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Ricardo Cabezas quiere dar uso a la cocina del centro social y ayudar a las familias con menos recursos. :: PAKOPÍ
"Los padres no trabajan pero sus hijos tienen que comer todos los días"
BADAJOZ

"Los padres no trabajan pero sus hijos tienen que comer todos los días"

La asociación de vecinos del Gurugú se organiza para dar de comer dos veces al día a los niños del barrio mientras están cerrados los comedores escolares de la zona

EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA

Jueves, 13 de junio 2013, 10:33

La asociación de vecinos del Gurugú ha hecho un llamamiento a las instituciones públicas y privadas para que presten apoyo económico al comedor que quiere poner en marcha durante los meses de julio y agosto en el centro social de la barriada para que los niños con grave riesgo de exclusión social puedan seguir teniendo «un desayuno y una comida digna».

La idea ha sido bien recibida por los habitantes de la zona, especialmente entre las familias que han dejado de percibir ayudas públicas. «La situación no es mala, es peor que mala. Ahora es muy difícil ganarse la vida: no hay trabajo, no hay hierro que recoger porque la policía está muy pendiente, y tampoco contratan por horas para limpiar las casas porque dar de alta sale caro», aseguraban ayer las mujeres que se reúnen cada miércoles en el centro social para tratar de mejorar su situación.

Entre ellas se encontraba Ana Belén Gómez, una madre de dos hijos que lamenta el daño que ha hecho la nueva normativa de trabajo doméstico. «Cada vez es más difícil encontrar casa para trabajar. Realmente se está pasando muy mal: si los niños pudieran desayunar y comer en el centro social, sería una gran ayuda para nosotros».

La intención de la asociación de vecinos es ayudar a los hogares que ya han agotado todas las prestaciones sociales, un colectivo que zonas concretas del Gurugú supera el 90%. «Esta barriada vivía fundamentalmente de la construcción, por eso hay muchos padres de familia que llevan ya más de cuatro años en paro sin posibilidad de conseguir un empleo. Ellos no trabajan, pero sus hijos tienen que comer todos los días», alerta Ricardo Cabezas, presidente de la asociación de vecinos.

El objetivo del 'Proyecto de Verano para Niños en Riesgo de Exclusión Social' es sacar partido a la cocina que fue instalada en la sede vecinal cuando se impartían cursos de restauración y de camarera, un moderno mobiliario en el que se podría elaborar comida para 35 o 40 niños.

Cabezas explica que la puesta en marcha de este servicio no precisaría un presupuesto exagerado. «Necesitaríamos 2.000 euros para contratar a una cocinera y a una auxiliar durante dos meses, otros 600 euros para pagarle la Seguridad Social, y unos 2.000 euros más para comprar el pan, las verduras, la fruta, el pescado y la carne, puesto que el resto de la comida la obtendríamos del Banco de Alimentos de Badajoz».

En conjunto, la asociación necesitaría 4.600 euros, una cantidad que han solicitado tanto al Ayuntamiento de Badajoz como a Caja Badajoz. «También estamos tocando a una fundación que podría ayudarnos, creemos que es imprescindible que los niños de las familias con menos medios tengan un menú saludable cuando cierran los colegios».

A la asociación le gustaría llegar a todos los escolares de la barriada, pero es consciente de las limitaciones de espacio y se conformaría con poder alimentar a los pequeños que pasan por el centro social. Por esta razón, se centraría en las familias que asisten durante todo el año a las actividades que promueve la asociación de vecinos.

Actualmente hay 60 perceptores de AISES (Ayudas Ordinarias para la Integración en Situaciones de Emergencia Social) que realizan la contraprestación social en la sede vecinal del Gurugú, centro al que acuden para participar en talleres educativos, actividades que fomentan las valores, cursos de manualidades, alfabetización de adultos y otras propuestas formativas.

Familias en apuros

Muchas de esas personas son padres y madres de familia con varios hijos. En otras ocasiones, al problema económico se unen otros factores. «Queremos hacer especial hincapié en los niños y niñas de las familias desestructuradas, monoparentales, con miembros privados de libertad y exreclusos, personas con problemas de drogodependencia, tanto de consumo como de venta, y colectivos desfavorecidos en general y en riesgo de exclusión social», concluye Cabezas.

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