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A. GILGADO
Domingo, 30 de junio 2013, 11:13
Tras el puente de San Juan, hosteleros, feriantes y caseteros se encomendaron a este segundo fin de semana para compensar lo que les robó el festivo.
Con nueve de los diez días ya consumidos, ayer a mediodía, nadie esperaba ya la remontada. La feria empezó floja y termina casi igual.
En el ferial, muy pocas casetas se llenaron y en el Casco Antiguo se repitió la estampa terrazas vacías a la hora de comer. Ayer, a las dos de la tarde, se podía elegir mesa sin problemas en la plaza de España y en la Soledad, el público se concentró en las dos calles que bajan hasta la estatua del Porrina. Demasiado poco para ser sábado y mucho menos para compensar lo del fin de semana pasado.
A los grupos de amigos y familias que se reunían a comer a mediodía se les ha echado de menos tanto en el centro como en la frontera de Caya. El concejal de festejos del Ayuntamiento de Badajoz, Miguel Ángel Rodríguez de la Calle, reconoce que este año los platos fuertes se han servido por la noche. Los dos conciertos más multitudinarios, el de Melendi el sábado 22 y el de Fangoria el jueves pasado, desplazó a miles de personas hasta Caya. Al primero fueron más de siete mil y al de Alaska trece mil. La mayoría de los que asistieron se quedaron antes o después por el ferial y esto ayudó a los caseteros. La noche, más o menos, se ha cubierto en Caya, pero la mediodía sigue siendo la asignatura pendiente y este año ha vuelto a suspender.
Los caseteros reiteran año tras año sus quejas por el protagonismo que les restan los bares del Casco Antiguo. El Ayuntamiento ha ido acondicionando mejoras para animar los desplazamientos. Se han ampliado las zonas de sombra con toldos, instalado microclima en todas las calles, acondicionado las casetas permanentes y se ha terminado el auditorio para conciertos.
A todas estas inversiones, en esta edición se ha sumado además una mejora logística para hacer más cómodo el traslado en coche. Durante el fin de semana se habilitó un carril especial en la autovía A-5 -entre los kilómetros 404 y 407- en dirección a Portugal para llegar a la rotonda de Ifeba. Acudir a la feria por autovía ha sido la última apuesta y, según el concejal, ha salido bien porque no hubo atascos durante las noches de más tránsito, algo habitual otros años. A mediodía, el acceso por la autovía también se podía utilizar para evitar la congestión de la avenida de Elvas.
A pesar de todos estos esfuerzos, Caya sigue quedando demasiado lejos a los vecinos de Badajoz para ir a comer. Ayer a mediodía había algo más de público, pero ni mucho menos como para hablar de remontada. En la mayoría de las casetas que ofrecían comidas y menús se veían mesas vacías y en algunos casos incluso más sin ocupar que con gente.
Este año, además, han tenido el inconveniente de las molestias de los mosquitos.
El agua estancada alrededor del río Caya ha multiplicado la población de insectos que se mueve cerca de las atracciones y las casetas y cientos de personas se han pasado por el puesto de Cruz Roja para pedir un repelente contra las picaduras.
Entre los feriantes, según ha podido constatar el concejal, el balance no sigue una línea uniforme. Depende del éxito de cada atracción más que de la afluencia, pero tampoco andan sobrados de optimismo. El termómetro de estos empresarios se sitúa en la feria de Sevilla, en función de cómo arranquen la temporada junto al Nervión ya tienen una idea de lo que viene después.
En esta ocasión, le contaron al concejal, en la inauguración hispalense vendieron mucho menos tiques que en 2012, que fue especialmente catastrófica por la lluvia. Tampoco hubo remontada.
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