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ISABEL F. BARBADILLO
Martes, 23 de abril 2013, 02:21
Sabemos por experiencia propia que los billetes de 500 euros no se prodigan y que apenas unos cuantos privilegiados pueden determinar con exactitud su color, lila o malva, según las percepciones de cada cual. De ahí que el humor patrio los apodara en su día los 'Bin Laden', porque existían, pero nadie los encontraba.
Estados Unidos acabó el 2 de mayo de 2011 con el terrorista más buscado de la historia de la humanidad, y ahora el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, propone que los billetes invisibles pasen también a mejor vida. Sería, dice, una buena fórmula para que aflorara el dinero negro y pusiera las cosas más difíciles a quienes blanquean y evaden capitales. El Gobierno podría sacar así una buena tajada para aliviar las exiguas arcas públicas o para destinarla a la pobreza que ha traído consigo esta inédita crisis, agravada en nuestro país por la burbuja inmobiliaria. Por entonces y mucho después, incluso en la actualidad, la venta de pisos se regía por la máxima de 'tanto legal, tanto en negro'. Con la llegada del euro en 2002 y su fortaleza frente al dólar, la demanda de billetes de 500 al Banco de España por parte de las entidades financieras -que atendían a su vez las peticiones de sus clientes- se disparó. En 2007, los billetes lila distribuidos (incluidos los retornados por esas entidades) arrojaban la nada desdeñable cifra de 114 millones, equivalentes a 56.759 millones de euros. A enero de este año, el organismo público los sitúa en 91 millones, con una caída del 21,8%, equivalentes a 45.473 millones de euritos.
El profesor Pedro José Gutiérrez, del departamento de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Valladolid, atribuye ese descenso a la preferencia de los ciudadanos por tener liquidez y dinero en el bolsillo y a las mayores dificultades con las que se topan quienes desean llevar a cabo actividades de economía sumergida.
Lo sorprendente no es que el número de billetes de 500 en circulación baje en España, sino su explosión en los primeros años del nuevo milenio.
En 2006, el Gobierno español, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, anunció que iba a investigar para conocer las razones por las que una cuarta parte de los billetes de 500 euros en circulación se encontraban en nuestro país, unos 90 millones de ejemplares, alrededor del 25% del total de los emitidos por el Banco Central Europeo para los Estados que aceptaron integrarse en la moneda. Sospechaban los funcionarios del Ministerio de Hacienda -y varias oficinas de estudios de Europa- la existencia de una gran economía de mercado negro, evasiones de impuestos, blanqueo y prácticas empresariales corruptas, especialmente derivadas de la compra y venta de suelo y vivienda, además del narcotráfico.
Eran épocas en las que las bolsas de basura con billetes de 500 entraban a sacos en la casa de Julián Muñoz, según testificó su exmujer Mayte Zaldívar. Ambos junto a Isabel Pantoja, fueron condenados la pasada semana por blanqueo de capitales. También le son muy familiares los billetes cuestionados ahora por Rubalcaba al extesorero del PP Luis Bárcenas y a su mujer, Rosalía Iglesias, quien en 2006 hizo un ingreso de medio millón de euros en una sucursal bancaria madrileña en billetes de 500. O los que ingresaba Oriol Pujol Ferrusola en entidades bancarias de Andorra.
Los diferentes gobiernos han intentado hacer frente al fraude fiscal con planes y proyectos. El último, el Plan General de Control Tributario puesto en marcha por Rajoy, esperaba recaudar 8.171 millonesde euros. A principios de año, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dio el resultado de su criticada 'amnistía fiscal': afloraron 40.000 millones pero solo recaudó 1.200 en 2012.
El pasado fin de semana, Rubalcaba relanzaba la propuesta que ya Izquierda Unida llevaba en su programa: la supresión del billete púrpura, el más grande, que mide 160 por 82 milímetros (el 33% más que el de 5 euros) para que aflore la bolsa de fraude. Los portadores de billetes de 500 deberían canjearlos por otros más pequeños y justificar su procedencia. Si se obtienen a través de actividades ilegales serán perseguidos por Hacienda. Si no, podrán cambiarlos.
El profesor Gutiérrez tiene claro que la medida no servirá para nada si no la adopta el resto de países de la zona euro. Y tiene sus reservas al respecto: «Si ya resulta difícil eliminar los paraísos fiscales, es de esperar que no todos los países estarían de acuerdo, y en ellos se podrían cambiar perfectamente esos billetes sin que exijan conocer su procedencia».
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