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A. GILGADO
Lunes, 21 de octubre 2013, 15:02
Valeria le llama bicho, y chasca la lengua imitando su sonido. Muy charlatana para los dos años y pocos meses que tiene, explica con detalle por qué la última semana la ha pasado en casa de la abuela. «Había una culebra en mi habitación».
Su madre, María José Regalado, agradece que Valeria lo haya asumido todo como un juego, y ni tan siquiera tenga miedo de volver a dormir a su cuarto. La historia empezó el viernes pasado en una casa de la calle Bonifacio Gil de Antonio Domínguez. Allí viven desde hace un año María José y su hija Valeria.
El viernes pasado, Valeria lo pasó jugando en su habitación hasta que su padre la recogió a las seis. Diez minutos después de irse, entró su madre en el cuarto para recoger los juguetes de la niña y se topó con una serpiente entre los juguetes. El reptil se escondió en el ropero del rincón. María José pegó un grito, dio un portazo y se refugió en el pasillo. Tras el susto se alegró de que el padre se hubiera llevado a Valeria diez minutos antes de allí.
Siempre le quedará la duda de si la culebra merodeó cerca de la niña o salió del armario empotrado donde se escondió durante los diez minutos posteriores.
María José pidió ayuda a algunos vecinos para que le ayudaran a encontrar al animal, pero no ha sido fácil dar con ella porque se escondió entre los huecos del armario y la pared. El ropero a medida no se puede mover y la única opción era desmontarlo, pero ningún carpintero iba a querer trabajar con el miedo a toparse con el reptil.
María José tuvo que mudarse a casa de su madre hasta que pudieran cazar al animal. Durante toda la semana se ha acercado cada día a recoger ropa y en alguna ocasión vio las cagadas que dejaba el animal cuando salía del armario.
La madre llamó a la Policía Local para que alguien la ayudara, pero los agentes le dijeron que ellos no podían hacerse cargo, que la mejor opción era llamar a los bomberos, pero le avisaron que le cobrarían el servicio. María José ni tan siquiera los llamó porque no sabía cuánto le podían cobrar y si iba a poder pagarlo.
Durante una semana ha buscado a alguien que lo hiciera sin cobrar, pero no ha dado con nadie.
Como pasaban los días y la serpiente no salía, le comentó su problema a Paco Gutiérrez, el presidente de la Asociación de Vecinos de Antonio Domínguez.
El representante vecinal llamó al Ayuntamiento y le explicaron que para cazar a la serpiente debía ponerse en contacto con el Servicio Forestal de la Junta de Extremadura. Un técnico de este servicio le dijo que mandaría a alguien, pero el jueves pasado le llamó un responsable del departamento para decirle que tampoco ellos se hacían cargo.
Al día siguiente, el viernes se acercó de nuevo a su casa y al abrir la puerta de la habitación vió al reptil de más de un metro de largo entre los muñecos del escritorio de la niña.
Llamó al padre de su hija y la cazó con un gancho. Según cuenta, estaba muy agresiva porque no paraba de abrir la boca y moverse bruscamente, finalmente, el chico la cogió con la mano, la enroscó a un gancho y la echó a una caja de botellas de vino con tapa corredera. Al día siguiente, la llevó al campo y la soltó. Valeria ha recuperado su habitación.
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