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CRISTINA NÚÑEZ
Jueves, 11 de julio 2013, 12:06
A Carmen París han intentado ponerle etiquetas «pero es difícil», explica esta música que ha mezclado la jota con absolutamente todos los estilos y que nunca se pliega a lo comercial. Ahora, después de tres discos, está embarcada en el proyecto 'Ejazz con Jota', que presentará mañana viernes en los conciertos del Museo Pedrilla, organizados por la Diputación, a las 22,30, con entrada libre.
Es el primer trabajo que edita como independiente, después de que terminara su relación con la compañía Warner. Carmen París (nombre auténtico, aunque suene de lo más artístico) se ha hipotecado, literalmente, en un disco grabado en Boston con la Concert Jazz Orchestra de Greg Hopkings y con el que busca la internacionalización de un género que ha estado ligado a su vida desde sus precoces inicios. «Empecé a cantar jotas a los dos o tres años», cuenta. Así que, como una cocinera sin miedo a la experimentación, los temas de este disco han creado un hermanamiento entre «la jota, el chotis, la ranchera y el jazz». Explica que suena a la película Cotton Club. «Son jotas a lo Frank Sinatra», define con una risa que habla de su carácter desenfadado y atrevido. Hay canciones en inglés y en castellano.
Además, la grabación de este disco le ha sacado una espinita pendiente desde que estudiaba en el Conservatorio de Zaragoza. «Yo siempre he querido estudiar en Berklee, pero era muy caro, pedí beca y no me la dieron así que ahora contar en mi disco con músicos que son profesores de esta escuela es un orgullo». Son 12 canciones que arrancan con una obertura basada en la zarzuela 'Gigantes y Cabezudos'. A Cáceres vendrá con una versión instrumental muy reducida, por motivos económicos. Ya que no puede disponer de la 'Big Band' con la que construyó el disco, estará aquí con seis músicos.
El momento no es el más propicio para los músicos ni para los creadores. Para nadie en realidad, pero ellos tienen que enfrentarse al incremento del IVA, a las arcas vacías de las instituciones y a los bolsillos sin blanca de los espectadores. Que la Diputación ofrezca de manera gratuita su espectáculo, le parece algo extraño, «en peligro de extinción».
Actualización
¿Por qué defiende con tal ahínco este género, que para muchos representa una mera seña regional, sin más recorrido? Cree que es auténtico, con una melodía «muy bonita», una especie de fados a la española, llenas de personalidad y hondura. «En España no todo es flamenco y la jota tiene una riqueza y una variedad increíble». Ella se ha ocupado de actualizarla y de darle vigor, y también de quitarle ese concepto apolillado. «A lo mejor me he pasado siete pueblos», bromea. Por eso, por su atrevimiento y por la innovación, el estilo de Carmen París ha sorprendido tanto.
Habitual en distintas citas musicales de la región, Carmen París hacía ya cinco años que no pasaba por Extremadura. En el Womad estuvo en 2006. «Espero que venga mucha gente», confía París, la jotera universal.
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