«La parte antigua de Cáceres es una bonita cáscara vacía de contenido»

Su abuelo Pepe estuvo en la batalla del Ebro con 17 años. Cayó prisionero del bando republicano, se escapó, cruzó los Pirineos, regresó a España por la frontera navarra y siempre fue un farandulero que se inventaba cuentos, hacía marionetas y ejercía de clown sin conocer la técnica. De este abuelo aventurero y divertido ha heredado mucho Gabriel Ferrá. El resto le llegó por los libros: pasión infantil por "Los tres mosqueteros" y "Scaramouche", aprendizaje lector con "La Ilíada" y "La Odisea".

El resto es herencia geográfica y romántica: Su padre, mallorquín, y su madre, cacereña, se conocieron por carta, acabaron casándose y viviendo en Palma de Mallorca, donde nació Gabriel.

A los nueve años, traslado familiar a Cáceres. "Me siento mallorquín y cacereño. El ritmo de vida mediterráneo es muy parecido al de Cáceres. No recuerdo sufrimiento ninguno por venirme a Cáceres. Este era el sitio donde venía de vacaciones. No fue un cambio traumático, fue muy agradable", explica.

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