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Los voluntarios se reunieron ayer en el paseo de San Francisco para contar qué hace Cruz Roja. :: PAKOPÍ
Voluntarios de oro
BADAJOZ

Voluntarios de oro

Colaboradores de Cruz Roja se reúnen en el paseo de San Francisco para mostrar los proyectos que se financiarán con el Sorteo del Oro

EVARISTO FDEZ. DE VEGA

Sábado, 6 de julio 2013, 11:40

Siete niños de San Ildefonso se desplazarán el próximo 18 de julio a Badajoz para cantar los números premiados en el Sorteo del Oro. Será la primera vez que la ciudad acoja este tradicional sorteo de Cruz Roja, una actividad que ayudará a los más de 3.000 pacenses que reciben apoyo de esta institución humanitaria.

Entre los beneficiarios está Matilde Jesús Larios. Tiene 45 años, vive en el Cerro de Reyes y ha encontrado en Cruz Roja el apoyo que necesita. «Soy madre de cinco hijos, abuela de una nieta, ahora viene mi segundo nieto, y todos convivimos en el mismo domicilio. En Cruz Roja me aceptaron bien y ahora mis hijos hacen el programa de búsqueda de empleo».

En casa de Matilde todos están desempleados, pero esta mujer no se resigna y ya ha realizado los cursos de informática básica y avanzada. «Nos facilitan Internet para que podamos mandar el currículum y también me han enseñado a manejar el correo electrónico para que pueda ponerme en contacto con las empresas».

Una de las personas que le han ayudado a progresar es Julio César Rodríguez, un joven argentino afincado en Badajoz que colabora con el programa de empleo que se desarrolla en el centro que Cruz Roja tiene en el Cerro de Reyes. «Para ser voluntario sólo hay que tener buena disposición. Yo atiendo por teléfono, estoy ayudando con la bolsa de empleo del Ayuntamiento y apoyo en lo que se necesita».

Este joven cultiva el deseo de entregarse a los demás, a pesar de que su situación es complicada. «Estoy un poco en desempleo, a veces me llaman para hacer horas como camarero o para empresas de limpieza, me contratan poquitas horas, pero bueno, el resto del tiempo colaboro con Cruz Roja. Sé que en cualquier momento va a venir algo bueno, hay que tener paciencia».

Julio César reconoce que en la ciudad de Badajoz hay realidades muy complicadas, especialmente las que afectan a familias de clase baja. «La situación no está muy bien, pero la Cruz Roja se desempeña muy bien en ese sentido ayudando a la gente de niveles sociales muy bajos que no puede pagar el alquiler o la luz, o entregándoles ropa».

Este voluntario comprueba casi a diario que hay personas que han caído en la depresión, «una situación a la que trato de contribuir poniéndome en el lugar de ellos y tratando de levantarles un poco el ánimo».

Catalina Campos González, presidenta provincial de Cruz Roja Badajoz, cree que la celebración del Sorteo del Oro debe enorgullecer a los pacenses. «Comprando un boleto se puede llegar a mucha gente, con cinco euros se puede contribuir con todas las familias en dificultad social». En estos momentos hay en la provincia 3.000 personas en situación de vulnerabilidad que reciben apoyo de Cruz Roja, cifra que aumenta debido a la crisis. «El año pasado se vendieron en la provincia 285.000 euros para este sorteo y este año hemos puesto a la venta 17.000 boletos de 5 euros».

Para dar visibilidad a esta actividad, un centenar de voluntarios de Cruz Roja llegados desde toda la región se reunió ayer por la mañana en el paseo de San Francisco. «En Badajoz hay situaciones muy precarias, mucho peores de lo que parece. Lo que se está contando es muy negativo, pero lo que yo he visto pone piel de gallina», añadió Manuel García-Cancho Murillo, voluntario de Cruz Roja desde hace años.

Responsable de una academia de inglés, siempre ha dedicado parte de su tiempo a los demás. «Como yo trabajo por la tarde-noche, cuando acababa en la academia me montaba en una ambulancia para recorrer los barrios más humildes de Badajoz. Repartíamos comida, nos metíamos en las casas para charlar con esas personas y compartíamos experiencias».

Su voluntariado también le ha llevado a dar de comer en los comedores sociales de Badajoz y a entregar ropa infantil en domicilios con grandes necesidades. «Se trata de ayudar al prójimo, de echar un cable al que menos tiene. Nosotros no somos santos ni nada, pero sí compartimos nuestro tiempo».

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