Pablo Julio se queda en el callejero

En la ciudad abundan los murgueros, pero con calle propia muy pocos. En ese selecto club entró ayer Pablo Julio Martínez Miranda. El letrista y alma de la agrupación La Caídita recibió un emotivo homenaje junto al Museo del Carnaval. Desde ayer, uno de los laterales del edificio lleva su nombre.

Pablo y Soledad, los padres del letrista que murió en diciembre de 2011, descubrieron la placa rodeados de amigos, murgueros y representantes del Ayuntamiento. Clara Martínez, la novia de Pablo Julio, leyó un emotivo discurso de agradecimiento y deseó que la gente recuerde a Pablo como alguien que hizo reír a Badajoz.

Sus compañeros de la Caídita también le rindieron su particular recuerdo cantando dos piezas compuestas por el joven. Pablo Julio tenía treinta años cuando murió y desde muy joven estuvo vinculado al Carnaval. Era uno de los letristas más reconocidos.

Su agrupación debutó en el concurso de murgas en 2001 con el disfraz de romano. En poco tiempo se ganaron el cariño y la admiración del público carnavalero y en 2007 lograron el primer premio con una actuación inolvidable como marineros de un barco hundido. El estribillo de entonces, con la frase «tenemos que hundir Portugal» ha pasado a la historia del carnaval y se ha convertido en una de las referencias cuando se repasa la historia reciente del concurso de murgas.

Tras este triunfo, reconoció entonces, que acababa de cumplir un sueño, porque era aficionado a las murgas y al mundo del Carnaval desde niño. En aquel momento confesó emocionado que se enamoró de las murgas a los diez años. «Soñé con hacer alguna, escribir letras, pisar las tablas del teatro López de Ayala y ganar un premio». Ayer, sus compañeros de murga confesaron que el premio fue compartir con él el carnaval y hacerles partícipes de su pasión.

No sólo era conocido en el mundo del carnaval, también fue hermano de la Soledad y aficionado al Club Deportivo Badajoz. La designación de su calle fue aprobada por los tres grupos municipales.