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CRISTINA NÚÑEZ
Jueves, 2 de mayo 2013, 16:13
Una abundante escudería de carros de bebés invadió ayer la concatedral de Santa María. Los había de todos los tipos: modernos, clásicos, vintage, de colores atrevidos o discretos, con lacitos, con muñecos. Conducidos por padres, madres, abuelos o tíos. Cámaras de fotos, olor a colonia infantil y algún llanto cambiaron el paisaje habitual del templo y lo llenaron de juventud. Una pareja de turistas franceses se vio sorprendida por la avalancha cuando visitaba el templo, y no pudo dejar de sonreír ante tal abundancia de niños. Un verdadero 'baby boom' local que no faltó a la cita anual con la patrona, el acto más entrañable del novenario.
321 niños fueron bendecidos por el obispo Francisco Cerro en el acto de presentación ante la Virgen de la Montaña. 317 esperaron pacientemente la larga fila, que se prolongaba hasta los exteriores del templo, y cuatro rezagados recibieron la bendición después de las oraciones pronunciadas por el prelado. Son 321 historias de tradición y de devoción, y también de agradecimiento. La niña Ella nació hace dos meses. Su madre, Raquel Arenas, de 37 años, llevaba 12 años intentando tener un hijo, después de tres intentos fallidos. Así que Raquel estaba más que feliz con su hija en brazos después de su particular calvario en busca de una niña tan deseada.
En el mapa demográfico de los nuevos cacereños que podía verse en la concatedral había de todo. Recién nacidos y chiquillos más grandes. El benjamín de la jornada fue Rodrigo Coca, que con solo una semana de vida recibió la bendición de la patrona. Su madre, Marta, explicaba que a pesar de que hace solo unos días se encontraba en el hospital y que se estaba recuperando de una cesárea, quería acercarse hasta la Virgen de la Montaña con su hijo. Lucía, de 14 días, otra de las más jóvenes de esta nueva hornada, acudió junto a su madre, Rebeca, y a instancias de los abuelos.
Algunos niños llegaron de dos en dos, como los gemelos Jorge y Gisela, de un año. Daniel y Jairo, de 10 meses, lo hicieron acompañados de su hermana Zaira y Fernando y Noelia, sus padres, familia numerosa. Todos de punta en blanco para la ocasión. «Somos muy devotos», señalaron.
La Virgen también atrae a cacereños que han venido de lejos y han creado su hogar en la ciudad. Como Amalia Andonio, de dos años, procedente de La India. Su madre, Alfi, que ya pasó por esta tradición el año pasado explicaba su devoción hacia la Virgen. Parece haberle gustado tanto la experiencia que ha repetido. También estaba Michael, de 11 meses y procedente de Ecuador, al que llevó su abuela Natalia por un sentimiento religioso de arraigo a la Virgen.
La cifra de niños que acudieron a la presentación de la patrona superó en 76 la del año pasado, cuando cumplieron con esta tradición 245 niños y niñas. Es un repunte en una tendencia descendente, ya que en 2011 fueron 325 niños, en 2010 fueron 400 y en 2009 cerca de 500.
Los miembros de la cofradía de Nuestra Señora de la Montaña destacaron la presencia de muchos niños con la medalla de la patrona y ataviados con los colores azul celeste y blanco, los que simbolizan a la Virgen de los cacereños, que ayer recibió otra muestra de cariño.
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