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LUCÍA CAMPÓN GIBELLO
Miércoles, 7 de agosto 2013, 02:11
Una marea de casareños acompañó el domingo a la patrona en su peregrinación hasta la localidad. Hacía más de cuarenta años que la Virgen del Prado no llegaba portada a hombros desde su santuario hasta la parroquia del municipio. El XXV aniversario de su coronación canónica ha hecho posible este acontecimiento que ya forma parte de la historia de la localidad. Más de un millar de personas arroparon a la imagen durante los más de diez kilómetros del recorrido. Se vivieron casi cinco horas de trayecto, en los que la alegría, la emoción y el fervor de todo un pueblo quedaron señalados en el calendario ese 4 de agosto.
Todo empezaba a las cinco de la mañana, cuando centenares de personas fueron trasladadas en autobús hasta la ermita del Prado. Otras muchas fueron en sus coches, y hubo grupos de peregrinos que llegaron a pie a recoger a la patrona. Los organizadores calculan que en el momento de la salida, a las 7.30 horas, había más de un millar de personas alrededor de la Virgen. Durante el trayecto se fueron incorporando más grupos, y en la fuente del Pilar, los que aguardaban eran los niños con sus padres.
La Hermandad de la Virgen tenía todo controlado. Ofrecieron desayunos para todos los asistentes. Dulces, cafés o zumos. Todo lo necesario para iniciar con buen pie la marcha hacia el pueblo. Puntuales, como estaba previsto, y tras la bienvenida a todos los presentes por parte del obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, se inició la peregrinación.
Aunque en un primer momento se contabilizaban unos 150 costaleros, durante el recorrido el número de devotos que quisieron portar a la Virgen fue mayor. Lo mismo sucedió con la imagen de El Niño, que principalmente fue trasladada por mujeres casareñas. Entre los grupos participantes estuvo 'La banda er pito', integrada por doce jóvenes casareños que han vestido una camiseta blanca en la que se hacía referencia a este aniversario. También estuvo la peña 'Los chuchos', así como un grupo de mujeres que realizaron parte del trayecto.
La Virgen lucía esbelta en el paraje de la Jara. Llevaba el traje que la anterior directiva le había regalado. Peregrinó sin el rostrillo, porque la Hermandad quería evitar que ese adorno que rodea habitualmente su cara dañara su imagen durante el recorrido. Y, esta vez, la rodeaban claveles blancos y rosas. Durante la mañana, se vivieron grandes momentos de alegría y emoción, que ya no podrán borrarse de la imagen de muchos. La primera parada se estableció junto a la vía vieja. Allí la Virgen ocupó su mesa, y los casareños le cantaron la Salve. Los organizadores ofrecieron fruta, dulces y bebidas para continuar la caminata.
Luego, nueva parada en la fuente del Pilar. Y antes de llegar al pueblo, junto a La Encarnación, la Hermandad le colocó su corona de oro. Con ella fue recibida en el pueblo. Las calles engalanadas, la gente aplaudiendo su llegada y lágrimas en los ojos de muchos. Los balcones lucían la imagen de su patrona y las mejores telas. Los banderines blancos y azules abrían el paso. La Patrona entró en el pueblo a las 11.15 horas aproximadamente. El sacerdote Ceferino de las Heras dio la bienvenida a la Virgen al llegar a la parroquia.
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