![Universitarios asfixiados por las tasas](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/pre2017/multimedia/prensa/noticias/201306/16/fotos/10367104.jpg)
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ARACELY R. ROBUSTILLO
Domingo, 16 de junio 2013, 13:26
«Voy a intentar aprobar todo lo que pueda en julio. Y el año que viene... Dejaré el piso de alquiler, me matricularé de menos asignaturas y me quedaré en Don Benito. Vendré a examinarme a Cáceres y a clase cuando pueda... O si se me da muy mal, dejo los estudios de momento, me voy un año a trabajar a dónde haga falta para ahorrar y volveré al año siguiente». El que habla es Vicente Izquierdo, 23 años, estudiante de primero de Ingeniería Informática en Cáceres.
Como él, más de un centenar de estudiantes extremeños viven asfixiados debido al considerable aumento de los precios de las segundas y sucesivas matrículas universitarias. Esto, junto a los retrasos y disminuciones de las cuantías y del número de becas para esas enseñanzas, está ocasionando agravios comparativos entre los alumnos y una educación pública que, según los estudiantes, «solo es asequible ya para las élites económicas e intelectuales».
Extremadura decidió no subir el coste de las primeras matrículas para premiar el esfuerzo, pero los precios en la segunda oscilan entre el 30% y el 40% del coste real de la carrera; en tercera matrícula, entre el 65% y el 75%; y en cuarta matrícula, entre el 90% y el 100%.
De momento, fuentes de la Universidad de Extremadura han confirmado a HOY que este curso entre 110 y 120 alumnos todavía no han abonado el coste de su formación. Y ya hay estudiantes que auguran que lo peor vendrá el año que viene.
El Gobierno central ha anunciado ya que trabaja en un nuevo modelo que endurecerá más las cosas, ya que divide las becas en una cuantía fija (basada únicamente en el nivel de renta familiar) y otra variable que tendrá en cuenta el rendimiento académico y que tendrá un importe mínimo para cualquier becario de 60 euros.
Vicente tiene claro que aunque se esfuerce todo lo posible, lo tiene complicado para mantener la beca, y sin ella seguir estudiando no es una opción real. Sus medios son limitados. Su padre murió y su madre trabaja como limpiadora a media jornada. Ese es el único ingreso que entra en su casa, junto a la pensión mínima de viudedad. Sin embargo, explica que el hecho de ser huérfano no le ha supuesto ningún tipo de descuento a la hora de pagar la matrícula. «Como mis otros dos hermanos son mayores de 25 años, mi familia se supone que solo tiene dos miembros, así que no me dan la beca grande, solo la pequeña y con eso apenas tienes para pagar la mitad del curso».
Permanecer en el sistema sin ninguna ayuda del Ministerio o de la Junta es complicado y supone una presión añadida para estos jóvenes. Noelia Parra da buena cuenta de ello. Estudia tercer año del doble Grado ADE y Turismo en Cáceres. Este año no le han concedido la beca y haciendo grandes esfuerzos está logrando terminar el curso, pero el que viene se presenta incierto para ella. Está preparando un par de asignaturas que ha suspendido de las que volverá a examinarse en julio. Si no lo logra, afrontar el pago de la matrícula de cuarto y las dos segundas matrículas es una 'misión imposible' que le quita el sueño.
«Vivo todo el día como si me estuvieran apuntando con una pistola», asegura. «De hecho, creo que estamos financiando nosotros la Universidad con el pago de las segundas matrículas, que es donde más se han encarecido las tasas. Yo he tenido que pagar unos 300 euros más este curso, y he tenido suerte porque de momento no he tenido que pagar terceras matrículas, que ahí te crujen. Esto no se puede sostener», subraya.
El Defensor Universitario, Luis Vidal Mateos, asegura que la mayoría de los casos que llegan a su oficina están relacionados con un problema económico. «Incluso cuando se trata de la revisión de un examen, porque no aprobarlo puede suponer perder la beca ese año, o resultar penalizado económicamente por volver a cursarla y eso es definitivo para algunos», explica.
Insiste en que en este momento la Universidad de Extremadura carece de las herramientas necesarias para intentar buscar una solución a las dramáticas historias que llegan a diario a su oficina y que, en muchos casos, son consecuencia directa de las crisis. En su opinión, el Decreto de Tasas tendría que adaptarse a esta nueva realidad socioeconómica «para evitar que muchos estudiantes, muchos de ellos brillantes, acaben abandonando su formación por causas económicas», denuncia el Defensor Universitario.
De hecho, plantea que se estudien estos casos de forma cuidadosa y que acudan a clase sin pagar. «Hay titulaciones que tienen muchos pupitres vacíos. Que alguien los ocupe no tiene ningún coste adicional para la Universidad o la comunidad autónoma y estaríamos solucionando los problemas de muchas familias desesperadas», sugiere Vidal Mateos.
Expertos en economía
La situación además está cambiando la idiosincrasia del universitario que hasta ahora conocíamos, según los afectados. «Con la actual crisis no nos ha quedado más remedio que endurecernos. Se acabó llevar una vida despreocupada y dedicarse solo a estudiar... Todo ha subido en poco tiempo: la luz, el agua, los alquileres... A estas alturas creo que sé más de economía que el propio ministro. Me da la sensación que al Gobierno en general solo le importan los datos y cumplir con Europa. Los estudiantes estamos desatendidos», subraya Noelia Parra.
Susana Albano del Pozo también ha sido testigo de un cambio de actitud por parte de sus compañeros. Ella estudia segundo de Medicina en Badajoz y se sorprende de cómo se han transformado las cosas en sólo un año. «Desde que empecé el año pasado yo suelo ir a la biblioteca central a estudiar. Cierran a las once y a última hora solíamos quedarnos siempre la gente de las carreras más fuertes. Pues este año está llena a última hora. Estamos tan presionados que todo el mundo está apretando todo lo posible para poder conservar la beca», señala.
Esta pacense es el mejor ejemplo de que las estrecheces no solo afectan a los alumnos desplazados a las ciudades universitarias. Su testimonio acredita que la 'reforma Wert' también trae de cabeza a aquellos que viven con sus padres. Susana es buena estudiante y el año pasado aprobó todas las asignaturas. Sin embargo, confiesa que también siente la presión para evitar perder a toda costa la ayuda económica del Gobierno central.
«Yo siempre he tenido beca, así que mis padres no han tenido que pagar nunca la matrícula. Hacerlo, sin duda, supondría un esfuerzo pese a que tenemos suerte porque los dos trabajan. En mi casa no nos falta dinero para comer, pero si hay que hacer un desembolso tan grande en poco tiempo es un problema. Mis tasas son unos 1.300 euros, si es primera matrícula, si son segundas, ya ni hablamos...», plantea.
También la UEx está resultando perjudicada según los propios estudiantes. «Al fin y al cabo lo que están consiguiendo es perder 'clientes', que somos los alumnos, porque con las cosas que están haciendo no nos ofrecen ninguna confianza: no hay convocatoria de septiembre, no nos permiten aplazar los pagos de la matrícula... Hay pocas cosas positivas», reflexiona Noelia Parra.
Su compañero Vicente Izquierdo está de acuerdo con esta percepción y advierte de que será el año que viene, cuando se analice cómo han descendido el número de matriculados y de becados en la región, cuándo se va a ver el efecto de las últimas decisiones de Wert en la Universidad pública extremeña.
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