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NATALIA REIGADAS
Sábado, 15 de junio 2013, 11:04
Varias tiendas históricas del centro de la ciudad han cerrado en los últimos meses porque sus dueños han decidido jubilarse. A estas se suman otras que se clausurarán en breve y que ya lucen los carteles de 'Liquidación por jubilación'. En total, hay al menos siete comercios que desaparecen porque sus propietarios se retiran. En algunos casos no tienen relevo generacional porque sus descendientes no están interesados, pero sobre todo admiten que la crisis económica hace que no encuentren a nadie que quiera continuar con el negocio.
Es el caso, por ejemplo, de la Mercería Manolo que lleva más de 50 años en la calle Meléndez Valdés. Francisca del Arco se hizo cargo de este negocio hace 13 años cuando se retiró su dueño. Ahora quiere jubilarse ella y busca desde hace meses a alguien que se quede con la tienda, pero sin éxito. «Nadie se atreve a cogerlo y me da pena, pero habrá que cerrarlo. Cualquier joven sin trabajo podría hacerse cargo, se lo traspaso o lo vendo, pero van a los bancos y no consiguen crédito», se lamenta la dueña.
A pesar de todo, esta empresaria asegura que se trata de un negocio rentable, pero añade que la zona, el Casco Antiguo, está muy dañada por la crisis. Solo en el entorno de la plaza de España hay más de 60 locales comerciales cerrados. En todas las calles hay carteles de 'se vende' o 'se alquila' en escaparates que, en lugar de exponer productos, están forrados de papel.
La zona monumental lleva años perdiendo fuerza comercial y la crisis ha provocado que la decadencia sea aún mayor. Los empresarios se lamentan de no haber conseguido una continuidad desde Menacho hasta el Casco Antiguo, por lo que muchos se han mantenido con clientela fija, insuficiente en estos momentos por la bajada del consumo.
La mayoría de las tiendas que se han visto afectadas por la plaga de jubilaciones son firmas muy conocidas en la ciudad, algunas con décadas de historia. Además de la Mercería de Manolo, han cerrado el supermercado de Paco 'el cerillo' en San Andrés, la tienda de ropa Maige, de Manolo Mendoza, la cestería de la calle Virgen de la Soledad y, también en esta calle, Tejidos Murga, un punto habitual para comprar las telas de los disfraces de Carnaval. A estas clausuras se sumarán en breve otros cierres anunciados, como los de las antigüedades Época o la tienda de ropa Ache's de la calle Francisco Pizarro.
En esta última ha trabajado durante 46 años Alfonso Hernández. Cuando cumplió la mayoría de edad le dijo a su padre que no quería seguir estudiando. «Y me contestó que entonces a trabajar». «El Casco Antiguo era muy distinto en esa época. Todos los comercios estaban aquí porque de las murallas para fuera no había nada. Todo el mundo venía a comprar aquí, era una alegría», recuerda Hernández con nostalgia.
«Con el paso de los años abrieron las grandes superficies y nos hicieron mucho daño. Ahora, con El Faro, aún más. Peor sería que tuviese 40 años, pero me toca jubilarme, así que cierro», añade este empresario que señala otras tiendas clausuradas en la calle donde está su negocio, Francisco Pizarro.
A solo unos metros de la suya está Maige, que bajó su persiana definitivamente hace unos meses. Este negocio pertenecía a Manolo Mendoza, que lo regentó durante muchos años, si bien decidió clausurar la firma al jubilarse.
En el caso del dueño de Ache's, explica que sus hijos «afortunadamente están bien colocados. No necesitan la tienda».
Tampoco encontró relevo generacional el supermercado de la plaza de San Andrés, el Autoservicio Casa Delgado. En su caso, faltó la cuarta generación porque el comerció lo abrió en 1927 Anselmo Delgado, el abuelo de Francisco Fernández Delgado, conocido como Paco 'el cerillo'. Al cumplir 65 años, este popular murguero y comerciante de Badajoz bajó la persiana para siempre.
El último cierre de una tienda histórica ha sido en la calle Virgen de la Soledad, que hace 50 años era el epicentro del comercio en la capital pacense. En esa época ya llevaba décadas en marcha Tejidos Murga, muy popular porque era habitual confeccionarse trajes y vestidos a medida, así como realizar las compras para disfrazarse en Carnaval. En este caso han sido causas económicas las que han obligado a los propietarios a colgar el siguiente cartel en su puerta: «Gracias por su confianza prestada en estos 85 años de apertura».
Cerca de Tejidos Murga, también en la calle Virgen de la Soledad, se ha producido el cierre de uno de los comercios más antiguos de la ciudad: la Cestería Fernando Gastón. Fundada en el año 1885, clausuró sus puertas el año pasado. El dueño de la misma, que llevaba desde los 15 años trabajando en este negocio, decidió retirarse con 59 ante la falta de actividad.
Otros comercios del centro no cuentan con una trayectoria tan dilatada, pero también se verán afectados por las jubilaciones. Es el caso de antigüedades Época, en la calle Hernán Cortés. En su escaparate está colgado el cartel de 'Liquidación por jubilación' pero su dueña, Marita Panizo, aún tiene la esperanza de poder traspasar el negocio a algún interesado en el arte. «Quizá alguien que haya estudiado y no encuentre trabajo, pero tengo claro que me toca y me jubilo», asegura Panizo, que lleva 12 años con este comercio y 23 en el negocio.
Son locales que esperan ahora contar con nuevos negocios para la próxima generación.
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