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MANUEL M. NÚÑEZ
Jueves, 11 de julio 2013, 09:42
El Ayuntamiento quiere que Residencial Universidad deje de reunir méritos para figurar entre los barrios de segunda fila. Puede que las 500 familias que tienen sus casas allí presuman de un lugar especial, en contacto con la naturaleza y conectado por autobús o en coche con el centro en apenas unos minutos. Sin embargo, las carencias continúan asomando. Ni la anterior administración ni, de momento, la actual han conseguido atajarlas. Y una de las principales es la que afecta a los servicios. A la inexistencia de ellos más bien.
Quien quiera salir de su casa y comprar el pan, el periódico o una lata de Coca-Cola lo tiene imposible. Al menos si no está dispuesto a salir de la urbanización. En ella sigue sin haber un solo bar, un solo comercio o restaurante. «Es muy triste tener que moverte para casi todo. Si se te olvida traer algo cuando vuelves a casa estás perdido. Aquí no tenemos nada. Lo peor es que seguimos igual que antes», se lamenta Luis Fernando Figueroa, presidente vecinal.
La buena noticia es que el Consistorio está dispuesto a que el comercio llegue de una vez por todas allí. No es que el equipo de Gobierno haya decidido abrir en el residencial un restaurante, un negocio de venta de retales o una multitienda. Eso sí, acaba de sacar a concurso la enajenación de una parcela de uso terciario comercial.
Esa operación, apunta la concejala de Urbanismo, María Eugenia García, forma parte de la política municipal de «poner suelo a disposición de las empresas de cara a facilitar la creación de tejido empresarial y ofrecer más servicios» a los vecinos. En este caso concreto serían los primeros servicios que llegan, puesto que como recuerdan los propios afectados no tienen nada.
La parcela cuenta con 292,74 metros cuadrados, es de forma triangular y se encuentra en la calle Pedro Laín Entralgo, con acceso también desde la calle María Antonia Fuertes. La superficie edificable es de 219,5 metros y su altura llegaría a dos plantas.
El pliego técnico al que deben ajustarse las empresas interesadas en su adquisición ya se ha elaborado. En el mismo se destacan usos como pequeño y medio comercio, oficinas, dotacional o recreativo. Podría permitir la apertura de establecimientos de bebidas y comidas y pequeñas salas de reunión, según se menciona.
La valoración de esa parcela triangular que puede suponer el pistoletazo de salida para el comercio y la hostelería en la zona se ha fijado en 69.202 euros. Es la referencia que aparece en el pliego, que ya se ha publicado en el Boletín Oficial de la Provincia. Aquellos que quieran participar en el procedimiento abierto cuentan con un plazo de 35 días naturales para presentar sus ofertas (un 10 por ciento al alza o a la baja sobre la valoración establecida). La fecha límite es el 9 de agosto.
Entre la documentación requerida se incluye una memoria descriptiva de las obras previstas, soluciones adoptadas, cuadro de superficies, memoria de calidades e incluso un estudio bioclimático. El adjudicatario se compromete a solicitar licencia de obras en un plazo de tres meses desde la firma de la escritura de compraventa. Tendrá tres meses más para presentar el proyecto de ejecución una vez se le concede esa licencia de obras. Finalmente, se establece un plazo de cuatro meses para iniciar los trabajos de ese futuro negocio.
Esa apuesta por habilitar suelo comercial que ya se ha producido en otras barriadas, en Residencial Universidad no despierta pasiones. La urbanización acumula años de espera. Como recuerda su responsable vecinal, el gran asunto pendiente es el de los locales, cuatro en total, cuya distribución queda por fijar. El Ayuntamiento se ha comprometido a ponerlos a la venta. Esa fórmula suscita dudas. «Hemos hablado con el concejal de Contratación y le hemos hecho saber que lo ideal es un alquiler con opción de compra», remarca. Luis Fernando Figueroa pide flexibilidad a la administración «para dar facilidades a las familias interesadas en establecer negocios en el barrio». El pliego sobre los locales está a la espera.
No así el de la parcela comercial, por la que ya es posible pujar. «Ojalá sea un éxito, pero me temo que no hay nadie detrás de esa operación», intuye el portavoz de la barriada. Mientras se vende o no el terreno municipal y los locales se abren, los 800 cacereños de Residencial Universidad tendrán que seguir comprando y tomando las cañas lejos de casa.
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