Varias familias protestan por el sorteo de viviendas acampando frente a Fomento

Daniel Martínez Ruiz duerme desde la noche del pasado miércoles bajo una manta a las puertas de la Consejería de Fomento. Es su manera de protestar y mostrar su disconformidad con el método empleado para adjudicar las 40 viviendas sociales cuyo sorteo tuvo lugar el pasado miércoles en el Centro Cultural Alcazaba y del que quedó excluido de ser titular de un inmueble.

Le dijeron desde la Consejería que le rechazaban la solicitud por estar empadronado con su madre, una viuda que tiene acogidas en su casa a 25 personas, entre ellos Daniel, uno de sus diez hijos. En una vivienda de la barriada de San Antonio también viven una tía y un tío de Daniel, el hijo de estos, además de dos cuñadas y un cuñado, todos acompañados de sus respectivos hijos. Así hasta 25 personas que viven bajo el mismo techo con el sustento de poco más de 600 euros, que es lo cobra su madre de pensión, ya que ninguno de ellos trabaja.

«La forma de otorgar las viviendas mediante sorteo la veo injusta. En algunos casos se han dado a familias que no las necesitan, por ejemplo, a los solteros o a la gente que no tiene cargas familiares», asegura Daniel.

Tanto él como las siete familias que desde anoche acampan en la avenida Valhondo han aprovechado su presencia allí para solicitar por escrito a los responsables de la Consejería una vivienda. Se muestran desanimados porque dicen que nadie, ni de la Junta ni del Ayuntamiento, les da una solución a su problema. «Desde esta institución nos han dicho que el martes no darán una respuesta a nuestra solicitud».

Dice que tras el sorteo, con un sentimiento de decepción e indignación, este grupo pensó incluso en «dar la patada en la puerta» y ocupar alguna de las viviendas libres que hay en la ciudad. Pero lo pensaron mejor y han decidido, por el momento, «ir por las buenas, por el camino legal». Aún así, anuncian que si no se les da una solución terminarán resguardándose de forma ilegal en algún inmueble. Algunos ya lo hicieron hace tiempo en la urbanización El Prado, aunque tuvieron que salir de allí, según cuentan, siendo denunciados.

Pendientes de ellos

Tras la primera noche durmiendo a las puertas de Fomento no cuentan nada agradable. Dicen que lo han pasado «muy mal» porque aunque montaron tiendas de campaña para resguardarse del frío la Policía Nacional no se lo permitió. Tuvieron que desmontarlas. Aún así, dice Daniel que los agentes se portaron muy bien con ellos y que están pendientes en todo momento de lo que puedan necesitar.

Comerán de lo que cada uno pueda aportar al grupo y se asearán en casa de familiares o amigos.

«Solo queremos que se den las viviendas que tienen guardadas en la ciudad. En el sorteo había 40 casas para casi 300 personas y eso no es lógico cuando en Mérida hay viviendas vacías de sobra», afirma Daniel.

Jessica Molano tiene 25 años y también se ha unido al grupo que acampa a las puertas de Fomento. Estuvo el pasado miércoles en el sorteo de las viviendas y tampoco fue una de las agraciadas. Vive en un piso de alquiler, por el que paga 250 euros. Pero ya no puede costeárselo. Se ve en la calle con dos hijos, una niña de seis años y un niño de tres. Su madre le ayuda en lo que puede y cuando puede, que no siempre, cosa que entiende. Por eso dice que necesita una vivienda en la que no tenga que pagar mucho. «No tengo ingresos y me busco la vida como puedo, pero estoy muy mal y sólo me entran ganas de quitarme del medio», lamenta.

Aún así, asegura que tiene esperanzas de que en Fomento escuchen sus súplicas. Sólo por eso, seguirá acampada hasta el final. Ella y el resto de familia.