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ROSARIO GONZÁLEZ
Domingo, 21 de abril 2013, 02:18
Dedicar un año a hablar con el cliente para diseñar la bicicleta de su vida, fabricar gafas de madera totalmente artesanales o cultivar tomates con un sistema tan antiguo que es de lo más ecológico son algunos de los ejemplos de emprendedores 'hand made' que están surgiendo como reacción frente a la crisis. Cada día son más quienes se atreven a producir de forma artesanal y a comercializar sus productos, ya sean gastronómicos, bisutería, ropa para bebés e incluso bicicletas a medida. La vuelta al hecho a mano es una tendencia en auge y la venta de sus elaborados crece de forma exponencial. La clave son productos hechos con mimo, recuperando la autenticidad que a veces se pierde en el laberinto de la producción a gran escala.
Para apoyar este tipo de iniciativas, la empresa de quesos Angulo ha creado un 'vivero de autores', con el que respalda a un grupo de emprendedores en el proceso de convertir una idea en una empresa de éxito. Entre ellos están Ana Elena Coella y Jaime Riesgo, creadores de la cerveza artesanal La Virgen. La idea surgió en San Francisco (EE UU), donde la pareja vivió el boom de las cerveceras artesanales. Aprendieron la técnica y decidieron regresar a Madrid para montar su negocio. «Elaboramos una cerveza pura, viva y fresca, sin ningún tipo de aditivo, ni conservante», explica Coella. El reto está en hacerse hueco en un mercado competitivo poco abierto a productos nuevos, aunque «también hay quien busca ese punto de diferenciación y de calidad que prueban con nuestra cerveza».
Bicis artesanales
Detrás de Amaro Bikes encontramos a Aimar Fraga, un joven bilbaíno que construye bicicletas de forma artesanal. «Es una especie de laboratorio donde fabrico bajo pedido y a medida de cada cliente», define su propietario. El resultado es variopinto, desde bicicletas con la estética de una moto años 20 hasta vehículos preparados para competir. «La construcción lleva dos o tres semanas, pero imaginarte esa bicicleta implica un diálogo con el cliente que va desde un mes hasta un año». A veces la petición se hace imposible y ha rechazado propuestas como la de un cliente que soñaba con una bicicleta batidora, que al pedalear hacía zumos. «No se trata de alquilar tu mano de obra sino de ofrecer mis bicicletas y adaptarlas al gusto y las necesidades de cada persona», explica el joven constructor.
La iniciativa de José Cabrera, de Huerta Carabaña, nació por una necesidad propia, la de volver a degustar un tomate con sabor a tomate. Con ese objetivo en mente, un grupo de olivareros de la ribera del Tajuña decidieron cultivar con sus propias manos el tipo de verduras que querían volver a comer. «Nos dedicamos a plantar en la tierra y a esperar, cuidando los productos que la tierra nos da de la forma que lo ha hecho siempre. No utilizamos plásticos, transgénicos ni ningún tipo de pesticida, por lo que son ecológicos y de temporada, no intentamos tener tomates en diciembre». Un proceso cien por cien natural que da como resultado una cosecha reducida y de gran calidad, aunque eso sí, algo más cara. «Son productos comunes pero el resultado los convierte en artículos gourmet, llenos de sabor, de vitaminas y de esas cosas que parecían haberse perdido por el camino», añade.
A los productos tradicionales se suman apuestas innovadoras como las gafas de madera de 'WoodGlass', una marca gallega que echó a andar hace dos años de la mano de Arturo Gutiérrez y Martín Rendo, que compaginan su trabajo en diseño y publicidad con un proyecto al que dedican su ilusión y muchas horas de sueño. «No sabíamos nada sobre madera, pero poco a poco hemos ido aprendiendo», explica Rendo. El 90% del material lo adquieren de plantaciones sostenibles españolas. «Cada par de gafas es único porque las vetas de la madera son distintas, lo que condiciona el acabado», destaca.
En Barcelona se desarrolla el proyecto Lito & Lola, una firma de joyería hecha a mano nacida hace tres años. Detrás de la propuesta están Mireia Martí y Dani García, socios y pareja que decidieron aunar esfuerzos en pro de un sueño común. Ella se encarga de la comunicación, el diseño y la producción. Él lleva los números. «La marca nació como hobby pero la gente nos iba pidiendo cosas y decidimos empezar a venderlas», explica Mireia. Tras varios años asociados con distintos locales, acaban de abrir su primera tienda en la capital catalana y han puesto en marcha la venta 'online'. El reto no ha hecho más que empezar. «Todo el mundo nos decía que no lo hiciéramos, pero nos lanzamos y estamos muy contentos». Son emprendedores de libro, con una idea, muchos miedos y generalmente sin apoyo, más allá del familiar.
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