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ANTONIO CORBILLÓN
Martes, 10 de septiembre 2013, 11:39
Por su buena salud sentimental, es de esperar que Ander Mirambell tenga mejor ojo conquistando corazones que votos olímpicos. Aunque es uno de los escasos practicantes de skeleton que hay en España, formó parte de la delegación de 18 atletas nacionales que se desperdigó el sábado por el hotel Hilton de Buenos Aires a la caza y captura de votos para Madrid 2020. Ander tenía una misión clara: aprovechar su amistad con el vicepresidente de la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional (COI), el británico Adam Pengilly, de 35 años, para garantizar el voto de los deportistas y, por extensión, de los anglosajones.
«Nos miramos a los ojos, nos abrazamos y me sonrió. Me sentí como cuando tienes tu primera cita y esa chica se despide con un beso en la comisura de los labios, justo allí que sabes que significa mucho». Con esta impresión salió Mirambell (Barcelona, 1983) de la séptima planta del Hilton después de su breve charla con Pengilly. Un área tan 'bunkerizada' por el COI hacia el exterior que tuvo que colarse con una acreditación prestada ya que carecía de ella.
Los especialistas de skeleton son tan pocos que son más amigos que rivales. Se lanzan boca abajo sobre un trineo que recorre un tubo de hielo a más de 140 kilómetros por hora. «Adam y yo hemos compartido viajes en furgoneta, hemos dormido juntos, conozco a su familia, sé hasta cómo ronca», afirmaba Mirambell el día antes de su misión. El catalán le consiguió incluso los votos españoles cuando Pengilly fue elegido para el cargo en los Juegos de Invierno de Vancouver 2010. Aquel día, este olímpico británico de profundas convicciones baptistas atribuyó el mérito a que «obviamente, es parte del plan de Dios».
El sábado Ander encaró su encargo con perseverancia. «Gente y más gente hablando... Encontré a mi cita y estuve treinta segundos hasta que alguien de otra candidatura nos cortó la conversación y así varias veces. Había un trabajo subterráneo para no poder charlar con comodidad. Al final me fui de paseo con él y su familia y charlamos de todo», resumió ayer el deportista catalán. Cuando abandonó la zona proclamó a los cuatro vientos que «había conquistado uno de los votos que espero que sean claves para Madrid».
En España, el que mejor se maneja en las cortas distancias diplomáticas es Juan Antonio Samaranch junior, que tuvo en su padre al mejor maestro y al único que ha logrado traer a la península unos Juegos Olímpicos. Y Samaranch hijo nunca se cansa de repetir que «el voto de un miembro del COI es algo tremendamente complejo». Sin embargo, no le debió de ser tan difícil a Pengilly camelarse la sonrisa de su amigo Mirambell, mientras aguijoneaba después a la delegación española en el turno de preguntas tras la presentación. «El voto estaba atado y cerrado -mascullaba ayer el español-. Por eso me dolió que cambiara y lo proclamara. Era su momento de gloria y lo ha hecho para buscar marketing». Pero Pengilly se escudó en su responsabilidad porque «varios atletas, sobre todo británicos, me dijeron que no votara a España tras la 'Operación Puerto'», reconoció tras escuchar la tibia defensa del compromiso español con el deporte limpio que hizo el presidente de su Comité Olímpico, Alejandro Blanco. Otro miembro de este cónclave, el noruego Gerhard Heiberg, acabó de remachar el 'clavo' del dopaje español.
El medalla de plata en los mundiales de skeleton 2009 en Lake Placid (EE UU) y miembro del Comité de Londres 2012 pasará a la intrahistoria del 2020 como el auténtico 'pepito grillo' del movimiento olímpico. Decidió dejar de lado la 'esgrima diplomática' e hizo preguntas que cualquiera de la calle habría formulado no solo a Madrid, sino a las otras dos aspirantes. Porque a la candidatura de Estambul también le pidió que explicara el brote de 32 casos de dopaje turco en los últimos meses. Y al primer ministro japonés, Shinzo Abe, pensaba exigirle aclaraciones sobre los riesgos nucleares tras Fukushima, aunque se le adelantó otro miembro con derecho a voto.
«Somos como una familia y tengo que tener cuidado porque es muy fácil ofender a un miembro» (olímpico), se justificó después Adam cuando todas las miradas de la diplomacia deportiva fijaron su mirada en él. Alguien le preguntó después del triunfo de Tokio cuánto había influido su pregunta sobre los casos de doping. Pengilly recuperó la diplomacia de salón para zanjar que «no está claro». Justo lo contrario de lo que dijo el presidente del COI, Jacques Rogge: «Ha sido un factor clave para algunos miembros».
Adam Pengilly (Somerset, Gran Bretaña, 1977) fue elegido vicepresidente del Comité de Atletas Olímpicos tras su participación en los Juegos de Vancouver 2010, donde acabó el 18 en la prueba de skeleton (el hermano menor del bobsleigh). Para ese cargo le apoyaron 615 de los 1.902 atletas participantes. Entre ellos, su mejor amigo español, Ander Mirambell, especialista en esa modalidad deportiva, que trabajó en favor de su candidatura.
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