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J. GÓMEZ PEÑA ENVIADO ESPECIAL
Domingo, 21 de julio 2013, 02:16
Vale la pena subir a la cima de Semnoz. El telesilla que sobrevuela los dos kilómetros entre la sofocante sala de prensa, que ya huele a veintitantos días de Tour, y la última cumbre de esta edición asciende tanto que desde arriba se puede ver todo: la bella Annecy, la 'Venecia' de los Alpes, y el Tour al completo. Es el mejor palco. Se hace visera con la mano y se mira. Allí vienen los tres mejores, los tres que ayer ganaron. Quintana, en el día nacional de Colombia, se quedó con casi todo, con la etapa, con el segundo puesto en la general, con el maillot de mejor joven y con el de la montaña. «Mi vida va volando», dice. Tiene 23 años y en una tarde ha ganado tanto como el mito cafetero, Lucho Herrera. Tras él aparece 'Purito' Rodríguez, vencedor a su manera: «Ya tengo podio en las tres grandes». Ya es tercero en el Tour, un puesto por delante de Contador, decapitado ayer, sin fuerzas, cojo, con una rodilla machacada. Y, tercero en la cima, aparece el vencedor total, Froome. El africano. «Ya está. Ya tengo el maillot. Ya es mío», repite. Hoy lo será. Mañana, en 2014, se lo disputará Quintana. Desde Semnoz se ve tanto que la vista alcanza hasta el futuro.
La última cima de este Tour centenario es nueva. De estreno. Y es de esas metas que una vez cruzada la raya siguen cuesta arriba. Faltan manos para remolcar a los ciclistas. A Froome, que le ha cedido 29 segundos a Quintana, lo rodean policías, auxiliares y prensa. Cara de Tintín. Resopla. «Solo me he visto ganador del Tour a dos kilómetros del final. Ha sido una sensación curiosa», relata. Desvela su monólogo interior: «Me he dicho: 'Ya está'. Solo me quedaban cinco minutos de sufrimiento». Sufría, se reía, disfrutaba. Dos kilómetros de desfile triunfal mientras la victoria de etapa corría ya pegada a la sombra de Quintana. Froome lanzó ayer un mensaje a África. Todo es posible. Si la enfermedad que él y millones de africanos tienen, la bilharzia, hubiera afectado al primer mundo, ya habría vacuna. África muere en silencio. Froome ha venido al Tour para darle voz. Y para confirmar que su equipo, el Sky, ganador el año pasado con Wiggins, ha dado con el camino.
La cima de Semnoz es un hormiguero. Mientras las cámaras rodean a Froome, Quintana se emociona. Saca la medalla que cuelga de su pecho. La muestra. «Me la dio Mauricio Soler», el ciclista colombiano que se rompió la vida en una caída durante la Vuelta a Suiza. Llora Quintana. «Pero lloro de felicidad». No para de repartir gracias. «La clase que tengo se la debo a Dios y a mis padres. Y todo esto es por el trabajo del equipo». Y, sobre todo, por él. Anda por Semnoz Eusebio Unzúe, director de Nairo en el Movistar. Tiene un tesoro. Oro negro. Lo sabe. Cuando Valverde quedó cortado en la etapa de los abanicos, le pidieron a Quintana, un novato, un recién llegado, que asumiera el liderato del equipo: «Por supuesto», contestó. Seguro. «Tiene una enorme personalidad». Lo tiene todo: «Motor y cabeza». Además, aprende. Observa. «Es como un Ángel Arroyo, pero más calculador y más completo». Unzúe no le quita ojo a Quintana, venga a subir al podio. El colombiano es el porvenir: «La gente me pide que gane el Tour», dice Nairo. Colombia revive. Le ven con el maillot de lunares y ven a Lucho Herrera. «Creo que Quintana le superará», pronostica Unzúe.
La llegada de Contador
Desde el periscopio de Semnoz se ha visto una etapa breve, explosiva, a cuchillo. Con una fuga trepidante, llena de ciclistas ilustres, Voigt, el que más duró, más Rolland, Van Garderen, Riblón, Igor Antón... Pero había demasiado en juego. El Movistar de Quintana y el Katusha de 'Purito' querían apartar a Contador del podio. Tras laminar a los escapados ya en las primeras rampas de Semnoz, 'Purito' descorchó sus piernas. Froome y Quintana se subieron a su sombra. Nadie más. Contador, que ha renunciado a disputar la próxima Vuelta, quería y no podía. Se echó agua al cuello y se tocó la rodilla, la herida que le dejó su coraje en el descenso de Manse, en aquella etapa de Gap. Cuarto del Tour. Derrotado.
A Semnoz llega calcinado. Acelera tras la meta para alejarse un rato de los periodistas y recargar aire. Para y le rodean. Contesta. «Felicito a Quintana y 'Purito' por entrar en el podio. Han sido mejores que yo». También habla de su rodilla: «Es lo que pasa cuando arriesgas». Es lo que tiene ser Contador. Fiel a sí mismo, en la victoria y en la derrota. Viene Dani Navarro, que pregunta: «¿Sigo octavo en la general?». Él mismo responde: «Creo que sí». Casi acierta. Es noveno, un éxito para él. Le ha pasado Valverde, el protector de Quintana, el que aceleró a los mejores en el inicio del puerto. Hay cuatro españoles entre los diez primeros.
Semnoz es la mejor fotografía de este Tour que ha hecho honor a su centenario. Arriba, más arriba aún, en el podio, luce el amarillo del primer africano que gana la Grande Boucle. Detrás de él, en Semnoz, se ve a un colombiano que llora. Feliz porque cree que él también será el primero, el primer sudamericano del Tour.
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