«Es más difícil engañar a un niño, no puedes controlarlo»

No es uno de los cinco protagonistas del último estreno 'Ahora me ves...' pero Óscar Valle, quien lleva estudiando magia desde hace unos nueve años, asegura que un 85% de las cosas que parecen ficción en la gran pantalla pueden ser realizadas por un gran mago.

-¿Es cierto que los trucos se compran?

-Yo sobre todo he aprendido a base de libros. Mucho estudio, leer y saber moverte. Pero también he ido a congresos y festivales de magia porque no todo es el truco, sino aprender a relacionarte con el público. Y claro, tanto los documentos como los eventos te lo costeas tú.

-¿Qué es lo que más te ha costado aprender?

-Tienes que ir pasando una serie de fases que te aportan unas cualidades. La primera tener mucho respeto a la magia, a la gente con la que trabajas. La segunda consiste en saberse adaptar al público, independientemente de si son 50 o 500. Para mí es, sin duda, la clave del éxito. Y el último periodo, cuando te encaminas a ser profesional y tienes unos ciertos conocimientos, volver a leer el primer libro que tuviste en tus manos y hacer el espectáculo tuyo.

-¿Y qué números puedes decir que son ahora tuyos?

-Yo he probado con cartas, monedas, cubiletes, grandes ilusiones con bailarinas acompañándome en el escenario... pero desde hace mucho tiempo he optado por la cartomagia y el mentalismo, jugar con los conocimientos de la psicología.

-¿En este sentido supongo que será más sencillo 'engañar' a los niños?

-Todo lo contrario. A un niño no puedes controlarlo psicológicamente, de hecho no pueden hacerlo ni sus padres. Sin embargo, a un adulto sí. Puedes manejar todas las posibles reacciones, sus movimientos y actuaciones.

-¿Cuál es truco que nunca falla y deja a todos boquiabiertos?

-El ilusionismo siempre impresiona mucho pero la gente cree que todos los magos pueden hacer cualquier cosa y, como en otras profesiones, cada uno tiene su especialidad. Es muy curioso que, en mis años de experiencia, del escenario que más satisfecho he bajado no realicé un gran número. Fue gracias al humor y a la importancia, como he dicho antes, de la unión con los espectadores. Tuve la suerte de tener un público muy receptivo que acogieron muy bien los pequeños chistes. Luego, entre carcajadas, me decían: 'Por favor, repite eso que no me lo creo'.