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SERGIO LORENZO
Martes, 20 de agosto 2013, 09:27
«Queremos rendir tributo a nuestros ancestros recuperando un símbolo emblemático de nuestro patrimonio natural: 'El cancho que se menea', una víctima más de la intolerancia, la prepotencia y la brutalidad fruto de la ignorancia de un grupo de soldados que lo derribaron en julio de 1937. No sabemos si será posible, pero lo vamos a intentar», sostiene el alcalde de Montánchez, Juan Alcázar Rubio.
Para la teniente alcalde María José Franco Sánchez es seguro que lo van a lograr. «Una grúa colocará la roca grande, que pesa entre 12 a 15 toneladas. Ya estará en su sitio cuando el sábado, 31 de agosto, vaya la gente a verlo en la excursión que se organiza dentro de los 'Encuentros en Montánchez'», vaticina la edil.
Efectivamente, del 28 de agosto al 1 de septiembre se celebrará la VIII edición de 'Encuentros en Montánchez. Diálogo de Culturas', utilizando la recuperación del conjunto de granito como un símbolo de la tolerancia ante otras culturas.
La 'piedra o cancho que se menea' era considerada por algunos como un antiguo ídolo hecho por la mano del hombre, y, por otros, como un capricho de la naturaleza. En 1904 lo visitaron cuatro grandes figuras de la cultura extremeña: Mario Roso de Luna, Rafael García Plata de Osma, Eduardo Hernández Pacheco y Tirso Lozano Rubio. Tras verlo, Roso de Luna se atrevió a decir que no tenía duda de que era una escultura hecha por los atlantes, los habitantes de la desaparecida Atlántida. Aseguraba que eran los mismos que habían hecho las esculturas de la Isla de Pascua, y que los grabados en las piedras, que forman cazoletas, era su escritura. Sus tres compañeros de excursión, en cambio, negaban tal versión, y sostenían que la roca que se movía era obra de la naturaleza.
En 1915 visitó la curiosa roca el arqueólogo José Ramón Melida. En su investigación comentó que 'el cancho que se menea' estaba relacionado con las creencias religiosas de los hombres prehistóricos. Consideraba que esta piedra estaba consagrada a la adivinación: los hombres la utilizaban como un oráculo que podía 'decir' algo a quienes le atribuían propiedades extraordinarias según el número de veces que se moviera. También pensaba que la mano del hombre había intervenido para favorecer el movimiento de la roca.
El conjunto estaba formado por tres piedras: el pedestal, el plinto y la cabeza. El pedestal medía 86 centímetros de altura; el plinto, que era como el cuello del ídolo, consistía en una piedra cuadrada de 22 centímetros de altura; y la piedra en forma de pera, que hacía de cabeza, medía 2,60 metros. En total, el conjunto alcanzaba una altura de 3,68 metros. Melida contaba que junto al monumento megalítico había otras piedras amontonadas que permitían, desde encima de ellas, empujar la gran roca, «oponiendo al principio alguna resistencia, pero luego que empieza a moverse, opone menos y disminuye la resistencia a medida que se van produciendo más oscilaciones, aumentándose la velocidad e inclinación hasta parecer que se va a caer sobre el que la mueve».
Según el antropólogo Domínguez Moreno, las mujeres tocaban o abrazaban la piedra en la creencia de que así tendrían pronto hijos.
El fenómeno dejó de estudiarse hace 76 años. El 19 de junio de 1937 estaban en la zona dos compañías de las tropas de Franco. Los componentes de la que dirigía el alférez Félix Alejandro Bartolomé Ingelmo fueron en concreto los que tiraron la cabeza que parecía salir de las entrañas de la tierra.
'El cancho que se menea' se halla a cuatro kilómetros de Montánchez, a 973 metros de altura, en las coordenadas 39,2164 N y 6,1239 O, «junto a las antenas de Montánchez», señala María José Franco. El sábado 31 de agosto todo el mundo está invitado a asistir a la excursión de desagravio al oráculo o ídolo de los antepasados. A las nueve de la mañana los participantes saldrán desde la Plaza de España y tras una hora de camino llegarán al paraje en donde se espera que les reciba la famosa piedra ya colocada en su sitio.
El coloso de granito está cerca de 'la piedra del dedo meñique' de Arroyomolinos, una roca de 40 toneladas que se mueve con un dedo... pero eso ya es otra historia.
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