofrecido emplearme en la bolsa, pero en la bolsa de la compra», bromea 'Paco el cerillo' cuando explica a qué se va a dedicar tras cerrar por jubilación su tienda de San Andrés Francisco Anselmo Fernández Delgado Empresario de la alimentación

EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA

Sábado, 13 de abril 2013, 11:18

Francisco Anselmo Fernández Delgado, conocido como 'Paco el cerillo', es uno de esos personajes vivientes de los que puede presumir Badajoz. Carnavalero de pro y defensor de su ciudad, el pasado 3 de abril cumplió 65 años. Ese día decidió bajar la persiana de Autoservicio Delgado, un negocio casi centenario de la plaza de San Andrés que ha conocido el esplendor, la decadencia y la actual revitalización de la que fue una de las zonas más pujantes de Badajoz. «Esto era como el barrio de Salamanca en Madrid», recuerda este comerciante mientras echa mano del bolígrafo que siempre 'guarda' en su oreja.

-¿Desde cuándo funciona el Autoservicio Delgado?

-En 1927 lo abrió don Anselmo Delgado, mi abuelo. Antes había un colmado que era propiedad de Pedro Calzado, pero mi abuelo le cambió el local por un rebaño de ovejas. Yo me hice cargo hace 25 años, pero trabajo aquí desde los 16.

-¿Siempre fue autoservicio?

-Este local tiene mucha historia. Al principio, la zona de atención al público era muy pequeña y detrás había un pasillo largo con habitaciones a los lados. En una guardábamos garbanzos, en otra había aceite, en otra estaba el azúcar... Aquí venía la gente con el cántaro para que le despacháramos el aceite a granel. Y en la guerra, los vecinos se refugiaban de los bombardeos en el sótano.

-Un negocio con historia para un entorno histórico.

-Esta era la plaza más bonita de Badajoz, teníamos un vergel de flores. Y en la calle San Blas aparcaban la DKV y la Estellesa, por aquí pasaba toda la gente que venía de los pueblos. San Andrés tuvo droguería, dos o tres tiendas de calzado, estanco... Era como el barrio de Salamanca en Madrid. Aquí vivían los abogados, los médicos, la gente importante...

-¿Añora esa época?

-Tanto San Andrés como la calle Concepción Arenal y su entorno se fueron despoblando, pero aquí ha seguido viviendo gente buena.

-¿Cómo influyó en las tiendas de barrio la llegada de Carrefour?

-Afectó bastante. En este autoservicio había 10 personas trabajando y al final sólo quedamos mi señora, un muchacho y yo. Es difícil competir, mucha gente no se da cuenta de que entre los precios de las grandes superficies y los nuestros no había diferencia. A mí se me fueron muchos clientes que hacían pedidos por meses y luego volvieron.

-¿Han afectado los chinos?

-Yo no pongo reparos a eso, porque en realidad los chinos son personas trabajadoras. Es cierto que tienen el sambenito de que no pagan impuestos, pero son gente como nosotros que echan muchas horas.

-Usted también trabajaba de sol a sol...

-Desde las seis y media de la mañana hasta las nueve y media de la noche. Y en época de mi padre sólo se descansaba el domingo por la tarde.

-Dicen que Alimentación Delgado casi inventó el reparto a domicilio.

-Con la furgoneta amarilla y la moto hacíamos servicios a domicilio de toda la vida. Y sin cobrar un duro, lo mismo fueran 100 pesetas que 100 euros. Yo he repartido hasta en la zona del seminario empujando un carro cargado con cestos.

-Su furgoneta amarilla es un símbolo de Badajoz. ¿Funciona aún?

-La retiré con 22 años. Ahí se ha montado el alcalde (Celdrán) y también la usábamos cuando nuestra murga iba a cantarle a las mujeres de la vída fácil. Les encantaba.

-Volviendo a la tienda, ¿notó usted la crisis económica?

-Los negocios se han resentido mucho. Si antes se compraba un cuarto de chorizo, ahora se compran cien gramos. Como esta crisis no he conocido ninguna.

-¿Hay verdadera necesidad?

-Mucha, últimamente había que estar con los cuatro ojos abiertos, la gente no tiene ni para lo necesario.

-Parecía impensable una situación así hace cuatro o cinco años.

-La necesidad no es algo nuevo. En los años 60 era costumbre que los sábados por la mañana pasaran por nuestra tienda 50 o 60 indigentes para recoger un cartuchito con un trozo de chorizo, un trozo de morcilla y un trozo de tocino.

-¿Qué solución daría a la crisis?

-No tengo ni idea. Yo lo que quiero es que no me toquen la paga. Pienso que esto se arreglaba si todo el mundo que se ha llevado y se está llevando el dinero de España, toda la gente que roba, devolviera lo que ha cogido.

-Y qué opina del Casco Antiguo, ¿logrará remontar?

-Ha mejorado, eso se ve, la policía viene mucho a pedir documentación, pero el Casco Antiguo sigue teniendo un problema que todo el mundo sabe cuál es: la venta de droga. Porque tú ves a mucha gente con grandes coches, grandes motos, y no trabajan. ¿De dónde sale ese lujo?

-La tienda cierra, pero el carnavalero que es 'Paco el cerillo' tiene cuerda para rato.

-Yo viví el carnaval desde el inicio. El primer año fui de bailarina de ballet, me bautizaron como la Pavlova, y Miguel Celdrán salió vestido de payaso con un reloj en el pecho.

-Luego llegó la murga, 'El nombre da igual'.

-La fundó Tomás Colomer, José María Cortés y el que suscribe. Duró 27 años y el último que quedaba de los fundadores era yo. Ganamos siete u ocho veces, el año que mejor me lo pasé íbamos de enterraores y yo era el cura. Llevábamos un ataúd y dentro iba Arzallus. Yo llevaba lo que llevaban los curas antiguos en los entierros con un escudo del Atlético de Madrid...

-Si no fuera por esos ratitos...

-Es verdad, lo hemos pasado muy bien. Aunque con el Atleti me ha tocado sufrir.

-En el mundo del carnaval lo consideran un personaje

-En Badajoz hay muchos personajes, ahora mismo me acuerdo de 'el Cano' de Los Niños. Aparte de ser un carnavalero, es un actor.

-No sé si debería preguntárselo, ¿pero de dónde le viene el mote?

-Yo siempre he sido delgadito y tengo la cabeza un poco pronunciada. Fue Juan de Dios Teruel López quien me lo puso cuando estudiaba en los Maristas: y se quedó para siempre.

-A qué se va a dedicar ahora

-A vivir la vida tranquila, con mi señora, con mis dos hijos y con mi nieta. Iré a recogerlos del colegio, haré las tareas de casa... Me han ofrecido emplearme en la bolsa, pero en la bolsa de la compra.

-Su esposa debe estar encantada.

-Consuelo ha sido mi sostén en el negocio, ella era la que llevaba los asuntos económicos, sin ella esto no habría funcionado.

-¿Siente pena de cerrar el negocio?

-Me da pena y nostalgia después de estar tantos años aquí. Más que clientes, la gente que venía a comprar era como de familia.

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