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JAVIER MONTERO
Viernes, 11 de octubre 2013, 02:07
Los simuladores de prácticas del Ejército van a estar el año que viene más frecuentados que nunca. Las drásticas restricciones presupuestarias aplicadas por el Ministerio de Defensa al capítulo de combustible van a reducir de forma significativa la operatividad de las unidades de tierra, aire y mar para 2014. Los 231 millones de litros previstos para este año se quedarán el próximo en 77, una merma que en la práctica supondrá la paralización de una buena parte del parque móvil militar. La aguja del contador de gasolina del Ejército se pasea cada vez más cerca de la línea roja de la reserva.
El mayor recorte se lo llevará el Ejército del Aire, hasta ahora el mejor parado en el reparto de la tarta del combustible. Frente a los 180 millones de litros consignados en 2013 para abastecer a los aviones militares, las cuentas del próximo año contemplan 37 millones. La reducción es de tal calibre que muchos de los aparatos de la flota aérea militar ni siquiera tendrán oportunidad de salir de los hangares donde se guardan. Los aviones son, con gran diferencia, las unidades que más combustible consumen de todo el Ejército.
Los recortes que empezó a aplicar Defensa en los presupuestos anteriores trajeron consigo una significativa disminución de las horas de vuelo. Las 100/120 horas anuales de prácticas por piloto quedaron reducidas a la mitad. Los pilotos de combate españoles realizan ahora unas cinco horas de vuelo al mes, una frecuencia que deberá espaciarse todavía más en aplicación de las cifras previstas para el próximo año.
Zaragoza-Palma, 10 minutos
La explicación es que los aviones de combate, sobre todo los cazas, equipan propulsores tan potentes que consumen cantidades ingentes de combustible. Un F-18, por ejemplo, gasta en torno a los 2.000 litros a la hora volando a lo que en términos automovilísticos podría llamarse una velocidad de crucero. Exprimiendo al máximo los motores, es decir, operando en postcombustión, el consumo se dispara hasta los 6.800 litros a la hora. «Son máquinas concebidas para actuar en situaciones límite y, por consiguiente, tienen unos gastos de mantenimiento que se van también al límite», explica un piloto que prefiere guardar el anonimato. Un simple dato basta para ilustrar lo que puede hacer un F-18: tarda diez minutos en ir de Zaragoza a Palma de Mallorca (unos 380 kilómetros).
El combustible es solo una parte de la generosa factura que supone tener un caza. Se calcula que, por cada hora de vuelo, el avión necesita entre diez y veinte horas de cuidados y controles técnicos en tierra. Es por eso que el mantenimiento de un aparato de combate no se computa en términos de combustible, sino en coste por hora de vuelo. Los cazas más sencillos se llevan unos 8.000 euros por hora (combustible incluido), una cantidad que puede elevarse a los 30.000 cuando se trata de aparatos más complejos como el F-22, cuya producción fue paralizada por el Congreso de EE UU debido precisamente a sus disparatados costes.
En comparación con los gastos de un caza de combate de última generación, el resto de los aviones se antojan 'mecheros'. Los Casa C-101 concebidos para entrenamiento que utiliza la Patrulla Águila, el grupo de vuelo acrobático español, consumen 'solo' unos 600 litros a la hora. Hay que tener en cuenta que los motores de reacción son mucho más 'bebedores' que los de hélice. El combustible que utilizan los propulsores de turbina es el llamado Jet A-1, un carburante con unas propiedades específicas para soportar las temperaturas extremas a las que se mueven los aviones (su punto de congelación es -470C). El Jet A-1 recibe la denominación de JP-8 cuando se suministra a aeronaves militares. Su precio se negocia directamente con la compañía suministradora aunque el litro suele estar por debajo del euro.
La factura de la Armada en combustible bajará también de 28 a 20 millones de litros. Aunque los motores de los navíos son más austeros que los de los aviones, las toneladas que desplazan lastran su mantenimiento. Un submarino de la clase S-74 como el 'Tramontana', botado en 1984 en Cartagena, puede gastar del orden de los 200 litros de gasóleo a la hora aunque esa cantidad oscila en función del rendimiento que se le exija a la nave (los consumos se disparan si maniobra sumergido).
Los tanques del Ejército de Tierra tampoco se caracterizan por su austeridad. Los Leopard 2, la columna vertebral de la fuerza española de carros de combate, se 'beben' mil litros de gasóleo cada 350 kilómetros, lo que arroja la vertiginosa media de 285 litros a los cien kilómetros, nada del otro mundo si se tiene en cuenta que pesan el equivalente a 60 utilitarios y su motor cubica 47.600 centímetros cúbicos (un turismo normal suele tener 1.600 cc). ¡Ah! Y pueden ponerse a 70 por hora.
litros de gasóleo a la hora es lo que consume el submarino 'Tramontana' de la Armada española, cifra que se dispara si la nave se sumerge.
litros de combustible a la hora gasta un F-18 a velocidad de crucero. Si se exprimen sus motores y se entra en postcombustión se va a los 6.800 litros/hora.
litros por hora gastan los Casa C-101 de la Patrulla Águila, el grupo de vuelo acrobático que tomará parte en el desfile de la fiesta nacional de mañana.
litros de gasóleo a los cien kilómetros se 'bebe' un tanque Leopard 2. Si se aprieta el motor, con 47.600 centímetros cúbicos, el consumo se duplica.
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