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JULIÁN MÉNDEZ
Domingo, 22 de septiembre 2013, 02:12
Las concursantes se levantaban a las tres y media de la madrugada para orar y mejorar en su lectura del Corán. Tras los rezos debían dar a los jueces muestras fehacientes de su piedad y explicar las razones que les habían impulsado a cubrirse la cabeza con el hiyab (el velo islámico), prenda que las adolescentes mahometanas usan tras su primera menstruación.
Todo formaba parte del «entrenamiento espiritual» de tres días que debían seguir las veinte aspirantes a Musulmana del Mundo, muchachas seleccionadas entre 500 candidatas y llegadas de países como Irán, Malasia, Brunéi, Nigeria o Bangladesh a Yakarta, capital de Indonesia, el país musulmán más poblado de la Tierra, con 194 millones de fieles.
Las jóvenes se presentaron ante los jueces sobre la tarima de un muy discreto centro comercial de Yakarta, embutidas en coloristas trajes guarnecidos de lentejuelas y pedrería. Algunas usaban guantes. Sus medidas, altura y peso fueron expuestos en la página web del concurso, patrocinado por una firma de maquillaje halal, como se conoce a los productos que cumplen con el código coránico.
«Lo que busco es una personalidad fuerte, alguien que ayude a su comunidad y pruebe que la belleza no es solo corporal», explicaba la jueza malasia Jameyah Sheriff (excelente apellido, por cierto, para semejante tarea) poco antes de proclamar a la ganadora de la tercera edición de este peculiar concurso.
La nigeriana Obabiyi Aishah Ajibola, de 21 años, cumplió con el protocolo de todas las misses y rompió a llorar al conocer el veredicto. Antes de recoger el trofeo de una escueta mujer ataviada con túnica, Aishah se postró de hinojos y dio las gracias a «Alá el Todopoderoso» antes de recitar una sura del Corán. La joven, del pueblo yoruba, con tres hermanas y un hermano, que diseña y fabrica joyas, sorprendió al jurado, señala 'The Jakarta Post', por su «amplio conocimiento del Corán y por la refrescante filosofía del Islam que aplica al mundo moderno».
Amenazas a las misses
Sheriff le impuso la corona y le entregó el premio: un viaje a la India y a La Meca valorado en 1.600 euros, que Aishah aprovechará para cumplir con el rito del peregrinaje a la ciudad santa que todo musulmán debe realizar una vez en su vida. Eso sí, deberá hacerlo separada de los hombres, como impone su religión. «Somos libres y el hiyab es nuestro orgullo», declaró la nueva Muslimah World.
En las dos primeras ediciones solo pudieron participar mujeres indonesias. La tercera se ha abierto al mundo. Aunque en unas circunstancias muy especiales.
El certamen Musulmanas del Mundo de Yakarta es una réplica apresurada del concurso Miss Mundo que debía celebrarse en esa misma ciudad y que por las protestas de activistas islámicos ha debido ser desplazado a la isla de Bali, de mayoría hinduista. Eso sí, allí se desarrollará bajo un amplio despliegue policial y con todas las alarmas activadas ante el riesgo de un atentado contra las misses.
Las presiones en Indonesia han sido tan fuertes que los organizadores de Miss Mundo han optado ya por suprimir el desfile de modelos en biquini y las muchachas vestirán el muy casto sharong, tradicional pareo del país. «El certamen va contra las enseñanzas del Islam y promueve el hedonismo, el materialismo y el consumismo. Es solo una excusa para mostrar partes del cuerpo desnudo de una mujer», sentenciaron los ulemas indonesios que acabaron saliéndose con la suya y desplazando el certamen a Bali.
«Hemos elegido deliberadamente celebrar el concurso justo antes de la final de Miss Mundo para mostrar que existe una alternativa para las musulmanas», aseguró Eka Shanti, fundadora del certamen. Shanti se presenta como una locutora de la televisión indonesia que fue despedida en 2006 por haberse negado a quitarse el hiyab. Pese a la mayoría de musulmanes del país (81% de sus 240 millones de habitantes), Indonesia no es un estado islámico. «Somos la respuesta del Islam a Miss Mundo», apunta Shanti, quien no secunda el llamamiento de los radicales para suprimir el concurso internacional de belleza.
Entre tanto, la embajada de Estados Unidos en Yakarta ha señalado que posee información de que «grupos extremistas podrían estar preparando atentados para perturbar el certamen de Miss Mundo en Bali». Gran Bretaña y Australia han dado también la voz de alarma. El 12 de octubre de 2002, 164 turistas extranjeros y 38 indonesios murieron asesinados por las bombas colocadas por activistas de la Jemaah Islamiya en dos discotecas.
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