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ANA B. HERNÁNDEZ
Lunes, 22 de abril 2013, 14:21
Después de superar no pocos obstáculos administrativos y económicos, la planta de reciclaje de Plasencia es una realidad. Entrará en funcionamiento antes del verano haciendo posible así la clausura definitiva de la escombrera de la carretera de Salamanca, en la que apenas queda ya espacio para más desechos.
La planta de Plasencia es solo un elemento más del gran proyecto diseñado por la Diputación para el reciclaje de ripios en la zona norte cacereña. Junto a ella entrarán en funcionamiento 15 plantas de transferencia y 125 puntos de acopio. Todo será gestionado por Araplasa, que repartirá en total 130 contenedores con una capacidad cada uno de ellos de unas 20 toneladas.
El camión de turno llegará a la planta placentina, habilitada en ocho hectáreas de la cantera, pesará su carga y pagará en función de las toneladas que lleve y del tipo de residuos. Los más costosos serán los sucios, lo que quiere decir que los desechos de construcción están mezclados con maderas, plásticos, cartones... lo que conllevará más trabajo en la planta. Después de pasar por la báscula, el camión llegará hasta la explanada donde dejará la carga. Allí hay ya cuatro grandes compartimentos en los que entre máquinas y operarios separarán los diferentes materiales. Es la primera criba que se hará. Los gestores de cada uno de ellos serán llamados por Araplasa para que se ocupen de los mismos y solo los ripios permanecerán en la planta y pasarán a una segunda criba.
Desde el compartimento serán transportados a la máquina de triaje, donde se hará esta segunda criba y desde aquí solo el material limpio, el material pétreo, se triturará en el molino. Una vez acabe este proceso, el material reciclado se venderá como árido para distintos usos como rellenos de zanjas, zahorra natural, etcétera. Araplasa cree que solo el 8% de los desechos que lleguen a la planta no podrán ser reciclados. El material no aprovechable a lo largo de todo este proceso irá al vertedero de cola, un gran agujero en la cantera donde finaliza la planta, con capacidad para seis millones de metros cúbicos de desechos.
Este plan de reciclaje cuenta con un presupuesto global de 10.670.784,66 euros, de los que 5.298.716,22 ha puesto la Diputación Provincial de Cáceres (de ellos el 70% son fondos Feder) y 5.372.068,44 euros corresponden a la inversión privada de la empresa Araplasa. El proyecto global incluye la planta de reciclaje, las 15 de transferencias y los 125 puntos de acopio.
El mismo proceso que se llevará a cabo en la planta placentina se repetirá en las de transferencia. Cuando un contenedor esté lleno de residuos el ayuntamiento de turno avisará a Araplasa, que lo sustituirá por otro vacío, y lo trasladará hasta la planta de transferencia más cercana, con el fin de llevar allí un proceso de reciclaje similar al de Plasencia, con maquinaria más pequeña que recorrerá las diferentes plantas de transferencia en función de sus necesidades. Porque el objetivo es que la venta de áridos -el material logrado tras el proceso de reciclaje- se produzca desde estas plantas también. Las hay en Aldeanueva del Camino, Cabezuela, Cadalso, Cañaveral, Ceclavín, Coria, La Granja, Jaraíz, Jarandilla, Montehermoso, Moraleja, Navalmoral, Nuñomoral, Serradilla y Valverde del Fresno.
En el caso de Plasencia, cuando el sistema esté en marcha más allá del periodo de pruebas, cada promotor deberá pagar una fianza al Ayuntamiento por los ripios que vaya a generar. Esta fianza se le devolverá cuando Araplasa certifique que han sido reciclados en la planta.
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