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A. GILGADO
Lunes, 15 de julio 2013, 02:28
La OMS afirma que un 2,3 por ciento de la población posee alta capacidad, es decir, tiene una disposición innata para desarrollar habilidades superiores a las normales o a las esperadas para su edad.
Hay quien les llama superdotados -un término que no gusta a la comunidad educativa- genios, prodigios o talentos. Definiciones hay muchas, pero cuesta encontrar a quien aplicarlas.
Extrapolando la proyección de la OMS a Extremadura, en la región debería haber 3.500 niños identificados en este grupo, pero los datos oficiales de la consejería de Educación sólo reflejan a 144.
La diferencia deja claro que los protocolos de identificación en las escuelas no resultan muy eficaces. «En este terreno queda mucho por hacer». El reclamo viene de Fátima Murciano, maestra y presidenta de la asociación Altas Capacidades Extremadura.
Fátima forma parte del grupo de maestros, padres y profesionales de la educación que en febrero decidieron fundar un grupo de apoyo que trabajara dentro de la región en este campo. Hasta que ellos se preocuparon, Extremadura era la única comunidad española sin una organización de este tipo.
En el poco tiempo que llevan funcionando ha completado un censo de los niños escolarizados en Extremadura y han organizado un campus específico.
Durante dos semanas, once niños de entre seis y trece años de Badajoz y de varios pueblos cercanos han pasado las mañanas en el colegio San Pedro de Alcántara del Casco Antiguo aprendiendo chino, robótica y jugando con sombras.
El plan de trabajo empezaba a las diez de la mañana con una hora de introducción al idioma oriental, que impartía un profesor de una academia de la ciudad. A las doce se trasladaban hasta la sede de robótica educativa, a pocos metros del colegio, en la plaza de Santa Ana, para dedicar tres horas a perfeccionar lenguajes de programación Wedo y Scratchs, trabajar con ejercicios de computación y diseñar competiciones de robots sumo.
Durante la última semana combinaron la robótica con un taller de teatro de sombras. Con este ejercicio se perseguía potenciar la creatividad y la expresión plástica. Con marionetas y fondos representaron una obra de teatro con escenografía, guion y música.
El programa se ha diseñado buscando disciplinas novedosas para los alumnos con temas que habitualmente no tocan en el colegio y que les interesan. La robótica y la computación les gustó bastante y con el chino terminaron desenvolviéndose en conversaciones básicas.
Como la asociación apenas tiene financiación, los padres han tenido que pagar a los profesores de cada disciplina. Pero el problema no fue el dinero sino el desplazamiento.
Muchos interesados de otros pueblos de la provincia tuvieron que renunciar finalmente porque no podían desplazarse todos los días a Badajoz dos veces al día para llevar y recoger a sus hijos.
De cara al futuro, la asociación planea un campus con residencia donde los chicos, además de participar en clases también convivan entre ellos. Además de actividades durante el verano y vacaciones, los padres quieren que haya alternativas durante el curso.
Los niños tienen unas características propias y necesitan una educación diferente que potencie su talento. Según explican los profesores de la asociación y expertos, si no se estimula, la capacidad puede dormirse con el paso del tiempo. La precocidad se detecta desde muy pequeños. Muchos aprenden a leer solos antes de cumplir los tres años, manejan un vocabulario preciso y adquieren antes de entrar en el colegio habilidades propias de niños de seis o siete. Los padres son los que primero descubren esta habilidad.
Aprenden de forma distinta porque asimilan más rápido los conocimientos y lo hacen por inducción, a partir de observaciones particulares llegan a las reglas generales.
Los maestros también suelen detectar cuando tienen en su clase algún alumno con habilidades especiales por la diferencia que marcan con el resto del grupo. Cuando lo sospechan, se ponen en contacto con los equipos especializados de la consejería de Educación para que evalúen. Los expertos miden la inteligencia general, la persistencia en una tarea y la creatividad y en función de cada caso se puede tomar una medida distinta. La más habitual, si los padres lo aprueban, consiste en adelantar un curso al alumno. Este adelanto lo debe aprobar también el tutor, la dirección del centro y hasta el director general de Educación. Desde la reciente asociación trabajan para que se tengan más en cuenta las necesidades educativas que necesitan en su formación porque el colegio está pensado para que todos hagan lo mismo al mismo tiempo. Los contenidos no se dan al ritmo que necesitan y a veces se aburren porque van más rápido que los demás.
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