Carolina Coronado tendrá un paso elevado enfrente del colegio

Desde su pequeña frutería, Vicente de la Hoz se percata de todos los incidentes de tráfico en la avenida Carolina Coronado. Pequeños atascos, enfado de los que no pueden avanzar por la doble fila, sustos de los peatones por algún atropello... Pasa mucho tiempo cerca de la puerta porque tiene que vigilar que no le roben el género y conoce de cerca el caos que se forma en una travesía de cuatro carriles, aparcamientos en batería, ocho cruces, dos semáforos y seis pasos de peatones.

Por todo lo que ha visto en este tiempo, cree necesario elevar algunas marcas recién pintadas tras el asfaltado. Y pone el ejemplo de Sinforiano Madroñero, en Valdepasillas. Los pasos elevados son una vieja reivindicación del barrio. La asociación de vecinos y la de comerciantes lo reclamaron varias veces cuando se plantearon poner en marcha un centro comercial abierto.

El asunto quedo aparcado hasta que se rehabilitara el firme de la avenida. Ahora, tras las obras, Vicente no entiende porque no se han puesto. Según explican desde la Policía Local, la avenida contará pronto con uno de estos resaltos. Se situará a la altura del colegio Santo Tomás de Aquino. En el intervalo más próximo a la rotonda de Adif y la conexión con Figueira da Foz.

Desde la Policía Local quieren mejorar la seguridad de los escolares que cruzan cada día la avenida para ir a clase. A primera hora, coincidiendo con la entrada de los niños al centro, se amontonan muchos coches y esto ayuda a que pasen más despacio cerca del centro.

El proyecto inicial de la obra para reforzar el firme ya contemplaba esta posibilidad, pero recogía hacerlo con bandas reductoras.

Desde la Policía Local aconsejaron sustituir la primera opción por la elevación del asfalto porque el material que se utiliza en las traviesas hace más ruido cuando pasan los coches. Finalmente, se ha impuesto el criterio policial. Aunque entre comerciantes y vecinos tampoco hay una posición unánime.

El miedo a los embotellamientos que se forman puntualmente es lo que lleva a Raquel Mencía a rechazar los resaltos. Con la elevación se ralentiza la velocidad y le preocupa que haya más atascos.

Trabaja en una tienda de dependienta y entiende que el poco espacio entre cruces no permite a los coches coger mucha velocidad. Su vecino de acera, Antonio Sánchez, tiene una opinión distinta. Su criterio se basa en que se deben poner, no por la velocidad de los conductores, sino por la visibilidad. Precisamente los continuos cruces y giros que pueden hacer los vehículos en la calle impide que desde el volante se vea a los que van a pie de un lado a otro. Con los pasos a la altura de la acera, los conductores tendrían que aminorar la velocidad antes de hacer la maniobra para dirigirse a un lado u otro. Lo que no parece que se vaya a solucionar es la doble fila.