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ISABEL IBÁÑEZ
Domingo, 20 de octubre 2013, 03:14
Hay otras formas absurdas de malgastar años de una vida, pero la de perderlos en la cárcel siendo inocente es la más indeseable. Y no son pocos los que tienen la 'suerte' de poder contarlo; otros muchos han muerto ajusticiados en países donde la pena de muerte aún está vigente, como en Estados Unidos. Los casos rozan a veces el surrealismo, lo que los hace aún más sangrantes. Precisamente en aquel país, Raymond y Thomas Highers, dos hermanos de 48 y 47 años de edad, salían de la cárcel hace unos días después de pasar 25 años por matar a un traficante de marihuana en su casa. Fueron liberados tras probarse su inocencia.
Resulta que hace un tiempo, un chico de su universidad quiso reunir a la promoción a través de Facebook. Cuando una compañera leyó el motivo por el que los hermanos Highers no podían acudir a la cita, recordó una vieja historia: un conocido le había revelado que dos décadas atrás estuvo en la casa de ese mismo traficante y que fue testigo de cómo unos hombres negros le dispararon. Los hermanos Highers son blancos. Michigan es uno de los 21 estados norteamericanos que no contemplan compensación económica por este motivo, así que Raymond y Thomas salieron con una mano delante y otra detrás y 25 años más encima, no precisamente de buenos recuerdos: «¿Cómo nos pueden recompensar? Hemos pasado en prisión los mejores años de nuestras vidas y es imposible recuperarlos. No se paga con dinero».
Casos como este inspiraron a Barry Scheck y Peter Neufeld, que en 1992 fundaron en la facultad Benjamin N. Cardozo School of Law de la Universidad de Yeshiva (Nueva York) el Innocence Project (Proyecto Inocencia). La asociación fue extendiéndose por EE UU y hoy actúa en países de Europa, América Latina y Australia. Su misión es liberar a personas encarceladas injustamente gracias a la prueba del ADN, que se utiliza desde los años 80 y que aporta una fiabilidad casi del 100%. Más de 50 universidades repartidas por todo el mundo forman parte de este proyecto. Una de ellas es la California Western School of Law, a la que pertenece Justin Brooks, una de las caras más famosas de esta organización que trabaja de forma gratuita a base de donaciones para sufragar los test. Hace 17 años, Brooks leyó en un periódico el caso de Marilyn Moreno, una joven de Puerto Rico encarcelada sin juicio previo por asesinato después de que se declarara culpable. Pero Brooks sabía que no podía ser verdad. «Era increíble, estaba claro que no era así. Hasta ese momento pensaba que nuestro sistema judicial era el mejor». Junto a algunos estudiantes investigaron la historia y lograron revocar la condena a muerte. «Todavía estoy en contacto con Marilyn, soy su representante, pero como se declaró culpable sigue en la cárcel. Llevo todo este tiempo apelando».
- ¿Cuál es la primera reacción de estas personas cuando la Justicia reconoce su inocencia?
- Conmoción e incredulidad. Como nadie les ha escuchado durante tanto tiempo, no pueden creer que finalmente van a ser libres. Incluso cuando salen necesitan tiempo para hacerse a la idea de que la pesadilla ha terminado.
- ¿Cómo es la vida de estos inocentes después de la cárcel? ¿Qué hacen con la ira, con el sentimiento de odio por el tiempo perdido?
- Es difícil, pero mis clientes son duros. Todos han sido capaces de reconstruir su vida y reencontrarse con sus familias. La mayoría dice que la ira se fue cuando estaban en la cárcel, porque, si no, eso mismo los hubiera matado.
- ¿El caso más sangrante?
- Las condenas injustas por muertes de recién nacidos, como las de Ken Marsh, Alan Gimenez y Suzanne Johnson, a los que finalmente logramos liberar. No hay nada peor que ir a la cárcel por matar a un bebé cuando eres completamente inocente.
Cientos de ajusticiados
El último desgraciado al que el California Innocence Project ha logrado excarcelar se llama Brian Banks. Es ese hombre negro de la foto que sonríe después de pasar más de cinco infames años en la cárcel. En 2002, cuando solo tenía 17 y se acababa de convertir en una estrella del fútbol americano, una amiga le acusó de violación después de mantener relaciones sexuales. Gracias a un acuerdo, Banks logró evitar cuatro décadas de cárcel, pero pasó esos cinco años en prisión, obtuvo la libertad condicional (tenía que llevar un brazalete en la pierna) y quedó inscrito de por vida en el registro de agresores sexuales. Recientemente, aquella 'amiga' confesó que se lo había inventado todo. Además del daño a Banks, hizo perder a las arcas del Estado los 1,5 millones de dólares (1,1 millones de euros) que le dieron como compensación.
- En EE UU existe la creencia generalizada de que el sistema, la Justicia, funciona. ¿Es así?
- Tenemos la tasa de encarcelamiento más alta del mundo y el sistema de prisiones más grande del mundo, pero el 95 % de los acusados no consigue pruebas y sus casos se resuelven mediante acuerdos entre las partes. El sistema llega a ser tan opresivo que hay inocentes como Banks que se declaran culpables para tener una condena menor. Es un sistema que no funciona.
- Los errores de la Justicia son especialmente terribles en países como el suyo, a causa de la cadena perpetua, las celdas de aislamiento y la pena de muerte.
- Sí, todo ello hace que la gente prefiera llegar a acuerdos, incluso si son inocentes.
- ¿Se sabe cuántos han sido ejecutados en EE UU?
- No hay manera de saberlo porque la investigación termina con la ejecución. Estoy seguro de que ha habido muchos. Hemos conducido a cientos de inocentes a la muerte.
- ¿Cuántas de estas personas han salido de la cárcel en EE UU?
- Hay 2.000 casos documentados en mi país, muchos de los cuales, más de 300, han sido liberados gracias a Proyecto Inocencia.
- ¿Qué es lo que está haciendo mal la Justicia?
- Está haciéndose demasiado grande y cayendo en actitudes criminales; no investiga lo suficiente... Un montón de cosas mal.
Casos en España
El Proyecto Inocencia aún no ha llegado a nuestro país (son las universidades interesadas las que deben inscribirse). Según el Ministerio de Justicia español, entre 2000 y 2010 fueron tramitados 201 casos de personas a las que se encarceló siendo inocentes.
- Declaraciones de falsa culpabilidad, testimonios de confidentes a cambio de incentivos, ruedas de reconocimiento mal concebidas... ¿La prueba de ADN es lo único seguro?
- El test del ADN es mejor que cualquier otra ciencia forense, ya que es cien por cien preciso.
- ¿Qué opina del caso de Herman Wallace, de los Tres de Angola (todo apunta a que son inocentes), que pasó 41 años en una celda de confinamiento en solitario y murió de cáncer a los tres días de ser liberado por no haber disfrutado de un juicio justo?
- Es trágico. Y repugnante que se le mantuviera en solitario durante tanto tiempo.
- ¿Qué le ha aportado a su vida este proyecto?
- No puedo pensar en nada mejor que hacer con mis conocimientos legales. En nuestro proyecto de la California Western School of Law enseño a los estudiantes de Derecho a convertirse en grandes abogados mientras trabajan conmigo en estos casos. No hay mejor sensación que sacar a un inocente de la cárcel y devolverle su vida.
En Estados Unidos, Australia, Canadá, Irlanda, Nueva Zelanda, Países Bajos, Reino Unido, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Nicaragua, Paraguay y Perú.
1. Identificación errónea que hace el testigo (más del 75% de las sentencias anuladas por análisis de ADN). 2. Informes forenses inválidos o poco rigurosos. 3. Falsa confesión del acusado, que se declara culpable. 4. Mala conducta de fiscales o policías, que a veces solo buscan la condena. 5. Declaración de informantes a cambio de beneficios. 6. Defensa ineficiente: abogado incompetente o sin tiempo para abordar el caso.
personas han sido excarceladas por Innocence Project en EE UU desde su fundación en 1992, 18 de ellos estaban en el corredor de la muerte. La media son 13 años presos antes de salir.
José Antonio Valdivielso, soldador de 21 años, fue condenado a 13 años por un robo y un intento de asesinato que no cometió. Su padre se infiltró en una banda de macarras para probar su inocencia y sacarlo de la cárcel. Y lo consiguió... justo 13 años después.
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