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NATALIA REIGADAS
Martes, 16 de julio 2013, 11:52
El jueves pasado se derrumbó el número 52 de Luis de Morales, en el Casco Antiguo de Badajoz. Los inquilinos, un matrimonio y sus cinco hijos, se salvaron porque estaban fuera de la vivienda. Los vecinos de esta calle temen que la próxima vez haya víctimas porque hay una veintena de casas con riesgo de derrumbe.
El desplome de la semana pasada no fue una novedad en esta zona. Los vecinos aseguran que hay desprendimientos en las casas abandonadas cada pocas semanas y su mayor miedo es que se caiga una de las vivienda vacías y arrastre con ella una ocupada.
Es el temor de muchos, entre ellos Pura Durán que vive en la calle Luis de Morales desde que nació hace 84 años. Desde su terraza muestra como el tejado de la casa de al lado se está hundiendo. «Lo malo es que se caiga y se lo lleve todo por delante», se lamenta. Su yerno, Alfonso Romero, suele arreglar los desperfectos que van apareciendo en casa de su suegra al compartir pared con una casa abandonada. «Lo malo es que le caiga a alguien encima. Además son casas antiguas, con vigas que comparten y se derrumba una y a lo mejor van detrás las de al lado».
Estos vecinos han realizado, al menos, dos denuncias en la Policía Local por derrumbes junto a su pared, pero, como en muchas viviendas del Casco Antiguo, hay problemas de herencias o de abandono y no logran que los propietarios se responsabilicen y arreglen estas casas o las derriben de forma controlada. La mayoría de los vecinos de la calle llaman a la Policía regularmente por derrumbes y han escrito en numerosas ocasiones al Ayuntamiento de Badajoz para pedir una solución.
El mayor miedo de estos residentes es que sus casas se vean afectadas por los desprendimientos, pero además, a diario, conviven con molestias importantes al convivir junto a inmuebles muy deteriorados. En sus casas hay humedades, se abren grietas, se caen los azulejos e incluso soportan la suciedad que se acumula en las viviendas vacías en las que suele haber ratas. Así lo explica una de las afectadas, María José Sevillano que sufre humedades, especialmente en la cocina.
«Pintas y al día siguiente se ha caído de la humedad», se lamenta María José mientras señalas las manchas amarillas en sus paredes. Lo peor, sin embargo, lo sufre el segundo piso de su casa donde vive su hijo. «Como se caiga la casa de al lado, el techo se le viene encima», dice su madre mientras señala dos profundas gritas en la cubierta del salón. Desde la terraza de esta vecina, además, se aprecian los tejados hundidos de muchas viviendas y los patios donde se acumula la basura desde hace años. «Salen las rata así», dice María José Sevillano mientras señala más de la mitad de su brazo.
Muchos vecinos han hecho obras para intentar parar las humedades como colocar corcho o 'pladur' en sus paredes, pero siguen sufriendo problemas. La única solución es que derriben o arreglen las casas vacías. «La que tengo yo al lado quisieron venderla para arreglarla, pero hay problemas por una herencia. En noviembre pasado, con la lluvia, fue el último derrumbe. Vinieron, pusieron vallas y ahí siguen», se queja María Isabel Díaz.
En general los vecinos de esta calle se sienten frustrados tras años sin cambios. «Hace 20 días se cayó una pared aquí», dice caridad Jorge mientras señala la vivienda junto a la suya. «Como siempre vinieron los municipales, arquitectos, los dueños, pusieron una valla t así se queda».
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