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A.S.O.
Sábado, 1 de junio 2013, 13:20
Belén y Rufino no lo dudan. «Somos el botón de muestra para que se sepa que sí se puede, que lo hemos conseguido». Frenar los desahucios y hacer efectivo el derecho a una vivienda. Lo dice satisfecha Belén Oliva.
Lo ratifica su marido, Rufino Marrupe, aliviados de la presión de los últimos meses en que, con el apoyo del Campamento Dignidad, lograron parar la salida de la vivienda cuyo contrato de alquiler acababa, obtuvieron dos meses de prórroga en el piso en el que vivían, y consiguieron algo para ellos impensable entonces: que la Junta les haya agilizado la concesión de una vivienda social en Las 300, en el barrio de La Data, antes del primero de junio en que se quedaban sin techo.
Belén y Rufino se unieron al Movimiento Dignidad desde el principio visto su inseguro futuro, en busca de apoyo a su causa y para defender la de los que están en similares situaciones.
En su caso, se iban a quedar sin vivienda, están sin trabajo y con los tres hijos en acogida, apunta Belén, «por que no me queda otro remedio». En tres meses, relata Rufino, la Junta se ha movido para lograr darles un piso, con 14 demandas por delante. «Es un reto histórico para nosotros». Las recibieron el jueves y ya durmieron allí aunque no hay muebles y esté a falta de numerosas reparaciones. «Fue una alegría muy grande recibir la llamada después de cuatro años esperando la vivienda pues pensábamos que iba a tardar mas».
Volverán a dormir ya estar en ella cada día, para evitar que nadie la ocupe si la dejan vacía en tanto la Junta hace las reparaciones necesarias. No son pocas, precisamente. Ventanas, persianas, armarios, paredes agrietadas, suelos levantados o cableado en precario por renovar.
Espera que la Junta tramite y aborde los arreglos pronto con la confianza de poder volver a tener a sus hijos en casa, «porque, afirma, tal y como está la casa no me los dejan tener los asistentes sociales».
«Para nosotros esto es el principio de una gran meta, aunque la base fundamental es el trabajo, porque de poco vale una vivienda si no hay para pagarla», apunta Rufino, trabajador de la construcción que va para cinco años en el paro. «Los desahucios vienen por eso, señala ella, porque el Gobierno no da facilidades y somos muchos los parados de Extremadura que necesitamos ayuda». Para el Campamento Dignidad no tienen más que palabras de gratitud. Y reiteran a este movimiento ciudadano su solidaridad.
«A mí, recuerda Belén, me ha enseñado mi dignidad, que la tengo y no sabía lo que era; gracias a ellos la he conocido y mis derechos y los de todos los extremeños porque tenemos muchos pero nos los quieren quitar, por eso estamos con el Campamento Dignidad para seguir luchando por ellos».
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