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ANTONIO ORTIZ
Martes, 29 de octubre 2013, 08:19
La historia de actos de crueldad con animales indefensos acaba de escribir otro triste capítulo. Ahora le ha tocado el turno a Villafranca de los Barros. Unos desconocidos fueron capaces de realizar una matanza de cinco perros de caza la noche del 23 al 24 de octubre, aunque el propietario de los galgos -siete en total- no se apercibiese del hecho hasta el pasado domingo, 27 de octubre. Inmediatamente su propietario puso la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil del cuartel de Villafranca.
La noche que ocurrió este suceso, y tras un intento de sustracción de los siete animales que componían la camada por parte de unos desconocidos, estos vieron la imposibilidad de llevar a cabo el robo porque no pudieron acceder dentro de la construcción donde se encontraban los animales. Así que optaron por intentar hacerlos salir con fuego introduciendo material inflamable dentro del lugar donde se encontraban los animales. Lejos de conseguir su objetivo, los animales se atrincheraron dentro del refugio, haciendo que el fuego actuase como cámara de gas y asfixiara a la mayoría de los animales. Cinco galgos murieron por asfixia, otro logró escapar y el séptimo cayó en poder de sus raptores.
Los antecedentes de el acto se remontan a varios días atrás, según contó a HOY el propietario de los galgos. Hace algo más de diez días, en la zona conocida por Las Cañadas, situada a las afueras de Villafranca, en un terreno delimitado por varias naves agroganaderas, ya se produjo un intento de robo de los citados galgos, hecho que fue puesto en conocimiento de la Guardia Civil. Hechos similares se venían sucediendo todos los años por estas mismas fechas en la zona.
Protección
Ante esta situación y tras los últimos robos acontecidos en años anteriores, el propietario de los animales decidió adoptar las medidas necesarias para protegerlos de los amigos de lo ajeno. De esta forma fue cómo construyó un habitáculo a modo de zulo para alojar a los galgos y protegerlos de robos, ya que en el mismo únicamente podían entrar y salir los galgos. De hecho, se demostró que tales medidas podían disuadir a los autores de los hechos denunciados, pues la noche del 23 al 24 de octubre se produjo un nuevo intento de robo de dichos animales, sin que en principio los ladrones consiguieran su objetivo.
En lugar de disuadir a estos individuos las medidas de seguridad adoptadas por el propietario de la camada de galgos, fue entonces cuando idearon el plan de hacerlos salir introduciendo material inflamable dentro del zulo.
La Guardia Civil ha abierto una investigación para identificar al autor o autores de estos hechos. Según la última reforma del Código Penal, provocar la muerte de un animal puede acarrear penas de hasta 18 meses de cárcel, además de la condena en este caso por el propio robo en sí mismo.
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