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CRISTINA NÚÑEZ
Lunes, 10 de junio 2013, 09:57
No se esconden, porque el hecho de contar su historia les hace fuertes y da ejemplo. Y eso que sus vivencias no son fáciles de relatar delante de un nutrido auditorio y con luz y taquígrafos: dormir en el umbral de casa incapaz de abrir la puerta por la borrachera, sufrir accidentes de tráfico, verse literalmente en la calle o perder empleos son algunas de las consecuencias del abuso del alcohol, una enfermedad presente en todos los estratos sociales pero de la que, según se repitió ayer varias veces, «se puede salir».
La Asociación de Alcohólicos Nominativos de Extremadura (ANEX) nominativos celebró ayer en el complejo San Francisco unas jornadas de puertas abiertas en las que diseccionaron la dura realidad del acceso del alcohol a edades cada vez más tempranas. Según datos nacionales, la mayoría de los adolescentes ya han probado el alcohol a los 13 años, y en esta asociación ven cómo cada vez llegan afectados de menor edad. Antes el promedio eran los 50 años, ahora son los 30.
Con el telón de fondo de la propuesta de multar a los padres en el caso de reincidencia en casos de comas etílicos y atención en urgencias, una propuesta que podría entrar en una futura ley, ANEX diseccionó desde varios flancos una problemática que destruye muchas vidas y hace muy complicada la convivencia familiar. Las psicólogas Montaña González y Silvia Stretti dieron claves sobre la problemática del alcoholismo en la adolescencia.
Stretti hizo hincapié en la prevención y en la necesidad de dar ejemplo. En una sociedad en la que el alcohol está presente en prácticamente todos los contextos y asociado a mensajes positivos es habitual que los padres no prediquen con el ejemplo y, mientras recomiendan a los hijos no beber, ellos mismos lo hagan. El apoyo parental, explicó Stretti, debe evitar los extremos, ni abandono ni sobreprotección. El tratamiento, dijo «es un largo viaje que no sabemos muy bien hasta donde va a llegar, hay que tener confianza en los profesionales».
Historias
Claudino empezó a beber «a los 13 o 14 años, de fiesta con los amigos». Típica situación de chaval introvertido que gracias a la ginebra se soltaba, llegaba a ser otro. «Tenía muchos problemas familiares, mi padre también bebía mucho». Nacido en Galicia se trasladó a Francia con la familia. A su regreso y ya en Madrid, empezó a trabajar en la hostelería. El contexto le facilitaba el acceso al alcohol. Picó con la coca, se pasó a la heroína. «Dejé la droga, pero seguí bebiendo y bebiendo». Ya en Extremadura, y después de tocar fondo y vivir en la calle, inició su proceso de recuperación, accedió a la asociación y alcanzó algunas metas. Empezó a vivir en un piso de acogida, se sacó el título de cocinero.
Daniel, José Luis, Javier o Manuel relataron también sus duras experiencias. Un mosaico de desgracias marcadas por su adicción a las copas. Y todos los inicios con un denominador común: ocio, desinhibición, diversión o evasión. Y a edades muy tempranas, un enorme riesgo que, según los estudios científicos, puede afectar al cerebro de por vida.
«Empecé a beber como beben los niños ahora», cuenta Javier, de 29 años. «Hacíamos botellón con 14 años». Con sólo 15 se convirtió en padre, una situación que le sobrepasaba y con la que ha tenido que tirar para adelante. Dejar de beber le ha aportado una nueva perspectiva. «Salgo con mis amigos y a las tres de la mañana digo, qué pinto aquí».
Los hijos del presidente de ANEX, Ana María y Manuel Gutiérrez, también relataron su particular batalla contra el alcohol. Igual que su padre, Manuel también bregó contra esa adicción. «Empecé a los 13 años y tengo siempre presente que soy un alcohólico rehabilitado». Ahora, con 40, dice estar en un buen momento profesional y familiar. Ana María no es alcohólica, aunque tuvo que vivir la desestructuración familiar que causó la enfermedad de su padre y hermano.
Manuel Gutiérrez padre destacó la importancia de estas jornadas, y de difundir estas historias entre los más jóvenes, para que sepan lo que hay detrás de la cara amable del alcohol. «Somos una sociedad hipócrita, en la que hay muchos mensajes positivos sobre el alcohol». Alrededor de 60 personas están asociadas a esta agrupación, centrada sobre todo en el ámbito de Cáceres. El presidente de la Diputación, Laureano León, clausuró estas jornadas con el mensaje de que «sí se puede» salir del abismo de esta enfermedad.
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