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«Me extrañaría mucho que el público no se riera con la obra»
SOCIEDAD

«Me extrañaría mucho que el público no se riera con la obra»

Por primera vez el actor participa en el Festival de Teatro Clásico, dando vida al suegro del autor teatral Eurípides, en 'Tesmoforias' Pablo Viña Actor

MARTA PÉREZ GUILLÉN

Jueves, 15 de agosto 2013, 11:42

Lo conocerán por participar en diferentes series de televisión. Durante estos días, por ser el suegro de Eurípides, que disfrazado de mujer intenta ayudarlo en la 'Tesmoforias' de Aristófanes a la extremeña, que está en cartel hasta el domingo. Como sucede en la mayoría de las comedias, los 'intentos de' nunca terminan bien, y al final, es el mismo Eurípides el que tiene que acudir al rescate de Pablo Viña, que se estrena con este peculiar enredo en el Festival de Teatro Clásico. Simpaticón de Valladolid, su actuación con peluca y cabellos de mujer sobre la arena del Teatro Romano demuestra su calidad como actor. Las risas con su personaje, y la obra en sí, están más que aseguradas.

-¿Ha participado antes en la cita cultural?

-La verdad es que no, en el festival no. En Extremadura sí que he actuado pero no aquí en Mérida y en el Teatro Romano es mi primera vez.

-¿Cómo resultó la toma de contacto con el entorno?

-Para mí ha sido una experiencia muy emocionante. Durante los ensayos, uno de los días, me fui por la mañana como turista, y pisé el escenario pensando que el día 14, ayer, debutaba allí. Yo soy muy llorón, se me empezaron a caer las lágrimas. Es increíble.

-Habrá visto alguna obra, ¿se imaginaba actuando en Mérida?

-Sí, he venido como espectador a alguna que otra obra, aunque no recuerdo ahora en cuales. Y claro uno ve el escenario y se imagina. Siempre he pensado que uno como actor tiene varios sueños, y uno de ellos es estar en ese escenario, aquí en Mérida. Uno siente que el entorno, el graderío, la amplitud del espacio le va a hacer muy pequeñito, pero luego se integra de una forma increíble.

-¿Cómo es su personaje?

-Mi personaje es un cachondo mental. Es el suegro de Eurípides. Eurípides como autor teatral de la época es un poco pedante y entonces mi personaje está todo el rato picándole. Él intenta conseguir a otro poeta para que le ayude con las Tesmoforias y como no lo consigue, Mnesíloco decide ayudarle. Se disfraza de Mnesíloca y así intenta ayudarle desde dentro, en la asamblea de las mujeres. Pero lo descubren, y le pasan una serie de historias muy divertidas. Al final tiene que venir Eurípides a rescatarlo, haciendo de diferentes seres mitológicos.

-¿Cómo ha sido la experiencia de actuar como hombre y hacer de mujer?

-Es un hombre haciendo de mujer, por lo no ha sido algo complicado, es más, ha sido un placer. Con el vestuario y como estás fingiendo todo el rato, descubriendo cosas y viendo lo que hacen las mujeres, para luego rebatirles todo lo que dice Eurípides sobre las mujeres, ha sido fácil. Y por supuesto muy divertido.

-¿Le ha costado mucho trabajo prepararse este papel?

-Es uno de los personajes que lleva toda la trama del por qué sucede todo. No es uno de los nuevos que ha incorporado Esteve Ferrer y Juan Copete, el versionador del texto. Tiene que ver con el desencadenante y aparece en el original de Aristófanes. Estaba todo ahí. Me lo he preparado currando muchísimo, dándole muchas vueltas, trabajando mucho con Ferrer, el director de la obra, que lo tenía clarísimo desde el principio. Se han probado varias cositas, pero Esteve tenía muy claro por donde tenía que ir mi personaje. Adaptándonos el uno al otro, aunque yo más que él. Disfrutando por donde me llevaba. Lo que he tenido que hacer básicamente es ponerme en las manos de Esteve sobre todo. Hay un momento en la representación que el narrador habla sobre que cada actor moldea cual plastilina sus versos. En este caso, ha sido Esteve con Pablo Viña quienes hemos moldeado y perfilado mi papel.

-Tenéis mucha confianza en que le gustará al público emeritense...

-Hemos sufrido mucho, porque hemos trabajado muchísimo. Detrás de todo esto está nuestro director, que es un matemático de la comedia. Es la primera vez que trabajo con él, no conocía su manera de trabajar. Estoy deslumbrado y encantado. Es un despropósito de comedia, llega al límite en casi todos los momentos, por eso ha sido tan duro para nosotros porque estamos al límite todo el tiempo. Y por otro lado, también es lo que nos hace disfrutar en el escenario. Es importante también que nos lo pasemos bien, que no quiere decir que sea motivo para que el público se lo pase bien, pero influye y es lo importante. Es un despropósito, es una ralladura y creo que por eso gustará.

-¿El público se va a reír entonces?

-Me extrañaría que no lo hiciera. Espero y confío. Quiero decir, el público es soberano y puede que nosotros pensemos que es interesante y luego no sea así. Pero en este caso, no creo que eso suceda. Creo que se lo va a pasar bien, y va a disfrutar.

-Lo conocemos por su faceta de actor, pero ¿alguna vez se ha planteado dirigir?

-No la verdad es que no. Bueno sí, rectifico. Es más estuve estudiando dirección, pero en mitad del primer curso me di cuenta de que no era lo mío. Me gusta, me atrae ese mundo, pero yo soy actor y es donde yo me siento libre. Y realmente me siento feliz. No me veo dirigiendo detrás de las cámaras.

-Teatro y televisión ¿con qué se quedaría?

-El teatro y la televisión son platos totalmente distintos para los actores. Te enfrentas a los trabajos más o menos de igual manera, eso sí. Pero a mí la televisión me gusta mucho, porque los trabajos inmediatos me encantan y me llenan. La televisión es una especie de olla a presión, que se hace, digamos, en cinco minutos. El teatro es el típico puchero de la abuela, que se va haciendo poco a poco en la lumbre, hay que dejado que se cueza y esperar. Pero es muy placentero porque vas descubriendo cada día cosas. Lo que más me gusta del teatro es precisamente eso, el proceso. El actor se enriquece y humanamente es lo más interesante. Tratar con compañeros, con el director, el equipo, todo eso te hace crecer como persona. Es increíble lo que a nivel humano uno crece en el proceso de creación. Y esto lo consigue el teatro. Pero en cuanto a gustos, el ritmo frenético de la televisión me atrae mucho.

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