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ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ
Miércoles, 17 de abril 2013, 11:49
Era una tranquila expedición de domingo de 15 palistas experimentados que navegaban por el Guadiana y que terminó en un trágico suceso con la muerte de uno de ellos, Ángel García Vázquez, militar de 44 años.
Los piragüistas iban en dirección a Puente Ajuda y al aproximarse al azud -una barrera creada para garantizar una anchura constante en el río- todos ellos se acercaron a la orilla para bajarse de la embarcación, avanzar por el camino de tierra y volver a lanzarse al agua una vez pasado el citado azud. Todos menos los dos integrantes de una de ellas. La misma continuó avanzando con la intención de, según la versión oficial, saltar el azud. Pero no lo consiguió. La piragua (un modelo K2) volcó y fue atrapada por los fuertes remolinos que se generan en este gran escalón del Guadiana, donde la fuerza del agua no permite apenas movimiento. Uno de los dos ocupantes, Salvador, pudo saltar de la embarcación, fue arrastrado por la corriente y salvó su vida. Salió del río por su propio pie. La otra persona, Isabel L.C., de 45 años, no tuvo tiempo de escapar de la piragua, la cual permaneció boca abajo y quedó enganchada entre los remolinos.
Según fuentes cercanas al suceso, fue uno de los pescadores que se encontraba en ese momento en la zona el que se percató del accidente y avisó a los demás piragüistas. Uno de los compañeros, el brigada de la Base de Bótoa Ángel García, no dudó en intervenir: caminó por encima del azud (donde el agua le cubría por la rodilla) y se lanzó al río para tratar de ayudar a Isabel. Pero quedó igualmente atrapado por la fuerza del agua.
La siguiente reacción fue la de los demás piragüistas y pescadores que estaban presenciando la escena. Uno de ellos se ató una cuerda al cuerpo y se introdujo en el agua para tratar de sacar a ambos mientras varios compañeros tiraban de él para que no corriera igual suerte. El método funcionó y lograron llevar a los atrapados hasta la orilla, donde trataron de reanimarlos.
Posteriormente llegaron los servicios de emergencia y completaron las labores. Los dos habían entrado en parada cardiorrespiratoria. Fueron trasladados al Infanta Cristina, donde unas horas más tarde Ángel falleció. Isabel ingresó en la UCI con pronóstico muy grave. Según el último parte médico de ayer, había salido del coma inducido y se encontraba grave pero estable.
Comportamiento peligroso
Tras una jornada de mucha confusión sobre cómo se desarrolló el accidente y cuáles fueron las causas, el delegado del Gobierno, Germán López Iglesias, insistió ayer en que se trataba de una imprudencia, puesto que estas dos personas, afirmó, habían intentando saltar el azud, un comportamiento muy peligroso debido a la fuerza del agua en este gran escalón de dos metros y medio del Guadiana. «Lo digo de verdad porque estuve hablando con el que iba en la piragua que volcó», confirmó López Iglesias. «Se trata de un desafortunado suceso. Ésta es una actividad que se hace en Badajoz todas las semanas. La piragua se coge entre los dos, se lleva a la misma orilla, se pasa el azud y 30 ó 40 metros más abajo se vuelve con la embarcación al agua y se sigue. ¿Qué pasa? Que estas dos personas querían saltarse el azud con la embarcación», subrayó.
La Policía Nacional tomó ayer declaración a varios testigos del suceso y la Judicial visitó a la mujer ingresada en la UCI, pero no se abrirá investigación puesto que, aseguran estas fuentes, se trata de un accidente.
«Es algo que no tiene por qué pasar nunca», manifestó Adrián Ribera, presidente del Club de Piragüismo de Badajoz. «Lo importante es que Isabel se recupere, no vamos a entrar ahora en por qué pasaron por encima del azud, pero sí queremos destacar la heroicidad del compañero Ángel», añadió.
«Este descenso por el río -continuó Ribera- lo hacemos cada año unas 7 u 8 veces. Era una actividad programada que se había planteado para disfrutar de un agradable día de naturaleza porque el río es más seguro cuánta más agua lleva, no te ibas a encontrar ni una piedra».
Nadie se podía imaginar que una tranquila expedición terminaría en semejante tragedia. Adrián Ribera insiste en que «éste es un deporte totalmente seguro». Y niega que saltar el azud sea una práctica habitual ni mucho menos. De hecho, la recomendación que siempre se da a los piragüistas es la misma: salirse del agua con la embarcación al aproximarse a esta barrera del río y volver a meterse en el agua una vez se haya dejado atrás el escalón.
En este sentido, y tras el accidente del pasado domingo, tanto el presidente del Club pacense como desde la Federación Extremeña de Piragüismo indican que una de las medidas de seguridad que se podría llevar a cabo sería la colocación de unas boyas en las proximidades del azud para delimitar la 'zona de peligro'.
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