

Secciones
Servicios
Destacamos
ANTONIO GILGADO
Martes, 28 de mayo 2013, 10:06
La apertura de la planta de ripios en las Cuestas de Orinaza solucionó un problema crónico en la ciudad.
Tras muchos años buscando una salida a la gestión de los escombros, Astrancoex, la asociación de camioneros autónomos que recogen escombros en Badajoz, puso fin al problema y en enero habilitó una parcela en el antiguo vertedero.
Los integrantes que forman la agrupación invirtieron más de 60.000 euros en la adecuación de los terrenos y contrataron a cuatro personas para que pesaran y seleccionaran la mercancía entrante.
En realidad, la planta no se concibió para ganar dinero, se trataba más bien de una solución provisional para evitar el traslado de cada camión a Olivenza hasta que Badajoz tuviera un punto propio donde reciclar por completo todos sus vertidos. El coste se sufraga con la aportación de cada socio de Astranscoex y las tasas de cada vertido, tipificado según el material. Pero las previsiones se han torcido porque muchos camioneros se han quedado sin trabajo y la planta no tiene la actividad mínima que debería.
Astrancoex llegó a tener más de 40 fundadores y ahora apenas quedan una docena, lo que obliga a dividir los gastos cada vez entre menos, a esto hay que sumar que en un principio preveían entre 15 y 20 contenedores cada día y no los tres o cuatro que tienen ahora. Con estos números, menos gente a repartir gastos y pocos ingresos, la viabilidad del proyecto corre peligro.
La planta ya se diseño en tiempos de crisis y los transportistas hicieron sus previsiones a la baja, pero nunca fueron tan negativas como realmente se han vuelto.
Según los cálculos de Manuel Llera, presidente de Astrancoex, trabajan con un 80% menos de lo previsto y no podrán aguantar mucho tiempo en en esta situación.
Hasta las Cuestas sólo suben los camiones que genera la obra de un nuevo edificio que construye Dragados en el campus universitario y poco más. Badajoz se ha quedado ya sin obras grandes y los pocos ripios -al margen de los del campus- vienen de reformas domésticas, que ni mucho menos aportan ripios suficientes para garantizar la supervivencia.
El descenso de servicios ha caído en picado y en este segundo trimestre de 2013 se puede decir que han tocado fondo. «Ya no hay nada».
Sin construcción no hay escombros y en las Cuestas, los operarios pasan más tiempo parados que seleccionando desechos.
Atrás han quedado los años donde las grandes urbanizaciones de la periferia como Cerro Gordo, Pilara o Cuartón Cortijo requerían de una presencia constante de contenedores en las puertas de los nuevos bloques que se levantaban.
El frenazo del sector residencial lo amortiguaron con las pocas infraestructuras y edificios privados que se mantenían. La ordenación de las márgenes del Guadiana, el parque tecnológico del campus, el edificio de Diputación de Pardaleras, el centro comercial El Faro o el hospital privado de la Clínica de la Salud sostuvieron en los primeros años de la crisis.
Ahora, la docena de autónomos que sobreviven repasan por la ciudad algún sitio donde se pueda necesitar un depósito para verter y no lo encuentran. «Yo no he conocido una cosa igual» se lamenta con cierta resignación Manauel Llera.
La rehabilitación del fuerte de San Cristóbal o el Decathlon de la avenida de Elvas no han generado ripios, hay constructoras que tienen sus propios camiones y no les llaman y las pequeñas reparaciones domésticas también se han limitado. «Ya nadie cambia el cuarto de baño. El que hace obra en casa va a lo mínimo», cuenta un empresario que prefiere no dar su nombre.
Denuncia que algunas cuadrillas de albañiles se comprometen con los dueños de las casas a deshacerse de los retales para que se ahorren el coste de la gestión de lo residuos que origina su reforma.
No se puede decir que se trate de una práctica nueva. Los camioneros llevan años denunciando vertidos irregulares de particulares, a los que culpaban de los restos que dejaban en el camino de la carretera de Campomayor.
El malestar se entiende porque ante tan pocos servicios, la competencia desleal resulta más sangrante. «Antes había para todos y nadie se quejaba, ahora no hay para ninguno y todos hablamos», se lamenta el mismo camionero.
Con las dificultades de la planta provisional se aleja más la de reciclaje, que es lo que finalmente debe derivar la actual.
El representante de los transportistas cree que las administraciones «son conscientes» de las dificultades económicas que tiene el sector para afrontar en una inversión de más envergadura en estos momentos y en ese sentido, aclaró, hay «tranquilidad». Atranscoex presentó en la Junta de Extremadura un proyecto de recuperación ambiental en el entorno de las Cuestas de Orinaza, que también llevan tiempo esperando una solución para sellar definitivamente el vertedero ilegal.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.