

Secciones
Servicios
Destacamos
MANUEL M. NÚÑEZ
Domingo, 30 de junio 2013, 10:33
Aurora Sánchez vive desde hace siete meses en el Junquillo. Comparte con Adenuel, su marido, su hijo Adenauer y su nieto Daniel, de siete años, un coqueto piso de los que levantó Urvipexsa con el Plan 60.000. Presume de una vivienda propia que paga con esfuerzo y un barrio más o menos tranquilo. Más o menos solo porque el tren, reconoce Aurora, «es un problema». La vía se encuentra a la puerta de sus casas y eso provoca un estrangulamiento en la urbanización que los diseñadores de este PIR (Proyecto de Interés Regional) que diseñó en su día la Junta de Extremadura ni siquiera se plantearon. El aislamiento está garantizado. Pero no es un caso único.
Aldea Moret y La Cañada viven una situación idéntica. Además de prolongarse desde hace años no tiene visos de que se vaya a resolver a corto plazo. En teoría, la llegada del AVE y la reubicación de la estación de ferrocarril darían la respuesta definitiva. Sería la solución final a ese 'bloqueo' de varios miles de cacereños separados en sus casas de la ciudad. Pero habrá que seguir esperando. Ni el tren de alta velocidad vendrá a medio plazo ni habrá nueva terminal que permita redefinir el trayecto urbano del ferrocarril.
El pequeño Daniel pasea de la mano de su abuela por la calle Dalia, en el corazón del Junquillo. A sus espaldas un enorme pastizal en una parcela sin vallar. Un poco más atrás, la vía del tren. Para salir del barrio y salvarla los residentes deben cruzar un vial de cuyo estrechamiento «por la existencia ineludible de un puente bajo la línea de ferrocarril» ya han advertido los servicios técnicos del Ayuntamiento. En un informe de hace menos de un año ya alertaban a la administración autonómica de «las responsabilidades que pudieran surgir de la siniestralidad» en este punto. «Tenemos motivos para sentirnos felices en nuestra casa y en nuestro barrio, pero si no tuviésemos la vía sería mucho mejor», analiza Aurora Sánchez, que asegura que el caso se ha tratado en reuniones entre vecinos.
Se quejan de que hay una parte que carece de protección, justo la que se sitúa en dirección hacia el centro comercial. Quienes tienen niños en sus casas, como la propia Aurora, hablan con conocimiento de causa. «Nos sentiríamos más tranquilos si al menos la vía estuviese vallada. Mejor no pensar en que se escape un pequeño», confiesa. Ante situaciones semejantes, el ruido que genera el paso del tren por las inmediaciones de la barriada casi se convierte en asunto menor. «Yo tengo una hija de seis años y me gustaría que hubiese más seguridad. Que el tren circule junto a casa y cualquier niño se pueda escapar porque no hay un precinto me parece un peligro muy grande», corrobora otro vecino, Óscar Romero.
En julio de 2008, en pleno debate sobre la estación del AVE, responsables del Ministerio de Fomento, alcaldes extremeños y Junta de Extremadura definieron su ubicación. Se apostó entonces por un punto intermedio entre el Junquillo y la estación actual, junto a Carrefour. Expertos en Análisis Urbano como Antonio Campesino pusieron el grito en el cielo. «No soluciona los problemas de Aldea Moret. Mientras siga habiendo vía continuarán los problemas urbanísticos», avisó. La situación no ha cambiado. Ya entonces Campesino incidió en que los residentes de áreas como Macondo o el propio Junquillo quedaban abocados a padecer el ruido que generan los trenes.
Sin AVE ni nueva estación a la vista, el Ministerio de Fomento anuncia ahora un tren diésel que recortará el tiempo que se tarda en llegar a Madrid en media hora. Con ese escenario sobre la mesa no será necesario invertir 148 millones en ninguna estación. Con poco más de dos, sostiene Adif, para adecentar la actual será suficiente.
La cuestión es, qué sucede ahora con ese trazado urbano. Izquierda Unida ha pedido en los últimos días el soterramiento de la vía del tren a su paso por Aldea Moret. Manuel Cruz, su concejal, opina que esa obra así como la conexión entre el Junquillo y Aldea Moret deben ser financiadas por las administraciones central y autonómica. El PSOE sacó a relucir este asunto hace solo unas semanas.
Malla gallinácea
«Como cada vez hay menos trenes también se reduce el ruido que se produce», argumenta con tono irónico Óscar García, presidente vecinal de La Cañada. «Lo ideal sería quitar la vía y unirnos a Aldea Moret, pero...». No es partidario del soterramiento, aunque no porque no crea que es la solución sino «porque hay otras prioridades en estos momentos y eso saldría carísimo», apunta. Lorenzo Salor, presidente de la Asociación de la Tercera Edad de Aldea Moret, vaticina que ese escenario «no lo llegaremos a ver». «Demasiados kilómetros y demasiado caro», resume. «Toda la vida hemos tenido vía a la puerta y así vamos a seguir», pronostica.
Más crítica se muestra la Agrupación de Asociaciones de Vecinos. «Es un grave problema de seguridad. Hay muchas partes sin cerramiento. El Ayuntamiento debe exigir a Adif que actúe, que proteja el paso del tren por la ciudad y que se instalen pasarelas elevadas para evitar la incomunicación», plantea su presidente, David Barcenilla. Así se lo ha trasladado al concejal de Movilidad. Las posturas, según Barcenilla, coinciden.
El año pasado el Consistorio exigió al administrador ferroviario el cerramiento. Diez años antes ya hubo otro aviso. El propio José María Saponi, en su etapa como alcalde, incluso criticó a Adif. Quería poner una «malla gallinácea», dijo Saponi, en alusión a la baja calidad de la red de protección que había previsto colocar. Aurora y otros vecinos del Junquillo toman el relevo con la queja.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.