Los vecinos de San Roque se quejan de peleas y amenazas en La Picuriña

Hace años que dormir en los alrededores de las calles Marqués de Lombay y Virgilio Viniegras es difícil. Desde las diez de la noche, según los vecinos, se suceden las peleas, los gritos e incluso las amenazas de varias familias que viven en una serie de casas ruinosas junto al parque de La Picuriña. Los afectados piden que se acabe con el problema y para ello exigen que se derriben estas infraviviendas.

La zona está muy deteriorada. Se trata de una manzana con dos docenas de casas en las que se alternan viviendas de dos alturas y de una sola planta. Algunas están en buenas condiciones, pero otras quedaron abandonadas y sufren muchos desperfectos. Sin embargo, a pesar de las grietas y la suciedad, están ocupadas por familias. Sus vecinos denuncian que son ocupas ilegales que aprovecharon que las casas estaban vacías. HOY trató de hablar con varios de estos residentes, pero no quisieron explicar su situación.

En esta manzana incluso hay varias calles que discurren entre las casas, pero están en muy malas condiciones y sin asfaltar. En las fachadas de varias casas hay electrodomésticos, como una nevera o un horno, y equipos de música. Precisamente esta actividad es una de las que más disgusta a los vecinos de la zona, que se quejan de los ruidos hasta altas horas de la madrugada y de prácticas insalubres como cocinar en la puerta de los domicilios.

La mayor preocupación de los afectados, sin embargo, es la conflictividad. Aseguran que hay peleas constantes entre los residentes en las viviendas ruinosas y también enfrentamientos y amenazas a otros vecinos. «No se puede ni mirar. Estás en la puerta de tu casa y vas mirando de lado porque no te digan nada. Hace unas semanas uno me gritó: '¿Qué estás mirando?'», asegura Pedro Torrado, que vive en la zona desde el año 1963. Este sanroqueño lamenta el cambio que se ha producido, «era muy tranquila. Solo estaban esas casas rotas que siempre decían que las iban a tirar». Torrado añade que muchos vecinos se sienten atemorizados porque han recibido amenazas.

Sin dormir

Una de las vecinas es una anciana de 82 años que no quiere dar su nombre. «Me conocen y ya me han dicho que me van a coger». Explica que muchas de las casas estaban vacías hasta que, de golpe, se instaron varias personas allí. «No se cómo pueden vivir así hasta con los niños que tienen. Las casas son ruinosas, se les van a caer encima y no están preparadas. Tienen que pasar calor y frío».

Lo peor para esta anciana es el ruido. «Desde las diez de la noche se juntan en la calle y cuando no es una bronca, es un baile o gritos. No se puede dormir».

Ángel Granada, que también vive en los alrededores, añade que, además del ruido, han perdido la tranquilidad. «Aquí se ha dormido siempre con las puertas abiertas y ahora no se puede», se lamenta. Para este pacense la única solución es derribar las casas en mal estado. De hecho, recuerda, como muchos de sus vecinos, que existía un proyecto para eliminar la manzana y edificar nuevas viviendas. «Siempre han dicho que lo tirarían pero nunca se ha hecho. Ahora está peor que nunca, es un asco».

Paz Durán coincide en que lo mejor para su barrio sería eliminar todas estas infraviviendas. «De forma radical. Que lo tiren y que hagan pisos en la zona o amplíen el parque. Sería estupendo, pero me da a mí que eso va para largo», explica esta vecina, que añade, decepcionada, que se han tenido que acostumbrar a vivir con el jaleo a su alrededor. A este respecto Manuel Alfaro, de la calle Granada, asegura que la conflictividad en la zona no solo afecta a los vecinos, sino también a los usuarios del parque de La Picuriña. «Porque se ponen con perros de esos enormes al lado y da miedo estar con niños. No es normal y hay un colegio al lado».

Alfaro pide, como sus vecinos, que se realice una intervención integral en la zona para acabar con una manzana que afecta a todas las que le rodean. «No es normal que vivamos mal todos por unos cuantos», concluye.